Blog de Álvaro Moreno

La Energética Pinot Noir de la Cote des Bar

Cuando hablamos de la Pinot Noir posiblemente lo estemos haciendo de la variedad de uva tinta más importante del mundo, la más noble, la más elegante, la más de moda quizás en este momento debido a su papel protagonista en los viñedos de regiones tan prestigiosas como Borgoña y Champagne.

Yéndonos a nuestro terreno, al origen del espumoso más famoso del mundo, la Pinot Noir conforma junto con la Chardonnay y la Meunier, el triunvirato de variedades de copan la práctica totalidad del viñedo Champanoise.

La Pinot Noir con origen en Champagne suele dotar al ensamblaje del cuerpo, la estructura, el esqueleto en el que se sujetan el resto de caracteres del vino.

Se localiza principalmente en la Montaña de Reims y en los viñedos de mejor exposición y más calcáreos del Valle del Marne. Es una variedad que demanda suelos secos, preferiblemente calcáreos y en pueblos con los famosos Grand Cru de Ay, Bouzy o Ambonnay encuentra su hábitat natural.

Cote des Bar

Pero hoy queremos centrarnos en la Pinot Noir que encontramos en esa región un tanto olvidada, en esa “cenicienta” dentro de las regiones principales de Champagne, la Cote des Bar (la comarca vinícola de la provincia o departamento del Aube). Ese territorio a caballo entre las dos grandes cunas de la Pinot, Champagne y Borgoña, que ha pertenecido históricamente a ambas regiones vinícolas, pero que desde 1927 sus viñedos se integran al amparo de la Champaña, aunque realmente comparte más puntos en común con la Borgoña, ya que sus suelos y climatología guardan mayores analogías.

Hablamos de una localización a más 150 Km al sur de Epernay (la ciudad donde se sitúa el corazón de Champagne) y apenas a 60 kilómetros al noreste de Chablis (la zona más septentrional de Borgoña). Se trata de un paisaje salpicado de una sucesión de colinas que dibujan un mapa de viñedos en pendiente donde reina una provechosa anarquía de diferentes orientaciones que enriquece la paleta de materia prima con la que ensamblar grandes champagnes. Esta maraña de colinas se cinceló a la orilla de una red fluvial que vertebran 2 grandes río el Sena y el Aube (que da nombre a la provincia) y todos los afluentes de estos como el Arce, Ource, Sarce o Laignes, que también transcurren por esta región. Esta riqueza de orientaciones y exposiciones en el viñedo (norte, sur, este y oeste) confieren uno de los puntos diferenciadores a la Cote des Bar.

Champagne Cote des Bar

Los suelos también son predominantemente calcáreos, principalmente los denominados Kimmeridgian, exactamente iguales que los que encontramos en Chablis, grandes losas de tizas organizadas de forma rectilínea, entre las que se intercalan gruesas capas de arcilla. Pero en las partes más altas de las laderas podemos encontrar también otra tipología de suelos calizos, los denominados Portlandian, mucho más difíciles de localizar y que se compone de un “revoltijo” de roca caliza descompuesta mezclada con arcilla (podéis apreciar ambas tipologías en la foto inferior). Suelos diferentes entre si, y sobre todo con los suelos de las regiones nobles del Marne, que evidentemente van a dotar de nuevo de un carácter personal a los vinos que se obtengan a partir de ellos.

Suelos Cote des Bar

Lo normal es que estos suelos hubieran albergado viñedos de Chardonnay que tan buenos resultados desde tiempos pretéritos han aportado a los vinos de Chablis, pero sin embargo esta siempre ha sido una región de variedad tintas, históricamente plantados de la variedad Gamay (la segunda división entre las variedades tintas en la Borgoña), pero cuanto tuvieron lugar los dos grandes desastres que arrasaron con todo el viñedo de la región a principios del siglo XX, la Filoxera y la Primera Guerra Mundial, los vigneron optaron por replantar sus viñas con la variedad tinta más noble y demanda en ese momento de la historia, la Pinot Noir. Hoy en día representa casi el 85 % de la totalidad del viñedo.

La Cote des Bar tradicionalmente ha sido una región de viticultores, de productores y  suministradores de uva para las Grandes Maisons ubicadas en el norte, en Epernay o Reims, apenas existían elaboradores de champagne de esta comarca. Sin embargo durante las últimas décadas apoyándose en la corriente “vigneron” y en la formación enológica de las nuevas generaciones, ha surgido un movimiento de pequeños productores, muchos de ellos orientados a la viticultura Bio, que están demostrando la calidad de la materia prima y el verdadero potencial de la Cote des Bar.

Aquí apenas hay grandes casas, todos productores cuasi artesanos, pero yo iría más allá del tamaño, en esta parte de la Champaña están más alejados del glamour y de la estereotipada imagen del Champagne asociada al lujo, aquí los bodegueros tienen más suelo pegado a sus zapatos y más suciedad debajo de las uñas, como hace poco me decía un vigneron. Tienen puesto su punto de mira en el suelo y en la agricultura, sin duda influenciado por sus vínculos  y cercanía a la Borgoña.

Estos 3 factores descritos anteriormente, tanto la orografía tan particular de la región, sus suelos singulares y esa apuesta por el terroir y la viticultura, hacen que la materia prima, en particular la Pinot Noir tenga un personalidad que la hacen diferente a la que podemos encontrar en las regiones más al norte de la Champaña.

Os muestro un vídeo que grabamos desde allí.

Champagne Blanc de Noir

Los champagnes elaborados con Pinot Noir que podemos disfrutar en esta zona en primer lugar se muestran más primarios, la frutosidad y mineralidad se anteponen a los aromas secundarios o terciarios, principalmente por la apuesta que hacen los vignerons por la viticultura por encima de la crianza en botella. Pero yo también encuentro otra explicación para ese carácter más primario, una interpretación menos conceptual y más pragmática; la juventud y corta historia empresarial como elaboradores que a muchos les obliga a tener que acortar los periodos de crianza obligados por la necesidad de vender cuanto antes. No es nada fácil para alguien que empieza a elaborar, esperar más de 3 años para poder comenzar a comercializar sus champagnes, esto explica en cierta medida que no se encuentren demasiados Millesime (mínimo 3 años de crianza) en esta comarca, a pesar de ser haber muchos champagnes elaborados de una única añada, la necesidad económica de hacer liquidez obliga a los jóvenes vignerons a sacar al mercado sus elaboraciones con crianzas más cortas (sin bajar de los 15 meses obligatorios) de las que en muchos casos les hubiera gustado.

Además estos champagnes suelen tener una cierta vinosidad, incluso un punto mayor de madurez, quizá provocado por su ubicación bastante más al sur y por tanto con una climatología algo más benigna, pero también por la tendencia de los vignerons a tratar de conseguir la maduración optima en la cepa, para no tener necesidad de chaptalizar ni aplicar elevados dosages a la cuvee final. Esto por un lado permite que estos champagnes se adapten perfectamente a los paladares más acostumbrados a beber vinos tintos, pero por otro pueden correr el riesgo de llegar a ser pesados en boca si el productor no hay sido lo suficientemente preciso en elegir el momento idóneo para vendimiar. Es muy común encontrar Pinot Noir de la Cote des Bar en Brut Nature o sin apenas dosage, atesorando un balance perfecto sin necesidad de edulcorado. Esto me gusta mucho.

Pero sobre todo hay algo que cuando descorcho una botella me hace palpar que estamos ante una Pinot Noir del Aube, y suele ser la Energía que desprenden estos champagnes. Y muchos me diréis, pero coño de Energía ¿y eso como se cata, en qué fase (visual, olfativa o gustativa) se percibe? Y yo responderé “la Energía no se percibe, simplemente se siente” ¿y como la siento yo? Hay botellas que ya te generan una predisposición, un sentimiento positivo incluso antes de ser descorchadas. Cuando lo haces y dejas caer el champagne en la copa, el sonido, la efervescencia, el chisporreo, el carrusel hipnotizante que dibujan las burbujas es algo que ha dejado de tener importancia para los más entendidos (solo centrados en la boca) pero que en el caso del champagne tiene una importancia capital, cuando menos sentimental. Esa energía vuelve a dar la cara en ese momento y no todos los champagnes lo muestran del mismo modo.

Pero sobre todo, como suele ser habitual, donde la Energía se expresa con mayor contundencia, es en la suerte principal, en la fase gustativa, la que tiene lugar en nuestra boca, los buenos champagnes, los que a mi personalmente me cautivan son capaces de transportar toda la Energía que atesora la viña de la que proceden, así como la que irradia el creador que los ha hecho realidad, y convertirla en sensaciones, en sentimientos incluso diría yo, que nos hacen darnos cuenta que los buenos vinos van vas a allá de su versión puramente material, a veces (no muchas) dejan atisbar su naturaleza espiritual.

  1. #1

    T.Benitez

    Cuando te metes en el mundo del champagne te das cuenta de que necesitarías dos vidas para conocer esa gran y única región que es la champaña y aun así nos quedaría por descubrir la mitad de sus bodegas,viñedos y magia con la que hacen esta joya sin COMPARACIÓN con otros vinos espumosos.

  2. #2

    Obiwan Ferran

    Pues nada, no hay mejor manera de corroborar lo leído que probando alguno de esos grandes champagnes. Conozco el Goustan de Val Frison y probé no hace mucho la cuvée Fidèle de Vouette&Sorbée y son una pasada, así que sin duda repetiremos! Saludos!

    Ferran


Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar