Nos miente una nariz amable de frutos rojos en sazón, mientras la verdad nos llega en boca donde las fresas frescas, la manzana verde y las cerezas son predominantes. Lo principal, aunque no lo parezca, es la complejidad insólita en un rosado, unida a un magnífico frescor . Un final algo herbáceo y ¿especiado? Cosas de los vinos chilenos, supongo.

Catado en el Encuentro de Foreros de Verema de octubre de 2012, en el Restaurante Mas Rabell de Bodegas Torres

VISUAL: Color gominola de fresa muy atractivo.

OLFATIVA: Las chuches en forma de sugus de fresa son lo primero que se aprecia. Más tarde seguirían notas tropicales de mango y lichi.

GUSTATIVA: La boca es algo más compleja, apreciándose un medio cuerpo y un primer sabor intenso a chicle de fresa ácida. Tras él le seguirían un punto cítrico muy de agradecer como contraste, y ligeras pero claras notas de pimienta blanca.

Parecía que iba a ser un vino insustancial, una mera golosina y al final te sorprende con un paladar interesante.