Peña La Verema

9º Encuentro Verema: Algunos apuntes a vuela pluma.

¡Enhorabuena!

Alguien podría pensar que es normal y hasta cierto punto obligado que el presidente de la Peña La Verema felicite a sus compañeros de Verema.com, organizadores del 9º Encuentro. Pues tengo que decir que mi felicitación no puede ser más sincera. Aunque compañero y amigo de los organizadores, puedo decir que he visto esta corrida desde la barrera y no desde la arena, ni siquiera desde el burladero. Por lo tanto, he disfrutado del Encuentro como uno más. Y debo decir que he disfrutado mucho porque se está rozando la perfección. Creo justo, por tanto, felicitar sinceramente a mis compañeros de Verema.com, especialmente a José Luis que se ha volcado en la organización, a Paco, a Juan y al extenso equipo de Directores que, gracias a la presentación de nuestro amigo Paco Alonso, han pasado a engrosar la nómina de directivos de Verema.com: Álvaro, Linda, Dani, Esther, Mari Carmen, Charlenne y David. A todos gracias por vuestro esfuerzo y dedicación.

Simplemente quisiera dejar de forma rápida, mis primeras impresiones personales. Habrá tiempo de analizar con más detalle, pero si algo he aprendido escribiendo crónicas es que la primera impresión es la que queda por más tiempo.


Inauguración y cata de Tondonia.

El viernes 19 comenzó todo con el primer reencuentro con los amigos. Los miembros de la Peña, que asistieron al completo, y muchos amigos y simpatizantes a los que hacía tiempo que no veía. A continuación, un primer evento de importancia: La cata de Bodegas López de Heredia. En primer lugar, es de justicia decir que tengo devoción por esta bodega. Es, sin lugar a dudas, mi bodega preferida. Parece ridículo que, a estas alturas del siglo XXI, seguir haciendo lo que se ha hecho en los últimos “cien añitos” tenga mérito. Pues sí, fieles a la tradición de la casa, las hermanas López de Heredia continúan haciendo vinos con el estilo de la casa: Como siempre. Al margen de las modas, de las presiones del mercado, de las tendencias y de los creadores de opinión. ¡Chapeau! Y tendrán cumplida recompensa por ello. Antes de que nos hayamos dado cuenta, la crisis se habrá llevado por delante a un puñado de bodegas y marcas surgidas en los alegres años de final del siglo XX y comienzos del XXI al albur del marketing y la promoción. Cuando el vendaval de la crisis se lleve los ropajes, algunos de apariencia ampulosa, cada cual se va a quedar en pelotas frente al consumidor, con su vino tapándole las vergüenzas. Esa será la hora de la verdad. Algunos serán castigados por su vacuidad y otros por traicionar su propio estilo. Pero siempre quedarán las hermanas López de Heredia con vinos honestos, tradicionales y sinceros. Aunque, eso sí, discutiendo entre ellas por alguna trivialidad.


Las botellas de la cata listas para ser servidas

Sus blancos viejos son de arrodillarse. ¡Menudo 1964! Es un vino lleno de elegancia y complejidad, de matices desde las maderas finísimas, balsámicos, toffes, tabacos frescos, matizados con notas vegetales y florales. Vivo, fresco, elegante. Cambio de tercio, 1970: cenizas, pimienta, especias y tonos de hidrocarburos (naftas) en curioso maridaje con tonos vegetales y florales (madreselva, hiedra). Magnífico el 1991 que ya conocía, con una bollería y ahumados tan sutiles.

Pero antes de seguir con el resto de los vinos, la nota de la casa. El difícil equilibrio entre sutileza, complejidad, elegancia y acidez. No se llevan los vinos sutiles sino potentes y cuando te asaltan la pituitaria, la complejidad es difícil de gestionar. No son muy frecuentes los vinos ligeros y frescos en boca, ácidos. Esto es especialmente agudo en el caso de los tintos, entre los que predominan las concentraciones de taninos dulces que hacen que los vinos se coman en lugar de beberse. Si algo definitivo tuviera que decir de los vinos de López de Heredia es que son vinos para comer: invitan a comer con ellos e invitan de nuevo a beber. Quizá por eso, en una cata sin comida triunfen vinos de otro corte pero frente al plato, Tondonia es imbatible.


Y llegaron los tintos. En la historia de la Bodega, nos han explicado el origen del estilo bordelés en la filoxera y, sin embargo, yo sostengo que los tintos son de estilo más borgoñón que bordelés. Color, finura, sutileza, acidez y frescura me parecen más de Borgoña salvando, por supuesto, las diferencias varietales. Aunque ya conocía a algunos de estos abuelitos entrañables, no dejan de sorprenderte. Sutiles, llenos de matices con tabacos, cueros, maderas finas, breas y minerales, balsámicos finos y el fondo frutal… Y la acidez. Me gustaron especialmente los 60: El Bosconia 1964, Tondonia 1968. Ciertamente hay una línea de la casa, no hay un salto cualitativo, no existe ese cambio de estilo que se puede encontrar en otras bodegas riojanas en los 70, otras en los 80 o, en las más rezagadas, en los 90. María José y Mercedes, seguid así por favor, sois mi último bastión.



Plano general de la cata de López de Heredia Tondonia

En otro orden de cosas, felicidades a los premiados en el Encuentro: Las Bodegas Dinastía Vivanco, Arzuaga, Roda, Vega-Sicilia, Ossian, Heretat de Cesilia, Alvear, Gramona y Bodegas Rubio así como a Masía el Altet, Raúl Pérez y Celler Can Roca. Enhorabuena a todos. La Miniferia, como siempre, interesante. En primer lugar, más que satisfactorio el cocktail de Food Vac. Es cierto que hubo algún problema de ritmo con el servicio, pero me pareció suficiente en cantidad y de una calidad superior a lo esperado. Había llegado el momento de tomar algo y disfrutar de los vinos, sin escupidera y sin bloc de cata. Esto exige un esfuerzo de selección y mis gustos van por el blanco, así es que empecé con los espumosos, continué con los blancos y terminé con los dulces probando apenas algún tinto. Me gustó probar algunos champanes y me impresionó el moscatel de Jorge Ordóñez.


El sábado 20 o las sesiones paralelas.

Para empezar, me pareció excelente la idea de las sesiones paralelas. Permiten disfrutar de forma muy cercana e intensa de las catas. Indudablemente existe un problema, la limitación de plazas, y una ventaja, podemos dar diferentes visiones del Encuentro en función de nuestra elección para compartirlas después. Reconozco que, aunque mis gustos van por el blanco, la cata de Vega Sicilia era una ocasión especial. El no haber podido asistir a ella me permitió montar un Encuentro casi monográfico de blancos: Champagne y Borgoña. También me hubiera gustado asistir a la sesión de Jesús Barquín: Grandes Vinos Andaluces. En este caso fue una concesión a mi mujer, ¡otra vez será!

Terroir Champenoise

La sesión Terroir Champenoise fue sumamente interesante, incluso conociendo ya algunos de los champagnes a catar. Manel Plá hizo una presentación estupenda, explicó muy bien el concepto de elaboración, las características de la zona, dirigió y comentó la cata con un ritmo perfecto e incluso nos enseñó algunas localizaciones con Google Earth. Defendió el estilo de la Maison, el assemblage, como una característica muy típica de la región y a menudo no comprendida fuera de ella, sin dejar a un lado la importancia del terroir. Interesante disyuntiva que cada vez me apasiona más. Tras escuchar a los enólogos de las “Grandes Maisons”, uno tras otro, enorgullecerse del trabajo continuo y laborioso de la elaboración de sus bruts frente a los millésime, he ido pasando de la más absoluta incomprensión de sus argumentos al entendimiento de la importancia del assemblage en Champagne como algo muy especial y muy esencial. Champagne es otro planeta diferente dentro del mundo del vino y sus reglas no siempre son las mismas. Concretando un poco más, los rosados, Paul Bara Special Club Rosé 2004 y Tarlant Prestige Rosé 1994 me han enamorado. Curioso el Tarlant Vigne D’Antan, prefiloxérico o el Aubry Nombre d’Or, con las siete variedades autorizadas. Por último, una maravilla volver a probar el Diebolt Vallois Mise en cave en 1983, con un envejecimiento magnífico. Me llevé la copa a la miniferia.

Por la tarde Borgoña. Nacho Jiménez fue el encargado de la presentación, explicando muy bien las diferentes zonas, clasificando y ordenando los vinos con mucho criterio. De nuevo muy buen ritmo y profundo conocimiento de los vinos que nos presentó. Qué decir de los vinos. Ante los blancos de borgoña yo ya estaba rendido de antemano y, de hecho, ya conocía algunas de las bodegas que nos presentó pero no concretamente los vinos que nos había seleccionado. Impactante el Compte Georges de Vogüé, profundo, mineral y tropical. Pero sin entrar en el detalle de los vinos sí me gustaría presentar los elementos comunes que me enamoran de la región. Empezando por la acidez. Incluso los más cálidos, los Maconnais, tienen esa acidez que sustenta los registros aromáticos frutales y minerales, con una madera siempre muy integrada, sin destacar. Y, dicho esto, la enorme diversidad. Qué diferente un St. Aubin de un Puligny-Montrachet elaborado por la misma bodega y añada. Y es Chardonnay, y están los viñedos a tiro de piedra: es la importancia del terroir. Esta vez sí sentí tener que dejar alguna copa en la mesa de catas.


Un paseo por la Borgoña: Un mar de Chardonnay y unas gotas de Aligoté

La cata de clausura.

Y culminamos con la gran cata de clausura. Estupenda la presentación de Pancho Campo. Muy vivo y dinámico el juego de los cinco profesionales orquestados por el propio Pancho. Muy completa la presentación de Jaume Gramona, me gustó mucho el Frisant de gel. Estupenda y con detalles muy simpáticos y familiares Victoria Ordóñez. Su Viñas viejas, sensacional. Muy profesional Naiara, entrañable Johanna Kern-Floris (Johanna de Austria!?) y muy didáctico Jorge Pascual. Un staff inmejorable. De nuevo conocía ya la excelente calidad de alguno de los vinos, pero la selección, en su conjunto, fue magnífica. En el detalle, me encantaron los TBA y me llamó mucho la atención el Tokaji de Hétszölö que demuestra, una vez más, que acidez y dulzor, ambos naturales, no están reñidos sino al contrario. Hubiera sido un extraordinario broche de cierre de no ser por que quedaba la cena de clausura.


El colofón: La cena de clausura.

Como cabía esperar, la cena de clausura cubrió con creces las expectativas. Sólo tengo un pequeño pero que luego comentaré. Sensacionales los entrantes. Tomamos caballa marinada con reducción de remolacha y huevo roto con jamón. A destacar un buñuelo de bacalao perfecto, ligero, cremosos, sabroso, con un ajo-aceite de bandera y un bikini de brie y trufa negra, excelente maridaje de la crema de brie, pan tostado y lascas de trufa fresca. Estupendo maridaje con el blanc de blancs de Ruinart.

Continuamos con una exquisita anchoa con jugo de escalibada y una sorpresa fuera del programa: un erizo de mar. Una delicia de maridaje el erizo y el champagne: la esencia del mar y la vinosidad, equilibrio, notas frescas y frutales y recuerdos de frutos seco bailando en la boca con las notas yodadas, salinas y cremosas del erizo. Un punto álgido en el menú. Continuamos con ostra con calabaza y jugo de liebre, combinación de la a priori desconfiaba y que a la postre me convenció y un arroz con col y sepia tras un pequeño parón en el servicio. Otro excelente maridaje con las notas frescas pero vegetales del Cloudy Bay que ya me había sorprendido gratamente unas semanas atrás. En este punto ya éramos conscientes del extraordinario nivel del que estábamos disfrutando, no sólo por la excelente cocina y los magníficos vinos sino, además, por el esfuerzo de maridaje que había detrás: Excelentes Jorge Andrés, Jorge Bretón y Raúl Aleixandre, pero excelentes también Javier Andrés, Manuela Romeralo y el equipo de sala. Un lujo, que todavía no había terminado. Continuamos con el Clímax: Excelente besugo del mediterráneo con tapioca, tomate y aceite de oliva, en su punto y bien caliente. Increíble. Anguilas ahumadas –extraordinario punto de humo- con infusión de cordero especiado y ñoqui de patata con Terrazas de los Andes 2007, un excelente Malbec argentino. Terminamos con vacuno con praliné de frutos secos y tubérculos y Numanthia 2007. De nuevo otro prodigio de maridaje, con ese sabor fuerte del nabo enganchando con los frutos secos y el Numanthia, vino de complicado maridaje si no es porque estamos en manos de un equipo genial. Y terminamos con el dulce desenlace. El buñuelo de chocolate con fondo de calabaza nos permitió hacer una transición ordenada al dulce sin abandonar el Numanthia para terminar con el coco-piña de aspecto impactante (cortezas de coco) y sabor increíble. Terminamos con el café y Glenmorangie. De la cena sólo dos pequeñas objeciones. Por un problema de coordinación no pudimos probar el Bloody Mary ni el corte de foie y piñones. La segunda, la prohibición de fumar impidió culminar el café con un buen habano, sobre todo teniendo en la sala a la campeona mundial de habano sommelier 2006, Manuela Romeralo.

En resumen y para concluir, gracias a todos los que han hecho posible que hayamos podido disfrutarlo. Ha sido un Encuentro apoteósico y el listón está muy alto para el año que viene aunque, hasta ahora, habéis ido in crescendo. Gracias.

Javier de Castro, Presidente de la Peña La Verema.
Peña La Verema: 20º aniversario.
© Javier de Castro 2010.
Fotografías © Verema.com

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