Peña La Verema

La D.O. Utiel-Requena nunca ha estado tan bien como ahora.

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Como ha señalado recientemente el periodista Enrique Calduch el vino en España nunca ha estado tan bien como ahora. Esta afirmación es perfectamente extrapolable a la D.O. Utiel-Requena que, de la mano de diferentes bodegueros, está iniciando un despegue sin igual. Como ejemplo, los vinos que se cataron en la última reunión de la Penya La Verema acaecida el pasado 17 de Octubre.

El organizador del evento era nuestro amigo Carlos Ochando, oriundo de Requena, por tanto, era de esperar que en la cata hubiera algún caldo de dicha denominación de origen para tratar de eliminar los prejuicios que todavía algún miembro de la penya tiene hacia los vinos procedentes de esta zona. Sin embargo, la sorpresa fue mayúscula porque, finalmente, los cuatro caldos catados pertenecían a ella y, como ahora veremos, no todos corrieron la misma suerte.

De entre todos ellos, destacó sobremanera el Finca Terrerazo de Bodegas Mustiguillo. Un vino elegante y con un elevado potencial donde la bobal, varietal más respresentativa de esta zona, se mezcla con la tempranillo y con la cabernet sauvignon. Tengo que decir que me dejó prendado ya que, en comparación con el Quincha Corral de esa misma bodega, se podía beber ya a pesar de haber sido embotellado en Abril del 2002. Me explico, no es que el Quincha Corral esté malo, sino que a mi entender es un vino que le falta botella y que en los próximos años estará exultante. En cualquier caso, se notaba la mano de Sara Pérez puesto que el vino era de una gran complejidad y me recordaba, como era de esperar, a los Prioratos. Lo cierto es que esta bodega, que no está acogida a la D.O. Utiel-Requena, está iniciando una trayectoria muy prometedora.

Antes de proceder a describir los vinos catados, merece la pena destacar dos hechos que, sin lugar a duda, alegraron la estancia de los allí presentes (14 socios más un simpatizante). Por un lado, todos nos sentimos felices dando la bienvenida a Eloy Ferrer antiguo socio de la penya que los avatares de la vida hicieron que un día desapareciera y que no le volviéramos a ver hasta transcurridos más de cinco años...¡Eloy, mi niño! ¿Qué has estado haciendo tanto tiempo por esos mundos de Dios? Y, por otro, nuestro querido Asensi, es uno de sus típicos arrebatos lingüísticos, señaló que “si el tercer ví catat no es un shyrah, jo me la talle”. Por tanto, como ahora mismo veréis, perdió su apuesta y, por indicación nuestra, Vicente Castillo ya está afilando uno de sus mejores cuchillos jamoneros para que en la próxima cata Asensi nos deleite con tal demostración ritual.

Respecto a la cata, a mi entender, las claves estuvieron en los vinos catados en tercer y primer lugar (Finca Terrerazo y Coronilla, respectivamente). Me explico. El vino elaborado por Bodegas Mustiguillo destacaba sobre el resto debido a su elevada complejidad y, teniendo en cuenta su composición, cualquiera que estuviese un poco al día debía de haber sido capaz de detectarlo pues es un “Utiel-Requena” totalmente atípico. Por su parte, el Coronilla 99 era el típico bobal “moderno” sometido a una ligera crianza y muy agradable en boca.

El Sybarus mostraba claramente en su color y aromas frutales su mayor juventud, por tanto, no era difícil de distinguir respecto al Coronilla. Por último, El Pago de los Balagueses era un shyrah totalmente atípico, en nada me recordaba a otros shyrah elaborados en la Comunidad Valenciana como es el de Enrique Mendoza. Más bien, estaba en la línea del elaborado por Daniel Belda en Fontanares.

Respecto a la cena, ¿qué puedo decir?. ¡Vicente, cuánto nos quieres! Echábamos de menos tus fuentes de ibéricos, tus quesos, foeis, lomos de atún, anchoas, tomates deshidratados, espárragos, ensaladas alemanas y demás exquisiteces con que amenizas nuestros paladares.

Por último, los vinos degustados durante la cena fueron variopintos e cuanto a su origen. En primer lugar, tomamos uno de Azerbaijan denominado Maiden Tower 1999 que tan solo puedo decir que era fácil de beber (la etiqueta era ilegible). El nombre que toma se debe a una torre del siglo XII de la ciudad fortificada de Baku que ha sido reconocida como patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Luego se abrió un Penfolds Bin 2 Shiraz-Mourvèdre 1999 que estaba muy bueno. Este es un vino con aromas a cassis y corteza de árbol. En boca se perciben sabores de ciruela, cueros y tierra típicos de la varietal Mourvèdre. A continuación, un Bares de Rothschild 1999 de Bourdeaux castigó nuestras pituitarias con un aroma a corcho impresentable. A este le siguió un Voorspoed 1999 pinotage de Western Cape (Sudáfrica) plano en boca y con aromas animales (alguno de los allí presentes dijo orines). Por último, un excelente Abel Mendoza selección personal del 2000 nos mostró con su intenso aroma y boca equilibrada que no es casualidad el reconocimiento que está teniendo esta bodega.

¡Se me olvidaba!. La nota graciosa la tuvo Jose Contreras cuando salió con una Mathusalem de 6 litros de Cirsion 2000 entre sus manos sugiriéndole a Vicente que nos la abriera para celebrar la futura llegada de sus gemelos. Tiempo al tiempo...


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