El Alma del Vino

San huberto-nina petit verdot 2003.


Desde el riojano, de Argentina; Valle de Aminga, llega este vino de la Bodega San Huberto, edificado con la misteriosa uva Petit Verdot. Da miedo sentarse frente a un monovarietal de este tipo, habida cuenta de la peculariedad que transmite cuando se presenta sola.
Y en efecto, Nina Petit Verdot 2003 no dejó inerte a nadie. Si alguién desea polemizar en torno al vino, le doy un consejo : no hay nada como una botella de vino elaborado sólo con Petit Verdot.
En esta ocasión, y haciendo de compañera del otro verdot, comentado algunas entradas antes de la presente, el Signal Hill Vive La Difference 2001, el Nina se mostró con la misma insolencia que cualquier quinceañera rebelde. Dura, compleja, inaccesible, con ganas de fastidiar al personal. De hecho hubo quién llegó a dudar si aquella botella no estaba en óptimas condiciones de consumo. Personalmente, creo que sí. Y es que al color picota con algún brochazo violeta, le sucedió un aroma emparentado con la humedad. Por prudencia, solté la copa y aguardé unos minutos. Cuando volví a aproximarla a mis fosas nasales, la humedad no había desaparecido, pero en cambio apareció un recuerdo más gratificante : pimienta negra. En boca se mostró tosco, como un potro sin domar. Como si las uvas hubieran decidido rebelarse contra mi paladar, el Nina Petit Verdot empezó a faltarme al respeto. Incluso por momentos decidí que aquel vino era un simple experimento fallido de la Bodega San Huberto. Y aunque la cata era ciega, y no supe la identidad de aquella traviesa copa hasta el final, terminé comprendiendo que el Petit Verdot es para mi paladar, como para el de muchos catadores, una especie de talón de Aquiles. Nina me recuerda a la chica inaccesible, difícil, sometida a la prepotencia de creérselo sin motivo. Más auténtica en su irracionalidad que su primo de Cape Town, el Signal Hill 2001, que al menos quiso premiarnos con humo. Lo de Nina es el primer ejemplo que me encuentro de inexpresividad expresiva, una locura con clase, aunque oculta. Un esnobismo que más que expresar algo, hace pensar. ¿Me estarán tomando el pelo, ó es que esto del petit verdot es simplemente "así"?.
Es un hecho que el vino no me gustó. Pero establecí con este vino la misma relación que surge entre un vaquero y un potro indomable. Termina siendo una relación de tozudos, que sólo acabará cuando uno de los dos desista de su empeño. El Petit Verdot y yo acabaremos por gustarnos un día de estos. No sé cuando. Pero al fin, llegará.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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