Blog de Álvaro Moreno

Enoturismo en Piamonte. Turín

 

Piamonte, uno más de los grandes paraísos del viejo continente, de peregrinación obligatoria para todo apasionado a este fascinante mundo de la gastronomía. Junto con la Toscana se erigen como las dos regiones con mayor reconocimiento enogastronómico del país transalpino, aunque como ocurre en países como Francia y España, es difícil encontrar una región en la que no se produzca vino y no gocen de una amplia tradición y riqueza coquinaria.

Ubicado en la parte más noroccidental de Italia, limita al oeste con Francia y al norte con Suiza, con los que comparte la presencia de los Alpes, esa gran cadena montañosa que aporta la identidad a esta fascinante región e incluso el origen de su denominación (Piamonte: Pie de monte).

En el seno de esta bonita comarca se ubican dos de las regiones que gozan de mayor notoriedad, tradición, prestigio y popularidad de todo el panorama vitivinícola internacional, Barolo y Barbaresco. No pude reprimirme a hacer una fugaz escapada de apenas 2 días para descubrir la esencia de este respetado territorio.

Todo comenzó en Turín, capital del Piamonte, más conocido en nuestro país por la escuadra futbolera que lo representa, la Juventus, que por los monumentos que salpican la ciudad. Lo cierto es que se trata de una ciudad que no tiene grandes monumentos de fama internacional, ni tiene el aire típico italiano, yo diría que es una urbe con alma francesa. Me pareció una ciudad muy acogedora, sin grandes apreturas de turistas, con una preciosa estética, de aire parisino en todos los edificios que conforman su centro neurálgico. Con la Mole como principal símbolo arquitectónico, que con sus 167 metros fue inicialmente construida como sinagoga judía, hoy en día alberga la sede del Museo Nacional de Cine (por cierto totalmente recomendable).

Disfruté mucho de mi efímera estancia en Turín y en lo que al tripeo se refiere di rienda suelta a una de mis pasiones de los últimos años, la pasta fresca y descubrí alguno de esos lugares mágicos para un tripero. Me deleité con dos grandes sesiones gastronómicas, una por casualidad (las que más me suelen gustar) sin preparación previa, mientras paseábamos por una de las bonitas calles turinesas, en una noche templada, encontramos un coqueto establecimiento con una curiosa mescolanza de ambientes entre lo rancio que recordaba a un antiguo colmado del siglo pasado y por otro la imagen y la luz de un restaurante diseñado con gusto. Pastificio Defilippis, desde 1872 anunciaba en la entrada. Se trata de un obrador de pasta con una larga tradición que conserva en un lateral del local una bonita tienda donde se dispensa todo clase de pasta elaborada por ellos mismos y en la otra cara del establecimiento han creado una pequeño restaurante, informal, pero con todo el encanto, con mesas y banquetas altas, en las que puedes degustar una selección de pastas elaboradas para el día y acompañarlas con una selección de vinos por copas. Unos tortellinis al burro con una guarnición de alcachofas salteadas nos hicieron percatarnos de la calidad de la materia prima, bufff que bueno. Spaguettis integrales con verduras frescas, cargados de finura y sabor, y una preparación muy típica de la casa como eran unos Gnocchi di patata con tomates cherry salteados y romero, daban muestras de la sencillez y a su vez de la gran experiencia y calidad de este veterano local que nos alegro verdaderamente la noche. Lo regamos con un vino cargado de juventud con fue un Barbera d´Asti de Damilano, un pequeño elaborador que tiene su sede en el corazón del pueblo de Barolo que adquirió esta parcela en Asti no hace mucho y que nos proporciona un vino muy afrutado con gran volumen en boca pero a su vez con una buena acidez, que combina perfectamente con la degustación de platos de pasta como los que disfrutamos en Defilippis.

Para el día de estancia en Turín tenía previsto cenar en un pequeño restaurante de reciente apertura, del que tenía buenas referencias sin hacer estragos a la cartera, Il Consorzio, un pequeño local ubicado en el centro de la ciudad, regentado por gente joven y que por lo visto el día de mi visita, tiene bastante éxito de público, ya que fuimos testigos de cómo doblaban las mesas en la complicada época en la que nos encontramos. Todo clientela local. El menú que elegimos consistió en La Cruda, carne cruda muy típica de esta región (la encuentras en las cartas de muchos restaurantes) semejante a un Steak Tartar, cortada a cuchillo, lo que le aporta una textura muy agradable, alejado de esas papillas que a veces te encuentras al haber sido picada la carne a máquina. Lo cierto es que me gusto bastante, aunque no es un plato para todos los públicos. Nos decantamos para continuar de nuevo por dos platos de pasta (no lo puedo evitarlo cuando piso el país de la bota) unos Gnocchis con calabaza y pera estupendos, con una ligereza y finura sorprendentes, se deshacían en la boca. Los  Agnolotto son la pasta rellena que más se encuentra en los menús de los restaurantes de esta región, tanto los gobbo en mayor tamaño, como los plin (pellizco) en la versión más reducida. No fueron los que más nos complacieron de toda la escapada. Brasato di Fassone  con verduras de temporada, fue el plato que nos aconsejaron para rematar la versión salada, tratándose de un pieza de carne semejante al morcillo, lentamente estofada con verduras, que parecía pura mantequilla en la boca. De muy bella factura, a destacar entre las verduras unas espinacas fresquísimas salteadas con piñones. Rematamos con una delicada tarta de chocolate con tropezones de pera que nos convenció plenamente.

Il Conzorcio cuenta con una buena carta de vinos en lo que autóctonos se refiere y por encima todo a unos precios extremadamente contenidos, lo que invita a que en todas las mesas se descorche al menos una botella y no se observe el consumo de otras bebidas que no sean vino. Me incline por un vino elaborado por uno de los grandes de la región, de uno de los pagos legendarios de Barolo, por uno de los más tradicionalistas, eso sí en su versión Barbera d´Alba Giacomo Conterno Cascina Francia 2007.  Sin duda hablamos de uno de los grandes del Piamonte con una larga trayectoria de varias generaciones (el abuelo Giovanni, el padre Giacomo y ahora Roberto), uno de los principales exponentes del Barolo clásico, con largas extracciones y prolongadas crianzas, con uno de los viñedos más reconocidos y celebrados de esta laureada región, ubicada en las inmediaciones de Serralunga, de donde sale el mítico Monfortino y que días después tuve la fortuna de poder pisar in situ. Gran vino este Barbera, sobre todo para disfrutarle en la boca. Profundo, equilibrado, con una gran acidez que le dota de un fantástico armazón. Elegante, complejo, muy largo. Un vino que responde al misticismo que lo envuelve.

                                                      

Turín no se queda ahí, es una fuente inagotable de experiencias disfrutables para un gourmet o un tripero como es mi caso. Tras un agradable paseo matutino por sus acogedoras calles, que mejor alternativa para hacer un descanso que tomarse un chocolate espeso con nata montada en Al Bicerin, la más antigua y diminuta pastelería de la ciudad, que te transporta a tiempos pretéritos (inaugurada en el año 1.763) en los que contaba con clientes habituales como Puccini o Nietzsche.

Y que les parece un gran supermercado, en el que solo se comercien productos artesanos adquiridos a pequeños productores, es el auténtico barro en el revolcarse horas y horas un cochino gourmandier. Esto es Eataly, un complejo dedicado a la gastronomía ubicado en un barrio de las afueras de Turín, próximo a Lingotto la vieja fábrica de la Fiat donde se celebra el Salone del Gusto promovido anualmente por Slow Food. En él se puede encontrar toda variedad de productos artesanos, desde pasta fresca, frutos secos (con la avellana como reina), pescado, verduras, una extraordinaria selección de quesos, salami,… Y en el subterráneo se ubica un gran bodega en la que puedes encontrar una gran selección de vinos italianos y sorprendentemente también un amplísima variedad de birras.

                                                     

En cada espacio temático se ubica también un restaurante en el que puedes degustar varios de los productos que en el establecimiento se venden. Todo ello se complementa con una vertiente cultural y educativa con la celebración de presentaciones de productos, degustación de los mismos, conferencias,… Lo dicho un lugar para el disfrute tripero.

Así se resume mi breve pero intenso paso para la capital del Piamonte, antesala de la expedición que tenía prevista, como plato fuerte de la escapada, por Barolo y Barbaresco.

  1. #1

    EuSaenz

    Por ahí tengo un 99 de esa Barbera de Giacomo Conterno, vino que como bien dices es ultra-clásico en sus formas y una de las Barberas más interesantes que hay. Y esperando con los dientes más largos que el pirulí vuestra segunda parte del artículo, Barolo y Barbaresco son una debilidad personal.

    Saludos,
    Eugenio.

  2. #2

    alvaro-sg

    en respuesta a EuSaenz
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    Gracias Eugenio como siempre por tus comentarios, lo cierto es que me acorte en alguna ocasión de ti en el viaje fugaz que disfrute por Piamonte, he leido algunas grandes entradas en tu blog en las que muestras tu debilidad por esta región. Sobre me acorde cuando pise en Serralunga el Falleto, un gran aficionado local me recordaba las excelencias del La Roche di Falleto Riserva del 2004, del que si mi memoria no me falla alguna vez te le leído anhelar.

    Gran experiencia Eugenio que te recomiendo encarecidamente, no puedo considerarme conocedor de esta región, ya que aun estoy en pañales, pero dedique un día y medio a prácticamente limitarme a pisar viña, no me hizo falta a penas catar vino (salvo en las comidas) y me regrese completamente entregado, siendo "barolista". Es una sensación semejante a la que tuve la primera vez que viaje a Borgoña.

    A ver si selecciono algunas fotos y cuelgo el post.

    Lo dicho, muchas gracias por tus amables comentarios.

  3. #3

    EuSaenz

    en respuesta a alvaro-sg
    Ver mensaje de alvaro-sg

    Tienes toda la razón Alvaro, lo que tengo que hacer de una puñetera vez es pillarme un vuelo a Turín, un coche de alquiler y recorrerme toda esa zona que, si además se lo comento al amigo Juancho Asenjo, seguro que me organizaría más de una buena visita. Pero bueno, de momento tendré que seguir esperando. Sí, ya tengo ese Rocche del Falletto Riserva 2004, que intentaremos aguantar por lo menos 5 años más, según quien he citado antes es su mejor vino quizá junto con el mítico Collina Rionda de 1989 y uno de los mejores Barolos de todos los tiempos. Es probable que el maestro ya no esté en unos años (su salud está muy delicada) pero esos vinos son un legado inmortal. Espero esas fotos.

    Saludos,
    Eugenio.


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