Blog de Álvaro Moreno

Se necesitan aficionados y consumidores de vino

La sobremesa que prosigue a una cena de amigos suele ser una fuente inagotable de grandes momentos, nuevos proyectos, ideas con o sin cabeza y exaltaciones de la amistad. Y como tal, la cena que disfruté con la cuadrilla el pasado viernes en uno de mis restaurantes de cabecera, Villena (Segovia) dio los frutos esperados. El post que estáis leyendo en mi humilde ventana surge a los postres del refrigerio del viernes noche, cuando mi gran amigo Nacho me reprende por no incluir su foto en la entrada de este blog, en la que resumo la escapada que ambos compartimos por tierras germanas. En un acto de tratar de subsanar el desagravio que le he provocado le prometo escribir una reseña que verse sobre su figura, en un papel de absoluto protagonista.

Cuando la mañana da señales de vida después de una breve pero intensa sesión de destilados nocturnos y me pongo a los mandos de mi ordenador, regresa a mí memoria la promesa  realizada y me doy cuenta que el asunto tiene menos de cachondeo de lo que la noche anterior imaginaba y en realidad invita a hacer una reflexión.

Nacho, es una de esas personas a las que toda empresa, o bodega en este caso, la gustaría tener como cliente, es una de esas personas esplendidas, impulsivas, consumidoras, excitables y receptivas. Nacho es un anónimo en el mundo del vino, no es ningún prescriptor público, ni un profesional de la hostelería y sin embargo él por si sólo puedo consumir más botellas de Riesling Alemán que todos los restaurantes juntos de la provincia de Segovia en un año. Quizás pueda parecer exagerada la aseveración que acabo de hacer pero puedo asegurar que es absolutamente cierta y contrastable. Y es más, no estamos hablando de un grandísimo aficionado del vino, con muchos años de dedicación en la sombra, Nacho hasta hace 2 años escasos era un tragavinos más que asociaba a la variedad palomino con los derrapes accidentados en los “gallumbos” de uno. Y no es que en este tiempo se haya dedicado a formarse y cultivase en esta materia, simplemente poco a poco ha conseguido despertar su sensibilidad y disfrutar de una copa de vino o de unas habitas con jamón.

Y que quiero decir con esto, que en los tiempos tan difíciles que estamos atravesando y que tanto se están cebando con sectores como el del vino, las bodegas deberían interesarse, preocuparse por personas como Nacho, hay muchas personas como él que aun no han descubierto esa “sensibilidad”  que les haga valorar en su justa medida una botella de vino, lo que cuesta su elaboración, los sufrimientos que comporta, la dedicación y el esfuerzo que hay detrás de su consecución. Estoy convencido que hay muchísimos aficionados potenciales que sin embargo ni nada ni nadie les ha ayudado a descubrir la pasión por el vino que muchos sentimos y que si nada cambia seguirán consumiendo cerveza, botellas de agua de último diseño y antipáticos lambruscos.

Quizás no es momento de grandes ferias, como Alimentaria, Prowein, Iberwine, …. a las que únicamente asisten distribuidores obligados a acudir pero con poca capacidad para incorporar más vino en sus saturados almacenes, hosteleros invitados por esos distribuidores que lo único que pasa por su cabeza es restar unidades de su bodega y no sumar nuevas adquisiciones o periodistas a los que a buen seguro no emocionan nada estos eventos a los que están casados de acudir. Creo que es el momento de dirigirse al consumidor final, al tragavinos de a pie, pero no de forma masificada, al consumidor de vino de calidad hay que enamorarlo, hay que abrirle los ojos, hay que llegar a tocarle la fibra, a despertarle la “sensibilidad” de la que tanto he hablado en este artículo.

¿Cómo se consigue esto? Haciéndole sentir importante, llegando a él, poniéndose a su nivel, abriéndole las puertas de la bodega para que conozca la historia y tradición que hay detrás y porque no reorientando o ampliando el público objetivo de las ferias enológicas. La gran mayoría de las ferias que se celebran en nuestro país están limitadas al profesional y el consumidor tiene vetada tu participación.

En este sentido, me gustaría destacar una feria singular que se celebra en Francia, en la Côte-Rôtie, “Marché aux Vins”. Nunca había oído hablar de ella y recientemente Eduardo García (Mauro) y Cesar Colás (Leda) me pusieron los dientes largos contándome la experiencia que habían vivido allí a principios de año. Se trata de una feria que se celebra todos años en el mes de enero en el pueblo de Ampuis, con 82 ediciones a sus espaldas. Es un mercado en el que los productores de la zona montan su puesto en el polideportivo del pueblo, dan a probar sus vinos a todo aquel consumidor que acude a la feria con la intención de catar y comprar la nueva añada y en muchos casos en este mercado los bodegueros llegan a vender más de la mitad de su producción anual.

Me parece una iniciativa fantástica aunque hay que reconocer que en nuestro país no sé si aun estamos preparados para acontecimientos de este tipo, ya que conociéndonos un poco sería un caldo de cultivo perfecto para que en lugar de encontrarnos con aficionados ávidos de descubrir nuevos vinos y adquirirlos, encontrarnos con gorrones a cuatro patas cumpliendo el objetivo del día que es beberse hasta el agua de los floreros.

Tenemos que reconocer que en esto del vino, aunque solo sea en cultura y tradición, lo franceses nos sacan unos cuantos lustros de ventaja.

Va por ti amigo.
 

  1. #1

    Jose Contreras

    Estoy de acuerdo que este tipo de ferias, como la que citas en tu post, no han sido utilizadas en exceso en España como herramientas de comunicación en el mundo del vino. Hay algunos casos de ferias de vinos más "populares" generalmente de ámbito comarcal (véase, por ejemplo, Feria Comarcal de vinos de Batea) pero no es lo habitual ni, tampoco, tienen la tradición de las que se realizan en tierras galas.

    En resumen, coincido en que es necesario aproximar lo máximo posible el mundo del vino a los consumidores (actuales y potenciales) con formatos más sencillos y atractivos que las clásicas ferias de ámbito más profesional.


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