Blog de Álvaro Moreno

Un pequeño sueño hecho realidad

Pocos días atrás he cumplido uno de mis sueños enológicos, viajar a la Borgoña, esa tierra mágica para cualquier amante del mundo vino. Las expectativas eran grandes, pero la verdad la realidad ha superado a esas expectativas. Es un lugar especial, con mucho encanto, no te encuentras con apreturas de turistas deseosos de llevarse cuantos más vinos al gaznate mejor, cada persona con la que compartes una copa, una conversación es un “enamorado” del vino y no un forofo.
Nuestro centro de operaciones lo fijamos en Beaune, una pequeña ciudad con muchísimo encanto, en la que “huele” a vino por los cuatro costados, es de esos lugares en los que a los pocos minutos de discurrir por sus calles te sientes como en casa. Es una gran experiencia el callejear una mañana de sábado por su centro histórico amurallado, recrearte con el patio de los Hospices de Beaune, perderte entre los libros, vinos, y multitud de instrumentos relacionados con el vino que puedes encontrarte en Athenaeum, pasear por su mercado al aire libre donde los ojos se pierden sobre todo entre los artesanos queseros que ofrecen decenas de quesos distintos a cual más apetecibles, y rematar la mañana con un botella de alguno de los blancos memorables de esta región en alguna de las terrazas que visten la Plaza Carnot.


No puedo resistirme a dedicar una líneas a un restaurante especial, que merece una visita obligada si te gusta aunque sólo sea un poco este mundillo, estoy hablando de Caves Madeleine, uno de esos lugares que de vez en cuando te encuentras en el camino y que te jode muchísimo no poder frecuentar con más asiduidad. No vayáis buscando una cuna de la gastronomía, no es un lugar con excesivos remilgos, se trata de un pequeño restaurante con pocas mesas no más de 6, una de ellas con bancos corridos donde incluso puedes compartir mesa con otras personas ajenas con las que sin duda terminarás por compartir las botellas de vino. Allí oficia Lolo, un joven francés, afable, tremendamente conocedor del mundo de vino, con un perfecto dominio del español y de los vinos que se elaboran en este país. No recordaré Cave Madeleine por la cena, que ciertamente estuvo bastante bien, lo que nunca olvidaré fue la sensación que tuve nada más sentarme en la mesa, rodeado de grandísimos vinos, de amantes y apasionados enópatas por todas partes, con una luz y una fantástica música de fondo que me hicieron disfrutar de 4 largas horas de pasión.

Hicimos tres expediciones, una a la Côte de Nuit, al norte de Beaune, otra a la Côte de Beaune, al sur y una tercera de regreso a Lyon (donde cogimos el vuelo de ida y vuelta a España) recorriendo una pequeña zona de Mâconnais.
Nuestro primer contacto con el viñedo lo tuvimos en las inmediaciones de Corton, la mágnifica montaña, donde se cultiva tanto la pinot noir como la chardonnay y donde salvo el bosque que existe en la cima todo está calificado como grand cru. Desde el primer momento te das cuenta de que esto no es Burdeos, ni si quiera la Rioja o la Ribera del Duero, aquí el viñedo cobra especial importancia, no encuentras con facilidad grandes bodegas, grandes châteaus, estas completamente rodeado de viñedo y las bodegas se difuminan entre los pequeños pueblos que salpican la Côte de d´Or , son una vivienda más, no son grandes edificios, a veces resulta complicado encontrarlas. Algo que me resulto especialmente curioso es que en multitud de viviendas encuentras carteles en la puerta con el nombre del propietario y con la reseña “Vigneron” como en nuestro país lo ves para anunciar el despacho de un abogado, médico, notario. Eso me dio muestras de la importancia de la figura del VIGNERON, de la sencillez que se respira en la Borgoña.
Es tremenda la hospitalidad que encuentras entre la mayor parte de la gente a la que te diriges, estuvimos en más de 6 bodegas diariamente y todas y cada una de ellas te recibían y te daban a catar varios de los vinos que ellos elaboraban, sin cita previa y con el hándicap del idioma.



Esa tarde abril, palpe la historia, la magia de quizás el viñedo más conocido e importante del mundo la Romanée-Conti, ahí está, en la Côte de Nuit a las afueras de Vosnee Romanee, rodeado de otros viñedos históricos como La Tâche, Richebourg, Èchezeaux, Clos Vougeot ,…, pero sin lugar a dudas los ojos se iban a esas 0,85 h. de un viñedo en el que a simple vista no le encuentras nada especial comparándolo con sus vecinos y sin embargo en el silencio que se respira en una tarde soleada de primavera sientes las gotas de sudor y lágrimas que se deben haber derramado en sus entrañas a lo largo de tantos años de historia y los inolvidables momentos que habrán hecho disfrutar los vinos que han nacido de sus cepas.
Tengo que poner un pero a esta primera etapa por el viñedo borgoñón, después de pasar por muchos de los pueblos que conforman la Côte de Nuit convertidos hoy en días en verdaderos mitos de la enología mundial (Gevrey-Chambertin, Morey-St.-Denis, Musigny, Vosne-Romanée, Nuits-St.-Georges,…), después de catar más de 40 vinos a lo largo del día, la mayoría de ellos tintos elaborados con pinot noir, la uva que ha dado fama a la Cote de Nuit, y con precios en la mayor parte de los casos nada baratos, me fui a la cama con la sensación de no haber catado nada súper especial. Probé vinos jóvenes, maduros, hechos, la mayoría sin hacer, y aunque tienes la sensación de tener grandes vinos en la copa, ninguno me enamoro. Dice mi buen amigo Ismael, que para valorar un tinto de Borgoña debes pasar la barrera de las 40 primaveras y yo me he adelantado 5. Yo lo que realmente creo es que mi paladar aun no está lo suficientemente preparado o entrenado para saber apreciar la complejidad y los matices de los vinos de esta región.


El segundo día del viaje, decidimos recorrer la Côte de Beaune (el reino de la chardonnay), o lo que es lo mismo municipios en los que se elaboran algunos de los mejores vinos blancos del mundo, aunque primero pasamos por los pueblos de Pommard y Volnay para catar algunos de sus tintos e intentar desquitarnos de la espinita que teníamos clavada del día anterior, pero seguimos disfrutando sin emocionarnos.
Todo cambió cuando a través de la carretera D74 que discurre entre viñedos, nos topamos con el cartel anunciador del pueblo de Meursault, pisamos terrenos de vinos blancos, de los que para mí hasta la fecha y con mi corta experiencia son los mejores vinos blancos del mundo (con permiso de los vinos alemanes, Loira,....) Allí rompimos el hielo explorando las bodegas subterráneas de Chateau Meursault donde tuvimos un flechazo con un vino especial, quizás el vino que más nos impresionó del fin de semana, quizás por ser el primero en tocarnos la fibra, Puligny-Montrachet Champ Canet 1 Cru.
A partir de aquí el día fue un gran festival de vinos, no puedo decir que catáramos, en esta ocasión bebimos, más de una treintena de Meursault, Puligny Montrachet, Chassagne Montrachet, recorrimos los grand cru y primer cru que bordean estas tres pequeñas poblaciones, descubrimos una y otra vez en la copa la “Bella Reducción”, disfrutamos en una pequeña plaza de Puligny de una de esas tardes gloriosas en la que estás rodeado de dos grandes amigos, en un marco incomparable, con algunos de los mejores blancos que has probado en tu vida (la cantidad de vinos probados ese día también ayuda a ello), sin prisa, sin necesidad de ver y ver más cosas, fantaseando con sueños futuros y palpando lo que realmente es la “Felicidad”.

El colofón a esta escapa a la Borgoña fue la visita al “pariente pobre” de esta región, en nuestro regreso a Lyon quisimos ver que se hace en la zona de Mâconnais, y el coche nos llevo hasta el pueblo de Chasselas, ubicado en un valle espectacular, un regalo para la vista totalmente rodeado de viñedos, en cuyo nido es encuentra el Chateau Chasselas, un monumento histórico rehabilitado recientemente y recuperado entre otras cosas para la elaboración de vinos. El municipio está integrado dentro de la A.O.C Saint-Verán. Los vinos no son de especial interés, pero la visita fue un regalo, creo que debe ser una parada obligatoria para cualquier curioso del vino. La persona que nos recibió, Sonia, una mujer francesa de padres españoles, con una dominio perfecto de nuestra lengua, nos edulcoro si cabe más aun la visita.
La tarde se completo con una gran sorpresa, con un gran descubrimiento, a pocos kilómetros de Chasselas en Solutré Pouilly, una agrupación de 5 pueblos que rodean un valle han creado un centro de interpretación, de presentación, de degustación de los vinos de Poully-Fuissé (Atrium). Allí Julie, el alma mater de esta asociación nos presentó un vino de cada uno de los pueblos que intregran la A.O.C., todos ellos elaborados con chardonnay y una elaboración semejante a la Cote de d`Or, es decir, fermentación y crianza en barrica, en los que pudimos observar las diferencias de terroir, distinta composición de suelos, altitud, horas de sol, orientación. La experiencia, “fantástica”, tuvimos grandes vinos en nuestra copa, nada faltos de complejidad y alma y lo que es mejor a precios en su mayoría 3 o 4 veces más baratos que la media de los de la zona noble.

Y esto ha sido un pequeño resumen del sueño cumplido de un “tragavinos” de la Castilla profunda, que un buen día decidió embarcarse con dos personas muy especiales para él en un pequeño viaje por la mítica Borgoña. Esta ha sido también la primera entrada de un blog que espero no aburra demasiado y que se ha creado para tratar de plasmar en una pantalla de ordenador la variedad de sentimientos que me provoca la palabra VIVIR.
  1. #1

    Dani C.

    Un gran artículo Álvaro. El verano pasado estuvimos por esta zona y lo pasamos de miedo.
    Excepcional la cena en Caves Madeleine y esa enciclopedia andante que es Lolo.

  2. #2

    rafelia

    Muchas gracias Álvaro por el artículo. Este año hemos estado por la zona de Burdeos y Sauternes, y para 2011 queremos planear una escapadita por Borgoña... me apunto todas tus recomendaciones... y otras q te pediré, pq seguro que te ha quedado alguna en el tintero. Saludos desde Mallorca

  3. #3

    gsus

    Espectacular. Por cierto, Álvaro ¿dónde te hospedaste?

  4. #4

    NachoJJ

    ¡Enhorabuena por esa gran escapada!
    El ambiente de vino que se respira en todos sus rincones, es simplemente alucinante. Un sitio para soñar....

  5. #5

    Jilguero

    guardaremos tus referencias. Esa informacion vale mucho.

    Gracias,
    Alberto


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