Color rubí claro con reflejos cobrizos y amplio ribete atejado, limpio.
Nariz limpia de media intensidad, donde dominan las notas terciarias a duela envinada, cuero viejo, especias dulces, los toques terrosos y animales, sobre los de fruta roja licorosa levemente reducida.
Boca muy pulida y clásica, con buena acidez que vertebra el conjunto, pero ya empezando a dar muestras de cierta fatiga. De nuevo sobresalen las notas terciarias descritas en nariz sobre esos tonos de fruta en licor y leves notas a paja húmeda y bosque umbrío. Buen final, especiado y nada cálido.
Un vino que se bebe con facilidad y agrado, claro exponente de la vieja rioja tradional.
Lo primero que debo decir es que ha sido un sorpresón. ¡quién te ha visto y quién te ve, Campo Viejo!. En las copas de balón no denotó los tonos cobrizos que nos esperabamos sino todo lo contrario, color cereza de capa media, vamos todo un chaval, con una estupenda intensidad y que fué un gran punto de partida. En nariz fruta roja, cremosidad comedida pero con notas ligeras de cacao y caramelo, nada de agua de aceitunas como también podría esperarme y con ligeros tostados. Una buena nariz que, igual que en copa, poseía intensidad. Al llegar a nuestras bocas sigue apostando por lo que nos indicó en la fase olfativa, mostrando de nuevo fruta, suavidad, elegancia, ligeros tostados cremosos y todo ello con un final largo. Muy sabroso, muy disfrutable y así ocurrió, nos duró un instante. Gratísima sorpresa.
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