Masdevinos

Enoturismo en Galicia

De este viaje a Galicia vengo con dos sensaciones reforzadas. Y digo reforzadas, porque ya las tenía de antes, pero este viaje las ha consolidado aún más. Una es lo maravillosa que es esa tierra llena de contrastes:  de montes, de valles, de mar… numerosos escenarios fantásticos para el cultivo de la vid, cada uno con sus peculiaridades y sus características propias. Y la otra es, lo maravillosa que es la gente que vive y trabaja en esa tierra. Toda la gente que he tenido la oportunidad de conocer a lo largo de estos días se ha portado con nosotros increíblemente bien. Precisamente se lo comenté a Rodri después de visitar su bodega (Forjas del Salnés), me fui con la sensación de deber algo. Como si me hubieran dado mucho a cambio de nada. De hecho, creo que fue exactamente así…


Primer día. Jueves 21 de Abril. Mañana.


La primera bodega que visitamos fue Valdesil, en Vilamartín de Valdeorras, perteneciente a la Denominación de Origen Valdeorras. Conocíamos sus fantásticos godellos y nos apetecía ver el lugar en el que ven la luz. Tuvimos la suerte de cara porque a pesar de haber estado toda la noche lloviendo el día amaneció claro y con una temperatura muy agradable.
Nos recibió muy amablemente Guillermo Prada, gerente de la bodega,  quien después de una pequeña introducción a las peculiaridades de los terrenos pizarrosos de la comarca, nos llevó en un emocionante viaje en todo-terreno por los viñedos, empezando por el que linda exactamente con la bodega. Un viñedo joven de apenas un año procedente de clones de las plantas del conocido Pedrouzos. Y digo que fue “emocionante” el viaje porque la lluvia de la noche anterior había dejado alguno de los caminos prácticamente intransitables. Aún así mereció la pena.
Viñedos de Godello
Después de ver las viñas aledañas a la bodega nos acercamos a alguno de los viñedos que se encuentran a más altitud, donde pudimos disfrutar de unas fantásticas vistas y contemplar nuevas plantaciones en laderas que respetan las orientaciones naturales del terreno, sin reestructuración de las fincas. Las plantas están empezando a brotar y el verde empieza a teñir las laderas pizarrosas. Una de las características que presentan las fincas de Valdesil es que en todas tratan de mantener una cubierta vegetal entre plantas que controle el vigor de las cepas, lo que si cabe embellece aún más el viñedo. Poco a poco otros pequeños  viticultores de la zona acostumbrados a labrar el terreno están adoptando estas técnicas al ir viendo que se obtienen buenos resultados, y por supuesto, asesorados por la bodega, aunque no siempre resulta fácil cambiar las viejas costumbres.
Los terrenos son de pizarra desmenuzada, que permite una buena penetración de las raíces, lo que aporta mayor complejidad a los vinos elaborados con estas uvas.  No hay que olvidar que la comarca entera de Valdeorras es la mayor productora de pizarra de España.

Viñedos de Godello. Al fondo, la bodega.


Finalizamos nuestro paseo entre los viñedos en la finca Pedrouzos, de la que únicamente podemos decir que es impresionante. Cepas de más de cien años, plantadas en 1885, de muy baja producción y con una excelente orientación. Es un placer pasear entre estas cepas retorcidas, algunas prácticamente tumbadas sobre el suelo, como si lo hicieses por un auténtico jardín. De hecho esa es la sensación, ya que una cuidada cubierta vegetal  cubre todo el suelo. Es realmente precioso. De los viñedos más bellos que he tenido la oportunidad de visitar.
 


Impresionantes cepas en el viñedo Pedrouzos.


De vuelta a la bodega, probamos alguno de los vinos en una amplia sala de cata.


Montenovo 2010: godello joven sin nada de madera de uvas provenientes de viñedos ajenos a la bodega pero controlados por ellos. Muy fresco y frutal, facilísimo de beber.
Valdesil 2009: elaborado con uva de viñedos propios y con un trabajo de lías de 4 meses en depósito de acero inoxidable. Es un vino con más cuerpo que el Montenovo, donde se nota el trabajo con las lías en una untuosidad que lo hace muy agradable, con claras notas de fruta blanca y cítricos.
Pezas da Portela 2008: es un vino que se caracteriza por proceder de la selección de once pequeñas fincas con una media de 50 años y a una altitud de 500 metros. Fermenta en diferentes barricas y tinos de madera (350, 500 y 2000 litros) y después tiene una crianza de 6 meses en roble francés. Lo probé por primera vez en febrero y al menos aquella botella se mostró “poco hecha”. Después de apenas 2 meses, en mi opinión, ya estaba mucho más disfrutable. Es un godello con una excelente estructura, con una fantástica acidez y un delicioso toque mineral en boca.
Pezas da Portela 2009: más parecido a la añada 2007, que fue la que me descubrió este godello. Muchísimo equilibrio en un vino que promete y al que habrá que seguir cuando salga a la venta allá por Septiembre de este año…


No tuvimos oportunidad de probar el Pedrouzos pero nos llevamos una botella para disfrutarlo con calma en casa.
En cuanto a los tintos de la bodega, que previamente yo no había tenido el placer de haber probado, catamos el Valderroa Carballo 2008. Tinto elaborado al 100% con la variedad mencía de viñedos viejos con paso por madera. Muy aromático, con recuerdos de frutas negras y violetas típicos de la mencía y con buena estructura. Para acompañar una carne roja.


Y así terminó esta fantástica visita a una bodega que está ayudando a llevar la godello al lugar que merece entre las variedades blancas españolas.

 

Primer día. Jueves 21 de Abril. Tarde.


Por la tarde de ese mismo día habíamos quedado con Marta y con Rubén en Ponte da Boga. Marta es la Relaciones públicas y Rubén el director técnico de esta bodega que apuesta por las variedades autóctonas.
Lo primero que hicimos, aprovechando un respiro que nos dio la persistente lluvia que nos acompañaba desde que salimos de Valdeorras, fue acercarnos a visitar los viñedos de Costa de Alaïs, cerca de la bodega. Un fantástico viñedo joven de mencía plantado en el año 1999 con una espectacular pendiente y dispuesto en bancales. Aquí también apuestan por mantener una cubierta vegetal que compita con la vid por los recursos del terreno y controle su vigor.  Prácticamente es un jardín en el que haya que pasar un cortacésped por cada bancal. Las plantas llevaban una brotación más avanzada que las de la vecina Valdeorras y pronto habría que empezar a arrancar los brotes más bajos.
Vistas del viñedo Costa de Alais
Viñedo Costa de Alaïs.


Es impresionante mirar hacia arriba donde con la perspectiva se juntan las hileras de cepas e imaginar el trabajo que tiene que dar mantener este viñedo así, por no hablar de la época de la vendimia. Nos proponemos algún día  venir a verlo.
En esta ladera con un espectacular desnivel  se cultiva, en la parte baja, la variedad reina de la Ribeira Sacra, la mencía, y en la parte alta merenzao. Aún más arriba cepas jóvenes de albariño, en espaldera todas ellas.
Antiguamente lo habitual en Galicia era que todas las fincas llevasen varios tipos de uva entremezcladas. Lo que se pretendía con ello es asegurar “algo” de producción todos los años.  Si por las características climatológicas el año no era bueno para una variedad, al menos lo sería para otra. Hoy por hoy todas las plantaciones nuevas separan las variedades para un mejor control y poder asegurar así el momento de vendimia óptimo de cada uva.
La merenzao, por ejemplo, uva de maduración temprana, en esta zona de la Riberira Sacra se recoge una o dos semanas antes que la mencía. En la añada 2010 a principios de setiembre ya se había vendimiado la merenzao, y algo más de una semana después la mencía.
Tuvimos que interrumpir la visita a los viñedos porque la lluvia volvió arreciando con fuerza, por lo que pasamos directamente a la bodega. Después de una visita en la que intercambiamos opiniones sobre la elaboración de sus caldos, sobre las ventajas de la utilización o no de levaduras añadidas y sobre el mercado del vino en general, subimos a la sala de cata donde tuvimos la oportunidad de probar todos sus vinos, incluyendo algunos que aún no han salido al mercado.
Blanco de Blancos 2010: empezamos por un plurivarietal de albariño, godello y algo de doña blanca. Un vino fresco, mineral, con recuerdo de frutas blancas y cítricos. Muy rico.
P Mencía 2010: el mencía básico de la bodega, muy frutal, con muchas flores, suave en boca y con buena acidez. Mantiene una muy buena frescura.
Capricho de Merenzao 2009: era uno de los vinos que más ganas tenía de probar, porque no hace mucho tuve la oportunidad de catar la 2007 y a pesar de la notas de reducción que presentaba se intuía el trabajo que había detrás de este vino. Además la merenzao es una de las variedades que más me ha sorprendido en los últimos tiempos. Es una variedad complicada que da mucho trabajo en el viñedo y que poco a poco ha ido desapareciendo. De brotación temprana es muy sensible a las heladas primaverales. Ahora está teniendo un repunte gracias a bodegas como Ponte da Boga, Algueira o Quinta da Muradella entre otras, que están recuperando la variedad. De momento, qué lástima que haya tan poco. Este 2009 es un vino mucho más fácil de beber que la 07, incluso recién abierta la botella. Disfrutable desde el primer momento. De capa más alta que el 07, incluso demasiado para esta uva, nos saca de dudas Rubén comentándonos que a esta añada en concreto se le ha añadido algo de Sousón, brancellao y mencía. Muy aromático, suave en boca, complejo pero fácil de beber.
Alaïs 2008: segunda oportunidad de probar este vino que mejora día a día. Apenas tres meses después de la primera vez que lo probé,  se muestra mucho más amable incluso a botella recién abierta. Mencía en estado puro, con la madera muy bien integrada y un punto de frescura diferente a otras mencías con barrica. Muy atractivo.
Alaïs 2009: a pesar de lo jovencito que es este vino ya muestra maneras. Más floral quizá que su hermano mayor, tiene una frescura en boca que lo hace muy agradable. Un vino al que habrá que seguirle la pista.
Brancellao 2010: otro de los vinos que más ganas tenía de beber.  La brancellao es una variedad que personalmente me llama mucho la atención y de la que no es fácil encontrar monovarietales. Este vino aún no está a la venta y ni siquiera está muy claro que vaya a salir como monovarietal, así que fue una oportunidad única para catarlo. Cerrado en nariz de inicio, pero se abre en seguida con un poco de oxigenación. Goloso pero sin sobremaduración, fruta negra muy intensa, ligeras notas de chocolate… y muy muy rico en boca, también con una gran frescura. Da la impresión de que va a ser un vino de los que no cansan en absoluto. Con cuerpo, pero ligero en boca al mismo tiempo. Ojalá salga solo al ruedo cuando le toque dormir en botella.
Sousón 2010: otra joya de la que espero que vaya en solitario para demostrar todo su potencial. Mucha intensidad de color, capa alta, con buena nariz, también fruta madura, pero quizá para mi gusto excesivamente goloso. En boca no lo es tanto, pero aún así pide a gritos acompañarlo de una buena carne roja. Un vino contundente.
Bancales Olvidados: detrás de este bonito nombre se esconde un viñedo de mencía que se cree que andará en torno a los 150 años. Una joya. Muy elegante en boca, suave, sedoso, final con taninos aún por pulir, ligeramente astringente, pero con un potencial increíble. En nariz notas típicas de la mencía con un fondo aromático complejo. Muy rico. De los que más gustó a todos los presentes.
Se nos pasaron las horas en la sala de catas probando los vinos y charlando animadamente con Rubén, quien no ahorro en todo tipo de explicaciones. Un auténtico placer poder charlar con alguien que vive de esta manera tan apasionada su trabajo.
 

Vistas desde la sala de catas
Vista desde la sala de catas. Al fondo el viñedo Costa de Alaïs.

 

Segundo día. Viernes 22 de Abril. Mañana.


El segundo día en la Ribeira Sacra amaneció gris y presagiaba lluvia, pero para nuestra satisfacción poco a poco a medida que nos acercábamos a nuestro destino, se fueron abriendo claros entre los que se colaban ilusionantes rayos de sol que bañaban de luz el espectacular paisaje por el que transitábamos. Verdaderamente digno de ver. A quien no conozca esta zona no puedo hacer otra cosa que animarle a visitarla. Impresionantes los cañones de Sil con sus escarpadísimas pendientes forradas de bancales. Se ha comentado más de una vez en estas páginas y parece una exageración, pero verdaderamente el trabajo que se hace aquí casi puede calificarse como “viticultura heróica”.
 

Viñedos en los cañones del Sil

Viñedos en los cañones del Sil.


Ese mismo día, horas después, en una agradable conversación Fernando (Adega Algueira) me diría una cosa que me llamó profundamente la atención, y sobre la que estoy de acuerdo al cien por cien. El trabajo del viticultor en esta zona tiene que estar orientado a hacer vinos diferentes. Para hacer el mismo vino que otros hacen con la mitad de esfuerzo, no merece la pena hacerlo. No sería rentable trabajar en esta tierra, a no ser que se haga por puro romanticismo, lo cual también abunda muchísimo en esta Galicia que poco a poco se va consolidando en el mundo vinícola por méritos propios.

 

Las vistas ya desde el coche son impresionantes. Merece la pena aprovechar los recodos que ofrece la carretera para dejar el vehículo y asomarse a esos viñedos que se precipitan monte abajo hasta besar el Sil. Impresiona sólo pensar el trabajo que tiene que dar esta orografía hoy en día y sobrecoge el echar la vista atrás e imaginar cómo tuvo que ser hace años, cuando aún existían menos medios. Aunque poco se ha podido mecanizar aquí. Tan sólo ayudan, y mucho, los raíles por los que sube una plataforma con las cajas de uva recién vendimiada hasta los accesos a los viñedos. El resto del trabajo se hace como hace años, bancal a bancal, planta a planta.

La leyenda romántica dice que fue la diosa Juno la que por celos abrió esa inmensa cicatriz que son los cañones del Sil en esta hermosa tierra. La historia nos dice que fueron los romanos los que hicieron los primeros bancales para cultivar la vid. Y el presente nos dice que gracias a bodegas como las que visitamos ese día la Ribeira Sacra es una DO con mucho futuro en el panorama vitivinícola.


La primera visita del día fué a la Adega Algueira, que para mí tiene uno de los mejores mencías que he probado nunca, por delante, a mi parecer, de muchos otros con muchos premios a sus espaldas. Nos recibió muy amablemente Fernando González, dueño de la bodega, quien atiende siempre que puede junto a su mujer Ana a todos los visitantes, ofreciéndoles a probar varios de sus vinos. Tuvimos la suerte de probar muchos, quizá porque se notaba la ilusión con la que hicimos esta visita y el interés que pusimos en sus vinos, desde los más básicos, que al fin y al cabo son los que sostienen prácticamente todas las bodegas, hasta los más complejos y trabajados.


Probamamos en primer lugar el Blanco Plurivarietal 2009: excelente coupage de godello, treixadura y albariño con notas cítricas, toques de manzana verde y un paso por boca espectacular. Muy rico.
Pasamos después a los tintos, empezando por el Algueira joven 2010: como se esperaba de él, absolutamente frutal, con notas muy marcadas de violetas. Un vino fácil de beber pero que deja huella.
Algueira Barrica 2007: mencía con crianza en barrica de roble francés con la madera perfectamente integrada, no tapa en absoluto la fruta. Muy suave, con un paso por boca excelente. Frescura embotellada en 2007 que permanece inalterable a día de hoy.


Y a partir de aquí, quizá los tres vinos más comerciales de la bodega, empezamos a probar cosas aún más espectaculares.
Sousón-Caiño 2010: una delicia de vino. Coupage de dos variedades que por separado cada día me gustan más y que bien ensambladas dan vinos absolutamente elegantes, como éste. Muy aromático, con mucho color pero sin nada de sobreextracción, goloso, con fruta madura en nariz y un paso por boca sedoso, redondo, largo y delicioso. La botella que probamos llevaba ¡tres días abierta! Y estaba espectacular.
Después tuvimos la oportunidad de probar directamente del depósito un monovarietal de brancellao, que también es una uva que me llama muchísimo la atención. Es otra de las variedades autóctonas que ha estado a punto de desaparecer, seguramente por ser de muy baja producción. Al igual que el que pudimos probar el día anterior, esta variedad da unos vinos con una nariz muy aromática y compleja, con muchos matices. También son vinos potentes en cuanto a color, de capa media-alta, pero suaves y ligeros en boca. No quiero decir que sean vinos carentes de estructura, ni mucho menos, pero sí son vinos sutiles a pesar de lo que pudiera parecer en la fase visual. Muy rico. Un vino al que prometo seguirle la pista.
Después vino el Merenzao 2009. Ya la añada 2008 me impresionó muy positivamente cuando la probé en casa y seguramente será uno de los vinos de esta variedad que más me ha gustado, si no directamente el que más. Esta uva tan temprana y complicada que requiere tantas atenciones da vinos absolutamente elegantes, de capa muy baja, muy sedosos, con buena carga tánica que les asegura vida en botella… vinos cautivadores.
Este 2009, como la añada que le precede, elegante como pocos, suave, sin una sola arista. Una delicia. Más sutil aún que la 2008 se nota ese paso por barrica de segundo año. Como curiosidad y diferenciando esta zona de Ribeira Sacra de otras, aquí, en la subzona Amandi, la Merenzao se ha llegado a vendimiar la primera semana de agosto.
Probamos después el que para mí es uno de los mejores mencías que he bebido nunca, el Algueira Pizarra, concretamente la añada 2009, que aunque aún tiene muchísimo recorrido y mejorará, ya apunta maneras. Un vino absolutamente frutal en el que el trabajo con la madera no tapa esas notas características de la variedad. Mucha fruta roja, muchas flores, y una boca deliciosa en un vino que con un largo paso por botella será una vez más un referente de la variedad.
Antes de comer Fernando nos sacó del depósito otra joya de las muchas que esconde en esa bodega que más parece una orfebrería. Un monovarietal de godello con un año en barrica que se estaba estabilizando en depósito y que posiblemente sea uno de los mejores godellos que haya probado nunca. Con más color de lo habitual en esta variedad, impresionantemente fresco a pesar de su paso por madera, con una nariz ligeramente golosa, graso en boca, untuoso, elegante, con una estructura increíble, perfectamente equilibrado. Riquísimo. Según se va abriendo aparecen notas de hierbas aromáticas, de lavanda, de manzanilla… Complejo y sencillo. Un vino que hará las delicias de más de un apasionado de los godellos.
Después de degustar estos vinos nos fuimos a comer al restaurante Castelo en la propia bodega, donde comimos de maravilla acompañando los platos con el Blanco Plurivarietal, esta vez la añada 2010. Amarillo dorado con reflejos verdosos. Manzana ácida en nariz, notas cítricas, hierbas aromáticas, orégano, pimienta. Y en boca muy equilibrado, con una estupenda acidez final que invita a seguir bebiendo hasta que se acaba la botella y no te queda más remedio que pedir otra…
Por cierto, aquí tuve la suerte de conocer a Diego Descorche y poder compartir con él algún vino más.


Después de comer fuimos a despedirnos de Fernando, que tan amablemente nos había atendido y nos volvimos a enfrascar en otra interesante conversación que nos condujo nuevamente a la bodega. Para cuando quisimos darnos cuenta tuvimos la agradable sorpresa de descubrir que Fernando se guarda muchos ases en la manga, como un maravilloso monovarietal de treixadura con una fermentación lentísima en barrica de roble, muy rico, con cuerpo, untuoso, con un potencial terrible y que posiblemente no salga a la venta hasta dentro de dos o tres años.
Y más sorpresas… Últimamente tenía mucho interés en probar monovarietales de garnacha en esta zona y no me estaba siendo nada sencillo catar ninguno. Dicho y hecho. Nos abrió una botella del Algueira Garnacha 2007 y a todos los que tuvimos la suerte de compartir aquellos momentos allí nos encantó. Más tarde Diego lo definiría como “sensaciones nuevas en una garnacha que lo parece y no. Sin “sobre” (extracción; maduración). Goloso pero crujiente. Aromático pero “frío”. Gélido. Largura (…) ¿Dónde está el tino en el que fermentó? ¿Y la barrica de roble donde se crió? Sólo sabe a si misma”. Y no le quito ni le pongo ni una sola coma. Una auténtica maravilla de vino, donde a pesar del paso por madera se ha respetado la variedad y el terruño por encima de todo.


Y para terminar, más sorpresas. Hablando de maderas, de robles, de tostados, se vuelve a escapar Fernando a la bodega y aparece con una copa de tinto, mencía, y nos lo da a probar.
Con el color característico de la mencía, una nariz absolutamente primaria, con ligeras notas especiadas, elegante y sutil en boca, redondo, con una estructura sobresaliente, la madera perfectamente bien integrada, acompaña pero no esconde nada. Y largo. Y riquísimo.  ¿La sorpresa? Criado en roble gallego. Espero que más bodegueros se atrevan a probar y se le de un impulso a estas iniciativas, que seguro que benefician a todos en esta tierra.
Un lujo la visita a la bodega. Un lujo sus vinos. Y un lujo poder contagiarnos de la ilusión y la visión especial que tiene Fernando de su pasión, de su trabajo.

Viñedos sobre los cañones del Sil

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Viñedos sobre los cañones del Sil

 

Segundo día. Viernes 22 de Abril. Tarde.


Esa tarde nos viene a buscar a la misma puerta de la Adega Algueira, Pedro, propietario de bodegas Guímaro. Sin su guía, como pudimos comprobar más adelante, hubiera sido muy complicado llegar a la bodega. Dada la hora que era y a que llovía copiosamente, no pudimos visitar los viñedos y fuimos directos a la bodega. Personalmente me hubiera encantado visitar las nuevas viñas que ya me habían adelantado que eran impresionantes. Y también tenía especial interés en ver los viñedos nuevos de merenzao plantados hace apenas un año, pero no pudo ser. En otra ocasión será.
De todas formas, Pedro nos dio algún dato más sobre este nuevo viñedo, y nos puso los dientes largos. Parece ser que es uno de los viñedos más grandes de toda la Denominación, en una ladera con pendientes de hasta el 65% dispuesto en abanico formando una especia de anfiteatro. Realmente tiene que ser digno de verse. Allí se han plantado cepas nuevas de albariño, treixadura y godello, y variedades tintas como la merenzao, caiño, sousón, y cómo no, mencía.
Nos prometemos volver en una época en la que aseguremos algo más el buen tiempo y visitar este viñedo.
En bodega coincidimos con otro grupo de unas ocho personas, lo que hizo la visita menos “personal”, pero no por ello menos interesante vistos los vinos que íbamos a tener oportunidad de probar.


Empezamos con el Guímaro joven directamente del depósito de acero inoxidable. Mencía en estado puro, absolutamente frutal. Una golosina. Catamos después otra muestra del mismo vino pero de otro depósito y manteniendo las características del primero presentaba notas diferenciadoras. El ensamblaje final del Guímaro joven se hace a partes iguales de los tres depósitos más grandes. Uno de los mencías jóvenes más ricos de Galicia, por supuesto, en mi humilde opinión.
Probamos después, directamente de la barrica, el que va a ser el Guímaro B2m. Le queda mucho camino todavía por andar pero ya se percibe lo que va a ser un vino muy frutal, con buen cuerpo, madera bien integrada y ese toque mineral que le caracteriza.
Del depósito de inoxidable, estabilizándose, el Ladredo 2009, que elabora Dirk Niepoort  con la materia prima de Pedro. De la misma finca que da la uva de la que saldrá El Pecado, pero en este caso con orientación Norte. Es una mencía completamente diferente a lo que estoy acostumbrado a beber que habrá que ver como se afina en botella, pero que en una primera impresión no me acabó de convencer. Para mi gusto, demasiada madera que hace que pierda ese carácter atlántico que tanto me gusta de la mencía de la Ribeira Sacra. Lo dicho: habrá que ver su evolución en botella.

Sala de barricas de Guímaro

Después, en la sala de barricas tuvimos la oportunidad de probar el Ladredo 2010. Una muestra mucho más joven y con mucho menos trabajo de bodega, por lo que se muestra más frutal. No lo pudimos catar en su mejor momento porque además del tiempo que le queda en madera estaba en plena fermentación maloláctica.

Más tarde, también de barrica, una muestra de El Pecado 2010. Más goloso que añadas anteriores, con buena maduración pero no mucho grado alcohólico, bien integrado, muy sedoso y elegante. En su línea. A mi particularmente me gusta mucho este vino. De todas formas tampoco es muy representativa esta cata porque este vino se hace a partir de 8 barricas diferentes y el vino en cada una de ellas evoluciona de forma distinta.
Para terminar nos abrió Pedro una muestra del GB1p del 2008, el hermano gemelo de El Pecado. Un vino muy rico, picota cubierto con ribete granate, buena nariz, intensa, compleja, con muy buena estructura en boca, muy redondo y largo largo largo. Un vino bastante hecho que se puede disfrutar desde ya mismo, aunque seguro que seguirá evolucionando muy positivamente en botella.
Y fue una pena no tener más tiempo pero tuvimos que salir de la bodega en medio de un aguacero. Echamos de menos no poder estar más tiempo charlando con Pedro, que tan amablemente nos recibió. Nos quedamos con bastantes preguntas que tendremos que dejar para otra ocasión para poder encontrarles respuesta.

 

Cuarto día. Domingo 24 de Abril. Mañana.


El sábado descansamos y nos dedicamos a hacer turismo por Santiago, pero el domingo volvimos a la carga con una última visita que me hacía mucha ilusión poder realizar y que cumplió con creces mis expectativas. Esta vez en las Rias Baixas.


Nos acercamos hasta Meaño, provincia de Pontevedra, para acercarnos a la bodega Forjas del Salnés, cuyo propietario Rodrigo Méndez, nos atendió como si nos conociera de toda la vida. Al menos esa fue la sensación que nos dio a todos. Pura amabilidad y simpatía.

Viñedos jovenes en Rias Baixas
Lo primero que hicimos fue coger los coches y acercarnos a ver unos viñedos jóvenes de apenas dos años muy cerca del mar. Es una finca situada en medio de un bosque de eucaliptus respetando la orientación natural de la ladera. Un viñedo con muchas horas de sol, donde Rodri ha plantado recientemente Albariño (en la parte más baja) y las tres variedades tintas con las que trabaja: caiño, loureiro y espadeiro (en la parte más alta).
La peculiaridad de esta viña es que se ha plantado, a diferencia de lo que viene a ser habitual en esta Denominación, con mucha densidad por hectárea, con apenas medio metro entre cepa y cepa, buscando una mayor competencia entre plantas. Al más puro estilo Borgoña. Y lo que también es una novedad en esta zona: se va a trabajar con la viña en espaldera en lugar de la tradicional “parra”. Será sin duda una finca que dará que hablar. ¿Los resultados? El tiempo lo dirá, pero yo me atrevo a augurarle un futuro fantástico.
 


Después de visitar esta finca y de responder amablemente a nuestras preguntas, nos lleva Rodri a ver un auténtico tesoro. Está a unos 20 kilómetros de allí, pero ni me entero de la distancia empapándome de la pasión y dedicación que pone Rodri en su trabajo. Es un auténtico placer poder charlar con él, de viticultura y vinos en general, y de sus vinos en particular.
Llegamos en un visto y no visto (de verdad que ni me enteré del viaje) y el “tesoro” que esconde nuestro anfitrión es un viñedo viejo de caiño y albariño de más de cien años. Incluso parece ser que queda alguna planta que tiene la friolera de más de doscientos años. Pertenecen a una familia que ha tenido la suerte de encontrar Rodri (y ellos de encontrarle a él, no me cabe la más mínima duda) que lleva seis generaciones cuidando de estas viñas centenarias y que ha sabido conservarlas contra viento y marea, aún en épocas en las que todos sus vecinos arrancaban y volvían a plantar por el escaso rendimiento que dan. Auténticos apasionados que nos recibieron con una franca amabilidad en su casa y nos dedicaron más tiempo del que nos hubiéramos atrevido nunca a robarles.
 

Viñedos en parra
Viñedos en parra en Rias Baixas


Increíble el paseo que dimos entre las parras. Algunas de ellas, casi huecas, parece mentira que sigan vivas. Si no fuera porque estaban todas brotando y ya tenían bastantes hojas costaría creer que fuesen capaces de bombear sabia por esos troncos retorcidos. Nos cuenta Rodri que dentro de la finca se diferencian dos zonas, algunas con un suelo mucho más orgánico y otras en las que los postes que sujetan el emparrado no se han podido enterrar más de 15 centímetros, porque el suelo era de granito puro. El terreno siempre con cubierta vegetal es un auténtico jardín en el que fue una delicia pasear escuchando el murmullo del agua de las fuentes que brotan por doquier. Un paraíso.

Y el viñedo no es el único tesoro que esconde la bodega. En el “caserio” que integraba la antigua bodega familiar guardan barricas de castaño donde hacía fermentar el mosto el padre de nuestra anfitriona en la propiedad, que pasa ya de los ochenta años, y que desde niña ayudaba a su padre a elaborar el vino. Impresionantes y dignas de ver las barricas. Y en esa misma sala, en la que hasta el dintel de la puerta (en granito puro) estaba labrado a mano para que pudieran meterse las barricas, una pared cubierta de viejas botellas de albariño y de caiño, algunas de más de 25 años. Y nos cuenta Rodri que las que aún conservan el corcho en buen estado están en plena forma todavía. Un lujo al alcance de muy pocos. Obviamente, nosotros no tuvimos la suerte de probarlas, pero el simple hecho de visitar aquel viñedo y ver esas joyas, hizo que la visita de verdad mereciera la pena.
Nos despedimos de la familia que tan amablemente nos había recibido y nos dirigimos nuevamente a la bodega para probar los vinos, con una sensación muy agradable  en el cuerpo, habiendo estado en un lugar “mágico”, con gente “auténtica” de verdad, y con la certeza de que el futuro del vino cada día está más cerca de sus orígenes.

 


Ya en la bodega, de vuelta, tuvimos que hacer un ejercicio de concentración, porque Rodri consiguió que nos sintiéramos todos como en casa.

El primer vino que probamos fue el Leirana 2010, un albariño joven que a mi parecer va mejorando añada tras añada. Y su elaborador me confirmó el por qué. Las mejores uvas de albariño se han ido utilizando en el Leirana Barrica, pero, a medida que se empieza a utilizar más uva procedente de los viñedos centenarios que tuvimos la oportunidad de visitar, parte de la uva que antes se destinaba al blanco con barrica ahora se destina al vino joven, con lo que se consigue una gran mejora de la calidad del vino. Es un vino con muchos matices a pesar de su juventud. Notas cítricas, piña y albaricoque en nariz. Para beber y beber.
Después probamos directamente de la barrica el blanco con fermentación en madera. En estos momentos tiene dos barricas ovaladas de 2 y 3 años, y pudimos apreciar las pequeñas diferencias que le aporta una y otra al mismo vino. El sentido de utilizar barricas ovaladas es que se marque menos el paso por madera y poder eliminar más fácilmente las lías. En Forjas del Salnés buscan blancos frescos y fáciles de beber, huyendo de esa untuosidad que da al vino el trabajo con las levaduras muertas. Y a mi modo de ver lo consiguen, con vinos suaves, con buen paso por boca y con una gran acidez que les aporta absoluta frescura con un equilibrio perfecto.
El siguiente vino que probamos fue un blanco muy peculiar. Un blanco fermentado como si fuese tinto, con los hollejos. Se tuvo macerando a 4˚ C varios días y arrancó por si solo la fermentación con sólo 8˚ de temperatura. Tiene mucho color, mucha extracción, pero aún así resulta muy fresco, con una buena acidez, lo que es una característica de todos los vinos de esta bodega, incluyendo los tintos. En nariz da ahora mismo notas de queso azul, curioso pero no desagradable. Habrá que ver cómo evoluciona. Allí mismo Rodri lo mezcló en copa con un poco de blanco joven, y después de pasarlo de una copa a otra unas cuantas veces nos lo dio a probar. Una maravilla de coupage improvisado. No se sabe aún que se podrá hacer con este vino que tuvimos la suerte de probar directamente de la barrica, pero seguro que formará parte de algún vino muy interesante. Si no lo es ya por si mismo.
Tuvimos también la oportunidad de probar el Muti, el blanco que elabora Raúl Pérez con Rodri únicamente para el mercado americano. Como todos los blancos de la bodega, con una buena acidez que le da mucha frescura, pero no es un vino que emocione.


Pasamos a los tintos en medio de una animada conversación sobre los diferentes vinos. El primero que probamos fue el Goliardo Caiño. Muestras de barricas de 2º y 4º año, se acerca mucho más a nuestros gustos la muestra de la barrica de 4º vino, manteniendo mucho más elevada la carga frutal. Todos estos vinos pasan entre 11 y 12 meses en barricas de roble francés, preferiblemente usadas. Cuando no queda más remedio que usar nuevas, por la necesidad de ir reponiendo, generalmente esos vinos pasan a formar parte del coupage que lleva por nombre Bastión de la Luna.
Probamos la que a mi entender es una de las uvas tintas más interesantes de la región. La espadeiro. Como todas las que probamos, muestra de barrica de la añada 2010. Con bastante color, muy suave en boca, no se puede apreciar bien por estar realizando la fermentación maloláctica. Una pena, pero seguro que lo probaremos cuando salga a la venta, no en vano las anteriores añadas que he podido probar me han encantado.
El siguiente que probamos fue el Goliardo Loureiro 2010. La variedad es una de las que más color aporta a los vinos, de hecho, en muchos de los vinos tintos que se han hecho siempre en esta zona se añadía parte de esta variedad precisamente para eso, para añadirles color. La variedad por si sola da vinos de capa media-alta, intensos, bonitos de verdad. En nariz mucha fruta roja sobre un fondo balsámico y en boca puro terciopelo con un final ligeramente verde. Sin duda se domará en botella.
Todos los tintos destacan por diferentes a otras variedades. Son vinos con mucha carga aromática, con mucha fruta, notas balsámicas muy especiales y toques salinos que los hacen únicos.
Tuvimos la suerte de poder probar también una muestra de un vino de Raúl Pérez del que habíamos oído hablar pero que no teníamos muy claro que existía realmente: el Rosa dos Ventos. Un coupage de muchas variedades que no se sabe ni si saldrá a la venta. Sólo hay una barrica. Lleva, entre otras, mencía, prieto picudo, caiño, y garnacha de Madrid. Se mostraba muy complejo en nariz y en boca, a pesar de dar la impresión de ser un vino con mucho cuerpo, resultaba absolutamente sedoso, elegante y fino. Muy fácil de beber. Habrá que ver si finalmente sale a la venta.
Otra joya que pudimos catar. Un Pinot Noir de las Rias Baixas. Un capricho de Rodri, que tampoco se sabe si saldrá al mercado. Un vino sutil y aromático con un excelente paso por boca y una acidez impresionante que no te deja dejar de beber. Una delicia.
Y para terminar, una última sorpresa: un albariño fermentado en barrica con una pequeña proporción de ratiño, variedad muy poco extendida de la que no hay suficiente como para poder hacer una barrica. Tras una maceración de 30 días y una fermentación lenta ha dado un vino con bastante color y una boca absolutamente redonda. Por supuesto, pese al paso por madera (ningún vino de Forjas del Salnés se hace en inoxidable), una frescura deliciosa, seña de identidad de esta bodega.


Y así terminaba una mañana fantástica en una gran compañía. Una visita a una pequeña bodega que hace grandes vinos.
Fue un gran punto final a una semana Santa inolvidable disfrutando de Galicia, de sus paisajes, de su gastronomía, de sus vinos y de la compañía de su gente.
Habrá que volver pronto.

Raúl Bello Rodríguez

  1. #1

    Riaul

    Esta visita tuvo lugar en Semana Santa. Simplemente la he incluido en el blog para tener agrupados los artículos. Muchas gracias.

  2. #2

    Mher

    Artículo muy interesante. Yo he tenido la oportunidad de ir durante varios años a la feria del vino de Sober, justo antes de Semana Santa y suscribo lo mencionado en el artículo, merece la pena visitar la región. ¡Es cierto que los Cañones del Sil son impresionantes!
    Aunque también he de decir que la feria del vino es una experiencia distinta de la descrita.
    Un saludo,
    Marek

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar