Gregorio Martínez

Cuántas veces hemos hablado aquí de "cerrar círculos"; esos círculos que se empiezan a dibujar cuando pruebas un vino que tiene "algo" que te emociona, un vino con personalidad, con alma, reflejo muchas veces de una tierra, incluso de una parcela concreta, y de la gente que está detrás de él. El círculo se sigue trazando en las siguientes botellas, y acaba de cerrarse cuando no te queda más remedio que intentar acercarte a esa bodega y conocer el paisaje que rodea ese vino y a la persona que ha sido capaz de encerrarlo dentro de una botella.

En este caso, curiosamente, el proceso ha sido al revés. Primero conocí a la persona, a Ricardo Cantera. Después de varias conversaciones, de muchas preguntas, de muchas dudas sobre elaboración, encontré uno de sus vinos en una tienda. Me lo llevé a casa, lo probé con curiosidad y al día siguiente volví a la tienda para llevarme todas las botellas que quedaban. Después vinieron otras marcas de la bodega y en todas fuí encontrando ese mismo perfil auténtico y de respeto a la uva. Y recientemente se cerró el círculo, con una visita a la bodega donde me quedó más claro aún que en esos vinos hay mucho futuro.

Vistas desde la bodega

Gregorio Martínez es una joven bodega perteneciente a la D.O.Ca Rioja. Se encuentra en Nalda, una pequeña localidad de algo más de mil habitantes en el Valle del Iregua, una zona excepcional por su particular microclima y su altitud. En 1970 la familia Gregorio Martínez empieza a comprar terrenos en Sorzano, antigua aldea perteneciente al municipio de Nalda, a unos 700 m sobre el nivel del mar. Durante muchos años se vende la uva, sobre todo tempranillo, a algunas de las más importantes bodegas de la D.O.Ca, hasta que en 1998 elaboran su primer vino utilizando las instalaciones de una bodega de Cenicero. En 2001 se termina la construcción de la bodega en la propiedad, junto a la viña al más puro Château francés. Precisamante esa primera añada, la del espectacular 2001, es la toma de contacto de Ricardo Cantera con la bodega. Después, unos años de paréntesis e intensa formación en Italia y de desarrollo de su otra actividad (procede de la rama industrial), para volver en el 2009 de nuevo.

Gregorio Martínez acualmente desarrolla dos líneas de vino: una línea clásica y otra más moderna, que de una forma curiosa resulta, si cabe, más clásica. Ya, ya, suena complicado. Luego lo explico.

La línea clásica toca casi todos los palos: blanco joven, blanco reserva que pronto saldrá al mercado, un tinto joven, crianza y reserva. Hablamos de vinos finos, con una gran frescura, uso limitado de sulfuroso (por ejemplo, el blanco joven tiene 25 mg de sulfuroso ¡total!). Vinos de trago largo. Toda esta línea de vinos se elabora con uva propia. Disponen de 150 hectáreas de terreno de las cuales 32 están plantadas de viña, sobre todo tempranillo, con algo de mazuelo y viura. La finca se llama "La Dehesilla" y resulta significativo porque antiguamente es lo que era, una dehesa donde predominaban los robles. El microclima y la altitud provocan diferencias de temperatura casi extremas entre el día y la noche lo que permite vinos de taninos dulces y excelente acidez (por el día las temperaturas permiten una lenta maduración y el frío de la noche evita pérdidas de acidez importantes). Y esto se nota en todos los vinos: tanino amable, frescura, largo recorrido. Si a esto le añadimos saber hacer y paciencia, tanta como para no sacar al mercado los vinos jóvenes hasta el siguiente otoño, cuando consideran que se han redondeado y crecido lo suficiente, estamos hablando de un respeto absoluto por el vino y por el cliente al que va dirigido.

En la línea más moderna se elabora vinos que han venido a llamar de "Finca", toda una declaración de intenciones. Estos vinos se presentan en botella borgoña. Pero... ¿por qué decía que esta línea moderna resulta si cabe más clásica? Es sencillo. La elaboración es moderna desde el punto de vista de la elaboración ya que se incorporan las nuevas tecnologías, de las que luego hablaremos, pero es clásica en el resultado final, por los vinos que elaboran, están más cercanos a los vinos finos de Rioja de siempre, que a lo que en los últimos años se ha venido a llamar "Riojas modernos".

Ahora mismo hay dos vinos en el mercado y pronto verán la luz otros dos. Los que podemos encontrar son un monovarietal de mazuelo (el primer vino de Gregorio Martínez que probé) y un plurivarietal blanco. Los que vendrán, un 100% tempranillo impactante y un rosado de tempranillo y mazuelo.

Gregorio Martínez Finca Mazuelo 2012:

Fruta fruta y fruta saliendo a borbotones, como de una herida. Ciruelas, moras, especias, ligeros y agradables verdores propios de la variedad, toques minerales. De esos vinos que asomas la nariz a la copa y no necesitas ni probar para que te cautiven, para que sepas sin ningún asomo de duda que te van a gustar. En boca destaca la frescura, de principio a fin. Es un vino fino, de textura sedosa, con recuerdos marcados de fruta roja al final de boca, especiado, balsámico y muy largo. En otras zonas de Rioja el mazuelo se utiliza por la carga de color que aporta y por el grado alcohólico. Aquí no lo vendimian nunca antes de mediados de octubre y no llegan a los 13%. Un lujo de materia prima.

Gregorio Martínez Finca Blanco 2011:

Flores blancas, manzanilla, jazmín, fruta blanca, manzana, pera, membrillo, nísperos, laurel, balsámicos... por momentos encuentras todas las variedades de este plurivarietal de finca. Lleva viura, garnacha blanca y malvasía, pero también una pequeña parte de calagraño, torrontés y maturana blanca. En boca es un vino de textura untuosa, con cuerpo,bien estructurado, con recuerdos de fruta blanca madura. Poco a poco nos encontramos todo lo que la nariz nos ofrecía, un toque de amargor final y largo recorrido. Personalmente es un vino para beber con un par de grados más que otros blancos de Rioja para buscar todos los matices que ofrece.

Este vino es el único de la bodega que se elabora a partir de uvas de viñedos ajenos a la propiedad. La viña es propiedad de Miguel, quien la trabaja con todo el mimo del mundo. Una viña complicada debido a la orografía que impide cualquier tipo de trabajo mecánico. Situada en la localidad de Cárdenas, es un precioso viñedo viejo donde las cepas más jóvenes superan los 70 años. Otra de las dificultades que presenta esta viña es que todas las variedades se encuentran mezcladas, lo que complica las labores de vendimia sobre todo, ya que obliga a buscar el punto óptimo general de la finca. Recoger las diferentes variedades por separado sería casi imposible.

   Miguel en su viñedo                                              

Gregorio Martínez Finca Tempranillo 2012:

Uno de los tempranillos que más me ha sorprendido en mucho tiempo. Nariz intensa de carácter maduro, fruta roja y negra muy viva, con notas de laurel y balsámicos muy marcados. La primera impresión es madura pero enseguida se refresca... y eso sin probarlo aún. En boca es frescura, es tensión. Me encantan esos vinos que se presentan maduros y resultan absolutamente frescos después. De textura aterciopelada, vertical pero amplio al mismo tiempo, larguísimo, con recuerdos finales de fruta fresca, ligeros tostados, balsámico. Espectacular. Cuando salga a la venta va a llamar mucho la atención.

El Finca Rosado todavía no está embotellado, y aunque las muestras de barrica prometen mucho, no voy a comentarlo todavía, aunque sigue la línea trazada sobre todo por los tintos. Mucha fruta, taninos dulces y una acidez espectacular.

Hablabamos antes de comentar estos vinos del carácter clásico de los "Finca" pese a ser la línea más moderna de la bodega en cuanto a elaboración y presentación, y merece la pena que sea explicado con un poco más de detalle.

Ricardo además de ser la persona que traslada el paisaje del viñedo familiar a la botella, viene de la rama industrial y tiene patentados varios proyectos, entre los que se incluye el sistema Oresteo, con el que se elaboran estos vinos de Finca. Es un sistema que estoy convencido cada vez oiremos más los que disfrutamos del mundo del vino, por varias razones: porque en un sector en el que cada día se da más importancia a la "huella de carbono" y en el que se busca un perfil más natural en el vino, el sistema Oresteo es una apuesta segura, desde mi humilde opinión. Básicamente se trata de almacenar a alta presión el carbónico que se desprende durante la fermentación alcohólica de los vinos y utilizarlo luego para diferentes fines. No voy a desarrollarlo aquí, no soy la persona más indicada tampoco, pero facilita por ejemplo una maceración prefermentativa larga sin riesgos, fermentaciones controladas sin necesidad de remontados ni pisados, maceraciones postfermentivas largas y seguras, almacenamiento del vino, mantenimiento de lias en suspensión si se quiere, etc... y todo ello con cantidades mínimas de sulfuroso.

En definitiva, una bodega joven, que va creciendo paso a paso, año a año, en la que se han juntado una persona con las ideas muy claras, con un perfil de vino en mente que es capaz de llevar dentro de una botella, y con una gestión de bodega detrás con la paciencia suficiente para dejarle trabajar y dejar que el vino poco a poco hable por si mismo. Una Relación Calidad Precio difícil de superar. Pasión por el trabajo bien hecho. En definitiva: una apuesta de futuro segura.

Raúl Bello Rodríguez 2014.