Peña La Verema

Visita al Salón Internacional del Vino

Del 8 al 10 de febrero se celebró la segunda edición de este Salón en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. El objetivo del Salón es convertirse en el centro monográfico del vino en España. Recordemos que aunque existen ferias muy importantes como Alimentaria (Barcelona), éstas suelen combinar la alimentación con el vino.

El jueves 8, fecha de la inauguración, visité el Salón y pude comprobar que se está consolidando como un importante certamen, aprovechando el tirón que tiene estar situado en la capital del reino. En particular, el despliegue mediático obtenido era importante: cámaras de televisión filmando por doquier, Nieves Herrero (RNE) retransmitiendo con público en directo, tertulia de Onda Cero, etc.

En diferentes localizaciones y horarios había múltiples catas comentadas (más de 250 en total, según la organización), dirigidas por catadores de la Unión Española de Catadores, y se impartían dos cursos de cata. También se había montado varias mesas redondas y un Taller Sensorial que ofrecía un recorrido a través de todos los sentidos que intervienen en la cata. Total, que actividades paralelas había de sobra para el aficionado con tiempo por delante.

En el apartado de las bodegas presentes, la juventud del certamen se notaba por la ausencia de muchas empresas importantes con stand propio. Sin embargo, la representación que había era suficientemente importante como para merecer un viaje de Verema.com desde Valencia. Empezando por los productores de la tierra patria, la D.O. Valencia y la D.O Utiel-Requena estaban representadas por varias bodegas agrupadas en el mismo stand. Conversé brevemente con los representantes de la Cooperativa El Villar (Villar del Arzobispo) y con Bodegas Schenk (Requena), que están haciendo una nueva gama llamada "Las Lomas", muy interesante.

Las bodegas de la D.O. Vinos de Madrid, que podían considerarse las anfitrionas del Salón, también parece que empiezan a apostar fuertemente por el vino de calidad. Un buen ejemplo es la bodega don Alvaro de Luna, de la subzona de San Martín de Valdeiglesias. Su nueva gama de vinos intenta transmitir una imagen de modernidad en sus botellas, muy bonitas. Habrá que probarlos en cata para ver lo que dan de sí.

El azar me llevo, más tarde, al stand de la Bodega Gaspar Florido (Sanlucar de Barrameda, Cádiz), una bodega con larga historia, donde Eduardo Cotro, un auténtico converso a Internet que no para de hablar con entusiasmo de este medio tan nuestro, nos dio a probar una excelente manzanilla en rama.

En el stand de Bodegas Piqueras (Almansa) tuve un breve pero emotivo encuentro con Angel Bonete, hijo del recientemente desaparecido y gran enólogo Mario Bonete. Aún recuerdo vivamente la visita a la bodega que la peña La Verema hizo hace cinco años.

La zona estrella para el buen aficionado era, inevitablemente, el área donde exponían las bodegas de Ribera del Duero. Allí tuve el lujazo de probar un Valtravieso 98 y, en el stand de Pesquera, un Alenza 96. ¡Cuánto se sufre en estas ferias! En cambio, las bodegas de la D.O. Priorat brillaban por su ausencia. Será que tienen todo el vino vendido, a pesar de sus precios estratosféricos.

En Parxet probé el Tionio 98, la última incursión de esta bodega catalana en la Ribera del Duero. Una moda que se ha extendido a otras importantes bodegas (Freixenet, Codorniu, etc.) También estaban presentando el cava Titiana, elaborado con chardonnay, una variedad perfectamente adaptada en la zona de Alella, según la bodega.

Finalmente estuve en el stand de Bodegas Félix Solís (Valdepeñas), donde pude comprobar como se están haciendo cada vez mejor las cosas en esta gigantesca región productora. Probé un Viña Albalí reserva de la familia 91, un vino amable y clásico, que indica que la bodega empieza a dar más importancia a la calidad. Ciertamente tiene mucha donde buscar en sus 500 hectáreas de viñedo. Ya hace tiempo que se ha dicho que cuando el gigante de La Mancha despierte se pondrá a temblar el resto del mundo vinícola.

Y se acabaron las horas del día. Aún me esperaban 350 kilómetros hasta Valencia.


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