Peña La Verema

La Peña La Verema llega a su cata nº 117

El pasado 19 de Septiembre, tras el paréntesis veraniego, inició de nuevo su andadura la Penya Enològica La Verema. Para ello, por iniciativa del organizador –Toni Villagrasa-, nos dimos cita en el restaurante Islas Canarias donde se nos reservó un magnífico salón para tal motivo.

La música de fondo que inundaba el ambiente era muy aséptica, me recordaba a la que ponen en los aviones en el momento antes de iniciar la maniobra de despegue tratando que el personal esté lo más tranquilo posible, sobre todo aquellos que sufren de claustrofobia. Evidentemente, este no era nuestro caso ya que todos estábamos deseosos de vernos y de catar los vinos que nuestro anfitrión había seleccionado.

Antes de describir los vinos que se cataron, permitidme que comente, aunque sea brevemente, el menú que para tal motivo se nos sirvió. Empezamos con unos entrantes de ibéricos; a continuación unas pequeñas croquetas de excelente sabor que me recordaron el libro de Sumacher “Lo pequeño es hermoso”. ¿Os habéis dado cuenta que siempre las cosas pequeñas son mejores que las grandes? ¿qué preferéis, un melocotón de secano de reducido tamaño pero de excelente sabor o uno de regadío grande e insípido?. Podría continuar hablando de otras cosas pero creo que es mejor que me calle. Después, unos chipirones al ajillo precedieron a un delicioso foie casero que estaba de muerte. Por último, el plato estrella de la noche fue un suquet de bogavante de los que hacen historia.

Respecto a los vinos, a mi entender, las claves de esta cata estuvieron en los vinos 2º y 3º. Me explico. Ambos tenían un elevado porcentaje de uva Moscatel. Esta era más evidente en el vino Los Monteros que en el Gessamí donde la Gewürztraminer y, sobre todo, la Sauvignon Blanc enmascaraban a la Moscatel. Entre los otros dos vinos, el Albariño era totalmente atípico en el Casal Caseiro y, sin embargo, la Chardonnay resultaba bastante evidente en el Raimat Selección Especial. En definitiva, una cata algo especial por la dificultad de detectar en dos de los vinos los aromas de dos varietales tan típicas como la albariño y la moscatel.

Respecto al Gessamí, tengo que decir que estaba deseoso de probarlo dada la aureola que precedía a este vino premiado en la Muscats of the World. Sin embargo, el hecho de haber olvidado en casa mis copas Riedel me privó de haberlo catado en mayor profundidad. Otra vez será pues todavía conservo alguna botella en casa.

Lo que no me gustó nada fue la botella de Los Monteros ya que el vidrio estaba “repujado” de una manera un tanto antiestética como si ésta estuviera rodeada con una tela. Asimismo, la botella era excesivamente ligera y la etiqueta imitaba a corcho y madera, pero era papel. Creo que se debería huir de la creencia popular -y del marketing más cañí- de que lo antiguo es mejor que lo nuevo. Por su parte, la botella del vino gallego mostraba unas formas modernas y muy sugerentes. Esta si que me gustó, al menos en su apartado estético.

Bueno, un saludo a todos los foreros desde la Peña La Verema. Hasta la próxima cata.


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