Blog de Jordi Melendo

¿Tintos en el Penedès?

Me unía una gran amistad con el periodista especializado en vinos y gastronomía Andreu Parra, quien falleció en el año 2003. A los que lleváis años con esto del vino no hace falta que diga quien era Andreu Parra. A los que no le conocieron les diré que era uno de los más destacados periodistas dentro de su especialidad y autor de numerosos libros. Escribía sobre vinos y restaurantes en diferentes revistas, impartió consejos gastronómicos en Play Boy y hasta su triste desaparición firmó una columna semanal de vinos en las páginas nacionales de ABC, además de colaborar con varias revistas. Era un gran profesional, humilde y sencillo, una gran persona y muy fiel con sus amigos. De entre mis archivos he recuperado un artículo que quiero reproducir en este blog, recordando al amigo Andreu.

Hay fiebre de vinos tintos en esta comarca, con lo que se recupera una antigua y secular tradición. Hasta la terrible plaga de la filoxera el Penedès era tierra de tintos. Basta dar una somera lectura al libro Diamante del Viticultor, editado en Madrid, en el año 1884 y del que fue autor José López y Camuñas, para darse cuenta de que en la provincia de Barcelona además del Penedès habían otras zonas que en aquellos tiempos tenían mucha producción de vinos, como el Maresme, Terrassa, Sant Cugat y Esparraguera, sobre todo, y la cuenca del Bages. El autor reseña más de 100 especies, la mayoría tintas de las que muchas se han perdido como la mallorquí, afarta pobres, cuyo de gall, domenech, roca de Italia, bardalá, francés, juanenchs, lloras, pansá valenciana, quebranta tinajas, traverons, sultana y muchas otras de las que desconocemos como eran y qué daban de fruto. En cambio, entre las blancas de ahora encontramos la malvasía, macabeo, moscatel, picapolls y entre las tintas actuales la cariñena, garnacha, garrut, picapoll, ull de llebre (la tempranillo), sumoll, monastrell y nada más. Es fácil que entonces hubiese las cabernet o pinots con otros nombres, porqué las viñas cambian de nombre en cada territorio, pero lo cierto es que las tintas eran las más extendidas. Después de la filoxera se replantaron en blanco y de ahí viene la posición ascendente en el mercado de estos vinos.

La asociación de Agricultores de España editó en el año 1889 un anuario, y en el mismo constan muchos datos, algunos de ellos dan fe del tinto en el Penedès. Por ejemplo, en una lista se relacionan los vinos y da como comunes el clarete de Vilanova, el tinto de Ribas y el tinto de Vendrell, además de otros de Poboleda, Alella, Palau de Anglesola y para exportar señala los tintos de Vilanova con, 16,3º, garnachas de Vilanova i la Geltrú, 18,1°, tinto seco de El Vendrell, 12,6º, además de una lista muy curiosa porque cita los de Cadaqués, Montgrí, Cervera y Badalona, lugares donde no queda ni una triste viña. Además de malvasías de Sitges, moscateles de Sant Llorenç d'Hortons y un sumoll de Altafulla, 21,2º. Son curiosas las graduaciones.

El autor habla de las características y dice que en la zona de Vilafranca se dan vides de las que se obtienen abundantes vinos de embarque por su fuerte coloración y buenas cualidades y afirma lo mismo de los cultivados en Vilanova i la Geltrú.

Es significativo el capítulo del tipo de uvas y no resistimos la tentación de darlo íntegro: "Penedès.- Se cogen cantidades respetables de vino tinto en esa comarca, con las uvas sumoll, garnacha y alguna otra; pero como resultan algo flojos y se prestan a toda dase de mezclas, se revuelven con los de Sitges y Cubelles, y a veces con vinos de capa del Priorato y de Alicante, y aun con tramontano aragonés, y resultan así buenos vinos de embarque que salen para América.Hacen también mistelas blancas y negras que compran a los negociantes de Tarragona, y el vino más inferior se destina a los aguardientes."

Los tintos a finales de siglo y cuando ya amenazaba la filoxera con su cara más temible, eran los protagonistas del Penedès. Eran tiempos en que los vinos del Arbós, se cotizaban con los de Falset, Reus, Valencia y Montpellier.

Eran años buenos para el vino porque la filoxera ya había destrozado el viñedo francés y ello permitía alcanzar altas cifras de exportación, en el año 1884, de Enero a Septiembre, se exportaron más de seis millones de hectolitros, cifra colosal para la época, como se referencia en “L’art del pagés", una revista en catalán de las cosas del campo. En otro escrito, del año 1895, mencionan que en Sitges se habían vendido muy bien el vino nuevo, del que quedaba poco y se vendía a 14 cuartos el porrón, mientras que el año anterior se había vendido a 10. De los de Vilafranca menciona que se vendían entre los 120 a 140 reales por carga, en tintos y los blancos entre 80 y 90. Es decir que ya los tintos se pagaban mucho mejor que los blancos.

Es tiempo de tintos en el Penedés, vuelven con criterios más afinados, con otras uvas, más las de siempre, con otras maneras de cultivar, pero todo lo anterior nos demuestra que hace más de 100 años ya eran protagonistas.

Andreu Parra

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