Tempranilla Jones

Tempranilla Jones y la rebelión de los espumosos: Más allá del Champagne

Había escuchado esta frase miles de veces, Si quieres burbujas de verdad, que sea Champagne,  pero no esperaba oirla de uno de mis maestros, de mis más admirados prescriptores, de la boca de mi amigo Bruti, BrutNature, usuario muy activo en un muy conocido foro de vinos llamado Verema, vendimia en valenciano.

- Tú lo que eres es un talibán del champagne! seguro que hay muchos espumosos que están al mismo nivel o incluso lo superan.  

 

Esta conversación se representaba en mi cabeza días después mientras sostenía una copa dorada llena de… ¿Lambrusco? ¿Franciacorta? ¿Cava? Por Dios! como podía ser tan analfabeta en lo que a burbujas se refiere, así como le iba a debatir a Bruti que existen otras burbujas a parte de su Champagne.  Mientras miraba la copa las burbujas ascendian hasta casi rozar mi nariz, ese movimiento me tenía embelesada hasta que oí que mi móvil, como muchas otras veces, interrumpía mi fascinante imaginación, acababa de recibir un mensaje de BrutNature y pensé que lo estaba invocando.

Tempranilla, tienes que venir. Hay un grupo de espumosos que está conspirando para destronar al Champagne. Están organizando su propia rebelión y tú sin saberlo... pilla el metro

Mientras llegaba a mi parada iba pensando por qué cada vez más profesionales en España, Italia, Alemania o Francia misma, fuera de Champagne, hablaban de espumosos con orgullo ¿Por qué esos vinos aparecían en las cartas de los mejores restaurantes y se colaban en las recomendaciones de los sumilleres más inquietos? Tendría razón BrutNature y no hay nada como el champagne, o por el contrario hay espumosos que realmente son verdaderas joyas vinícolas. Era momento de descubrirlo por mí misma.

Y allí estaban ellos, los espumosos; elegantes, pícaros, arrogantes, jóvenes, maduros, divertidos, sedosos, pero todos sin excepción... burbujeantes. 

Mientras recorría la mesa expositora un Pet-Nat me miró con ojos traviesos:

Nos llaman rústicos, pero llevamos siglos haciendo magia.

Un Franciacorta elegante suspiró:

Italia también sabe hacer burbujas finas, querida. Solo que el mundo nos ha ignorado demasiado tiempo.

Y un Corpinnat alzó la voz:

Nosotros queremos que nos miren de tú a tú con los mejores, no por vanidosos sino porque de verdad lo valemos.

Estaba completamente fascinada con estos espumosos todos tan personales y tan diferentes, y al lado de Bruti fui conociendo las diferencias existentes entre ellos. 

Voy a necesitar al menos tres vidas, un hígado y medio de repuesto y un calendario sin lunes para catar todos los espumosos del mundo..

Porque necesito que sepas que esto no va solo de Champagne, Cava, Franciacorta, esto no es una simple cata, es un tour mundial de burbujas y yo ya estoy buscando pasaporte. Y mientras yo iba probando copa tras copa y mi libreta se llenaba de notas.

 

Primera copa: Cava

- Tempranilla, prepárate para un viaje mental a Sant Sadurní d'Anoia, me dijo Bruti con aire solemne mientras llenaba mi copa con un Cava. Imagina las barricas, las botellas reposando en rima, las manos expertas degollando a ritmo de ballet... y tú, como no podría ser de otra forma, moviéndote entre ellas como si fueras la Reina Mater de las burbujas. 

Yo no sabía si reir, brindar o bailar, pero lo del degüelle me llevo a imaginar efectos especiales en mi persona de la mano del maestro degollador y mi cabeza empezó a rodar escenas dignas de Hollywood, esquivando chorros de espumoso como en Matrix… . Y lo siguiente a lo que me llevó fue a reposar en el sofá más cercano después de tantas emociones y, sólo visitando una copa, ni siquiera una bodega entera. Cuando pude reincorporarme me transforme en una verdadera periodista vinícola y anote en mi libreta:

El método tradicional era impecable, las variedades autóctonas (Macabeo, Xarel·lo, Parellada) daban carácter mediterráneo, y algunas casas elaboraban cavas de largas crianzas, complejos y elegantes. Pero el mercado había castigado al Cava demasiado tiempo con una imagen low cost asociándolo a fiestas navideñas.

Mientras degustaba un Cava de Paraje Calificado le comenté a BrutNature, 

creo que el problema del Cava nunca fue la calidad, sino su percepción. El Cava ha vivido demasiado tiempo a la sombra.

 

Segunda copa: Corpinnat

A pocos kilómetros de distancia geográfica y física en la mesa expositora, conocimos a los productores de Corpinnat, un colectivo que elabora centrándose en el territorio, la viticultura ecológica y las largas crianzas.

Me sirvieron una copa de un Brut Nature, como mi Bruti, de largas lías, como su melena, que indique en mi libreta como intenso, amplio, profundo, con un frescor que no esperaba

Uno de los viticultores me dijo, sonriendo...

No somos anti-nada. Somos pro-excelencia.

Entendí que Corpinnat buscaba posicionarse en la misma liga que los grandes espumosos del mundo, jugando con reglas propias, apostando por el origen y la mínima intervención.

 

Tercera copa: los Ancestrales (Pet-Nat)

La siguiente mesa nos trasladó a pequeños talleres donde el vino chispeaba con una energía salvaje. Los Petillant Naturel (Pet-Nat), esos locos del método ancestral. 

- Una única fermentación que termina en la botella, sin degüelle ni florituras -, me comentaba Bruti al oido. Aquí manda la naturaleza, prepárate para la sorpresa.

No habían grandes crianzas, ni burbujas ultrafinas de etiqueta. Aquí había fruta descarada, diversión a borbotones, nervio, chispa y tierra, mucha tierra. No pude evitar soltar una carcajada y en voz alta comenté:

Esto no es Champagne con frac, es el punk de los espumosos! Aquí saltas al escenario, te despeinas y te manchas de vino.

 

Cuarta copa: Italia y sus Tesoros burbujeantes

En Italia, me encontré con dos mundos que no podían ser más opuestos.

Por un lado, Franciacorta, elegante, preciso, refinado, elaborado con método tradicional, que se pavoneaba frente al Champagne diciendo: Mírame, soy italiano pero puedo jugar en tu misma liga, querido.

Por el otro, Lambrusco pero serio, vinificado en seco, perfecto para embutidos y platos grasos, que me guiñaba un ojo desde la mesa y me decía: Olvida el Lambrusco dulce de supermercado, yo soy el auténtico, el que baila con mortadela y parmigiano toda la noche.

Cada copa era como una escena de película. El Franciacorta parecía un ballet clásico, con tutú y puntas; el Lambrusco era una fiesta de pueblo con banderines, acordeón y todo el mundo cantando a coro. Le dije a Bruti:

Si sigo bebiendo así, voy a terminar bailando las dos cosas al mismo tiempo.

 

Quinta copa: el Champagne y sus primos los Crémant

Alcanzamos la mesa del Champagne, el rey de la fiesta, o eso cree. Territorio sagrado. Aquí todo era perfecto, impecable, casi demasiado. Las burbujas eran tan finas que parecía que te hacían cosquillas en el alma, las copas brillaban como joyas, y cada botella parecía decirte: Soy lo mejor que te va a pasar hoy

Los productores hablaban con ese aire de quien sabe que está en la cima. Sí, Champagne era glorioso, complejo, fascinante… pero también un poco Diva, no? Mientras degustaba le comenté a Bruti,

Vale, puede que sea la estrella de la alfombra roja… pero cuidado, que los demás también saben brillar.

Después del glamour del Champagne, conocí a sus primos modestos acercándome hasta el barrio de los Crémant: Alsacia, Borgoña, Jura, Loira… regiones francesas que elaboraban espumosos por método tradicional, pero sin las ínfulas de La Diva

A estas alturas del día yo miraba a las botellas y les sonreía diciendo: 

Tranquilos, no tendréis ese nombre tan famoso, pero estáis llenos de finura y mineralidad y sin que tiemble la cartera, lo que en mi caso se agradece. Sois igual de brillantes que vuestra prima La Diva, pero no presumís tanto.

 

Sexta copa: los espumosos locales, los héroes escondidos

Y entonces llegaron las sorpresas. En Euskadi, un Txakoli espumoso se lanzó sobre mí como un rayo salino. En Extremadura, un productor experimental me ofreció un espumoso de Tempranillo que me hizo explotar todos los esquemas. En Galicia, descubrí un ancestral de Albariño que parecía hecho para maridar con océanos.

¡Esto es como encontrar superhéroes escondidos en cada esquina! No son famosos, no salen en portadas, pero cada uno tiene su poder secreto, su personalidad única, y estan aqui esperando a que yo los pruebe.

- Y tú ?  Pregunté a una botella - Yo soy el futuro, si te atreves a mirar más allá.

Entre burbujas francesas sin ínfulas, italianos seductores, catalanes reivindicativos, vascos salinos y pet-nats con complejo de fuegos artificiales, entendí que el mundo espumoso es una jungla maravillosa donde el Champagne no es el único rey… aunque lleve corona.

Mientras caminaba con Bruti camino al metro, iba calculando mentalmente cuántas catas me quedaban para entenderlo todo… ¡qué digo todo! Para entenderlo un poco.

Le pregunté a Bruti:
- ¿Sigues pensando solo en Champagne?

Y me respondió, sin pestañear:

- Baby hay amores que son eternos...aunque las tentaciones estén por todas partes y nos burbujeen con descaro.

Yo lo miré, me reí y no dije nada. Cada uno con lo suyo, él con su eterno romance, yo con mi rebelión espumosa.  Y así seguimos caminando, sin necesidad de convencer al otro.
Porque en el fondo, lo bonito de las burbujas es eso, que todas caben en una copa, aunque no piensen igual.

  1. #1

    Josep_Gallego

    Un buen modo de acercarnos a esos "otros" espumosos, especialmente adecuado para las personas que están iniciándose.

  2. #2

    Javierpozo

    Sinceramente me a encantado el articulo, gracias! Un saludo

  3. #3

    jlleo

    Muy interesante. Gracias por el artículo.

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