El Alma del Vino

Primeurs Bordeaux : Les Sorcières du Clos des Fées 2010 (Côtes du Rousillon).

Hervé Bizeul no es un cualquiera en el universo del vino. Formado en la Escuela de Hostelería de Niza, su pasión por el vino le llevó a ganar con 21 años el Concurso Ruinart Meilleur Jeune Sommelier de France. Bizeul es además un interesante comentarista de gastronomía y vinos, con múltiples artículos y escritos referidos a este apasionante mundo. Entre 1997 y 1998 su vida toma un rumbo importante, primero por contraer matrimonio con su esposa, Claudine; con la que dirige la bodega. Segundo por comenzar su carrera profesional como viticultor y winemaker. En 1998 se funda el Domaine, y Hervé y Claudine se consagran como seguidores confesos del vino de garage francés, siguiendo los pasos de Thunevin. Desde los bajos de su casa, comienzan a elaborar vinos agudos, con impecable personalidad. Durante los Primeurs de Burdeos tuve la fortuna de visitar la pétrea y bella localidad de Saint-Émilion, y por ende, comprobar in situ la extraordinaria capacidad de Jean-Luc Thunevin de aglutinar en torno a sí, vinos de todo el mundo, alejado como está del tradicionalismo bordelés. Thunevin, bajo su aspecto amable y complaciente; pasa olímpicamente de las normas establecidas y en plenos Primeurs sorprende a sus invitados con vinos de Burdeos y con otros de lugares tan dispares como España,Hungría,Borgoña ó Alsacia. Thunevin tiene la voluntad de tratar al vino de un modo plural, alejándose de convencionalismos exclusivistas. Lo que para algunos puede considerarse una afrenta al vino de Burdeos, para otros, entre los que yo mismo me encuentro; es una regla de buena educación, compartiendo la fiesta de los primeurs con amigos de otros pagos. Mientras mis amigos conversaban con representantes de otras bodegas, yo no quise perder ni un segundo de mi tiempo, y caté entre otras deliciosas sugerencias el Les Sorcières du Clos des Fées 2010, nueva añada en avanzadilla, de un vino compuesto de un coupage de carignan, grenache y syrah, con uvas recogidas de un modo selectivo en viñas con una edad entre cuarenta y ochenta años. Crianza posterior durante ocho meses en depósitos de acero inoxidable con uso muy limitado de sulfitos. La impresión que me trasladó este vino fue aceptable, dentro de una línea media de aprobación. Picota oscuro con reflejos violáceos, su cromática es correcta. Nariz de fruta madura, especialmente frambuesa; con atisbos progresivos de flores silvestres, me llegó un recuerdo certero de menta y concluí apreciando una expresión mineral muy suave. Boca potente, con entrada dulce bien marcada, unos taninos que no se alejan de esa sensación y que demuestran al poco un giro de amargor, que tiende a prolongar la percepción. Lo que menos me convenció de este vino fue su lado ácido, algo escaso, poco marcado. Ello me lleva a la conclusión personal de que es un vino que tendrá escasa evolución en botella, al menos tal y como lo caté. Entiendo que será un vino aceptable, hasta un punto complejo en nariz y con una expresión media en boca. Sin embargo valoro su capacidad de supervivencia a largo plazo como poco recomendable. De esos vinos que desde su adquisición ya etiquetado, estará pidiendo a gritos un pronto consumo, sin prisa pero sin pausa. Y es que cada bodega sabe a quien y para qué dirige cada uno de sus productos. Lo dicho, aceptable a corto plazo, pero sin proyección de guarda excesiva.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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