Duijn spätburgunder baden sd 2002.
Juan Cuatrecasas
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Spätburgunder no es más que la expresión germánica de la Pinot Noir. Y lo es en base a un 11´5% del total de viñedo plantado en Alemania. A los teutones les gusta el vino que se elabora dentro de sus límites geográficos con la pinot, y resulta a veces muy complejo encontrar fuera de sus fronteras un ejemplar de spätburgunder. En una cata ciega de varias botellas de pinot noir, celebrada en Haro el pasado 5 de Diciembre, el Duijn tuvo que lidiar con bodegas de Oregon, Borgoña, Nueva Zelanda, California y España. Y su rendimiento entre los presentes no pudo ser más sorprendente. Un segundo puesto más que meritorio concede a Jacob Duijn, propietario de la Weingut, una imaginaria medalla de oro dentro de mi orden personal de bodegas. Su concepto biológico-dinámico en el instante de la elaboración vinícola y una obsesión personal por esta variedad de uva, logran vinos de una calidad excelente, muy solicitados y difíciles de encontrar, al menos en España.
Gracias a mi amigo Fernando Angulo de la Enopateca rondeña, pude incorporar un ejemplar a una cata celebrada entre un grupo de amigos, aficionados a este fantástico mundo, en donde una sorpresa siempre agrada más que un hecho consumado.
Mis notas de cata quedan del siguiente modo :
Color rubí oscuro de capa media. En nariz aromas tostados, café, trufa y tierra mojada. Parece un callado homenaje a Léonard Rauwolf, botánico alemán que consta para la historia de la humanidad, como el primero en describir el café en uno de sus libros, allá por el lejano año de 1583.
En boca es ancho, extenso. Sus taninos son suaves, bien manejados, con una estructura magistral. Gran recorrido y persistencia. En su postgusto adivino toques de tabaco y café.
Una magnífica presencia para un vino sorprendente, al menos cuando no se ha tenido el honor de catarlo con anterioridad.
Deslumbrante, muy recomendable.