El Alma del Vino

El verano que ya se fue.



Se pasó el verano. El ritmo del incansable catador de vino se acelera más que de costumbre cuando, envuelto en la magia de las vacaciones, el descanso propicia un acercamiento más intenso a este bello universo de color rojo picota ó amarillo pajizo. Según apetece, ya sabe usted.
Recuerdo aún aquel elegante Saint Emilion Grand Cru Classé 1998 Chateau Grand Pontet, un magnífico 70% merlot, 15% cabernet sauvignon y 15% cabernet franc, realizado por Sophie Porquet, autora del no menos renombrado Joanin-Becot, al que aún no he sido capaz de meter mano. Mora, seguida de madera y coco, muy elegante en sus taninos y con un final redondo y prolongado. Un Burdeos es un Burdeos.
Catado y degustado en casa de mi amigo Manu, un placer para quienes valoramos el vino del país vecino.
Tampoco podré olvidar el María Remírez de Ganuza Reserva 2003, gran expresión. Tempranillo (93%) y leve aporte de graciano (7%), en un vino apto para despertar los flecos más recónditos de nuestros sentidos. Vino mineral, con fruta fresca en nariz y boca, y tostados finales. Soberbio.
De Portugal me llegaron el Chryseia Douro 2003 de Prats y Symington y el blanco Planalto Douro, fresco y cítrico. El primero me sorprendió, pese a ciertas críticas negativas de mis compañeros de cata. Muy frutoso, con recuerdos al instante de fruta roja, evolucionando a madera y cuero. Alguién de los presentes lo calificó de aburrido. Por contra, me pareció interesante.
El segundo me resultó más simple, pero habida cuenta de los calores estivales, su frescura, unida a un matiz cítrico controlado en cuanto a acidez; logró cautivarme.
Aplausos para el champaña Camille Saves Brut, un pequeño productor de Bouzy que elabora un vino espumoso digno de presencia, perfecto en cuanto a burbuja y digno en nariz, tal vez recuerdos a limón y almendra. En boca, sugerente, emulando a los grandes productores con una calidad-precio, digna de elogio.
Bollinger Brut y Pol Roger Brut dieron también buena muestra de su exquisita clase tradicional en el mundo del champaña. Dos grandes del sector. El primero soberbio, hasta el punto que en una cata ciega fue el más aplaudido por casi todos los participantes. Color dorado pajizo, grata expresión en nariz, con una boca plena. El segundo, inferior al Bollinger; pero amplio en presencia y sabor. Ambos dotados de una elegante expresión y buen rosario de burbujas.
Cítricos con terminación en tostados, tal vez frutos secos.
En cuanto a rosados, poca amplitud de prueba, pero la justa. El Rosado 2009 de Bodegas Muga, bonito en presencia; (algunos comparan el color del rosé con la piel externa de la cebolla), con una nariz entre miel y aromas frutales y florales, una boca que yo definiría como un mousse de fresa ó frambuesa levemente aderezada con ligeras gotas de limón y un final corto pero intenso. Agradable y vivaz.
En fin; como verán, un verano más que apetecible.


"La comida es la parte material de la alimentación; el vino, la parte espiritual" (Alejandro Dumas).

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