Somontano versus Saint-Émilion. Cata 119 de la peña La Verema
El pasado 28 de noviembre se celebró la cata 119 de la Penya Enològica La Verema en la que ya viene siendo su sede habitual, Mantequerías Castillo. Desde aquí, quiero dar las gracias, en nombre de todos, a Vicente Castillo por habernos hecho un hueco en estas fechas de tanto ajetreo para un negocio como el suyo. En total fuimos quince los asistentes, incluidos dos simpatizantes y un invitado, Pepe García, que por segunda vez nos mostró que sus conocimientos enológicos están a buen nivel.
El organizador del evento era nuestro amigo José Enrique Pérez. Por tanto, era de esperar algún tipo de sorpresa, a tenor de lo acaecido hace unos años cuando en una de nuestras catas a ciegas nos coló un Barón de Turís –vino de baja calidad con un precio inferior a los 1,20 euros- que alguno de los penyeros no fue capaz de suspender. Sin embargo, a mi entender, no hubo grandes sorpresas salvo en el origen de uno de los cuatro vinos catados que era totalmente diferente al resto como se puede adivinar del titular de esta crónica.
De entre éstos, destacó sobremanera el Marboré 1999 de Bodegas Pirineos. Un vino elaborado con nada menos que cinco varietales diferentes donde destaca la parraleta oriunda de esa zona prepirenaica. A mí me sorprendió muy gratamente no sólo por su extraordinario aroma, sino también por su boca compleja y potente y su largo final. El recuerdo que guardaba de este vino no era tan agradable, si bien es cierto que cuando lo probé en el Primer Encuentro de Verema.com éste era muy nuevo y, por tanto, tenía menos permanencia en botella y, además, la competencia por parte de otros vinos fue muy dura (San Román, Mauro, Venus, Aurus, etc.).
Otro vino que también merece la pena comentar, aunque fue el peor valorado, es el Chateau Pavié Macquin 1992 Grand Cru Classé de la appellation Saint-Émilion de Burdeos. Esta denominación de origen, con 5.400 hectáreas y más de 1.200 chateaux, se diferencia del resto de denominaciones bordelesas por el hecho de que los varietales más utilizados son la merlot y la cabernet franc ya que la cabernet sauvignon presenta dificultades de aclimatación. Por ello, debido a la mayor presencia de merlot, los vinos de esta appellation son más suaves y fáciles de beber en los primeros años que los procedentes del Médoc. Respecto a los vinos de este chateau, cabe destacar que sólo pueden ser adquiridos en la propia bodega pues no se distribuyen por los canales habituales. Asimismo, el cuidado del viñedo se hace desde un punto de vista orgánico, es decir, no se utilizan fertilizantes minerales, pesticidas y otras sustancias químicas.
Dado el elevado número de aciertos que hubo, las claves de esta cata estaban, a mi entender, en los vinos catados en segundo y tercer lugar (Chateau Pavié Macquin y Marboré). Me explico. El vino bordelés se detectaba muy fácilmente debido al color evolucionado propio de su edad y permanencia en botella, por tanto, fue identificado por todos menos uno de los asistentes. Destacó por su intenso aroma si bien no hubo unanimidad en relación con la identificación de éste. Además, en boca era demasiado ligero y pulido. Por su parte, el Marboré, como ya he señalado al principio, destacaba sobremanera no sólo por su intenso color sino también por su penetrante aroma y boca algo dulzona con un tanino nada agresivo.
En cuanto al Enate Reserva Especial 1998, tengo que señalar que fue la gran decepción de la noche ya que hubiéramos esperado mucho más de este vino si tenemos en cuenta que su precio es de unos 65 euros. Creo que en el mercado hay muchos vinos con menor precio que dejan una impresión mucho mejor. De hecho, el Enate Reserva 97, de la propia bodega, gustó más, quedando en segunda posición y tiene un precio mucho más reducido. En cualquier caso, sería bueno darle otra oportunidad ya que no es aconsejable emitir juicios categóricos después de haber catado una única botella de un vino y esta botella estaba, ciertamente, rara, aunque no se puede decir que el vino no estuviera en condiciones de ser bebido y valorado.
Respecto a la cena, ésta se caracterizó por su enorme variedad, uff..., dejadme que os cuente. Entre los quesos teníamos un Brie trufée, un manchego puro de oveja Artequeso de Tembleque, un queso de oveja italiano también trufado, un queso de cabra Los Corrales de la Sierra de Espadán y un queixo gallego do cabreiro. A continuación unos ibéricos de bellota de Bernardo Hernández (Guijuelo), un cabecero de lomo ibérico de la zona de Jabugo, pimientos asados a la leña, verdes y rojos, bonito claro en aceite de oliva virgen El Consorcio de Santoña y espárragos de Navarra de tamaño casi fálico por su grosor. Los foies eran un mi cuit Etxenike y un Supreme de Canard. Como postre nos tomamos un panetone italiano relleno de una especie de cremas de avellana que, si bien la presentación era una horterada, estaba buenísimo (¡Cómo me recordaba mi niñez!).
Los vinos degustados durante la cena fueron variados. Se empezó por dos vinos de la bodega Viñedos de Aldeanueva Sociedad Coop., gentileza de Verema.com. Estos eran Azabache Mazuelo 1998 y Azabache crianza 1998 elaborado con tempranillo, garnacha y mazuelo. Destacó en particular el primero de ellos. Asimismo, también se abrió una botella de San Roman 1999 que estaba impresionante, en mi opinión a la altura de un Aalto. La última botella que nos atrevimos a abrir fue un Beaujolais Nuveau 2002 Domaine de Sandor que más que vino parecía agua coloreada. Y yo me pregunto, ¿en qué estábamos pensando para abrir semejante bebida? Comportamiento impensable, y sobre todo reprobable, para unos individuos que llevan ya más de una década catando vinos.
Al final se abrieron dos botellas de cava Agustí Torrelló Brut Nature para celebrar el nuevo status profesional de Juan Máñez ¡Enhorabuena, bienvenido a bordo y sigue haciendo méritos que todo llega!
