Blog de Verema.com

Salón Premier

El pasado 1 de abril tuve una cita en Primer 2017- XVI Fiesta del Vino Joven. Este año, se celebraba por primera vez en primavera, en vez de en pleno invierno como solía ser habitual donde, en ocasiones, encontrábamos vinos completando la fermentación maloláctica. En esta ocasión, todo aventuraba que encontraría a unos vinos más redondos y conseguidos, y sin embargo, resulta que topamos con una añada no muy agraciada para este tipo de vinos.

Primer 2017

Comencé la cata por Bodegas San Dionisio, que había aterrizado con toda la gama de vinos aunque me ceñí a lo que tocaba en esa ocasión: vinos de maceración carbónica. Mi sorpresa fue que encontré una monastrell sin garra, un tanto desvaída, sin carga frutal, que no recordaba en nada o al menos en muy poco a un maceración carbónica, tanto incluso, que podría pasar por un despalillado. Además, el vino fue servido a una temperatura que en nada les convenía dado las características del vino y su grado alcohólico.

Seguí por Bodegas Tintoralba y me encontré un vino con un poco más de carga frutal, pero tampoco llegaba a la expectativa, de hecho su compañero Cruz de Alpera lo pasa de largo.

De allí pasé por Solar de Urbezo y encontré algo más de finura y frescura, notas complejas, un vino más entero y expresivo, si bien no llega a las cotas de otras añadas.

En Prada a Tope me atendieron con cortesía y profesionalidad, los encuentro atentos y preocupados con la temperatura del vino. No es el que era, ni mucho menos, y es que era tan impresionante como exultante en aromas. En aquel momento encontré un vino más hecho, fino y delicado, cargado de fruta y de flores, pero no me llega, no me llena, le falta un plus, o al menos, en esta primera toma de contacto.

Ahora le toca el turno a Fariña que, casualmente, la noche anterior cenamos con ese vino. Lo encontré algo más flojito, y se lo dije pero en fin, no hay dos días iguales. ¿No? Un vino con fruta y sensaciones de la maceración bien controladas, sujetas. En boca hay algo más de estructura frente al resto, se muestra elegante y con vida. Lo pillaré con calma, vale la pena.

De repente, di un giro en el rumbo, y antes de entrar con los vinos de Rioja, visité a Insulares de Tenerife. De repente, tuve ante mí a Viña Norte. Si bien, manifiesta algo parecido a las notas anteriores, es franco con la variedad y con el terruño. También le encontré un punto ligero y algo suave de una falsa sensibilidad, pues tiene transfondo y singularidad. Sin más, me dije a mí mismo que es un vino para catarlo con calma y con más tiempo. Algo que se puede aplicar a todos los demás sin excepción.

Entro con los riojanos a través de Placeres Sensoriales, de la bodega El Vino Pródigo. Me reencuentro con las sensaciones familiares de niño, entrando en la bodega con los depósitos fermentando, llenos de aromas y de sensaciones frutales. Se muestra más sincero con la elaboración. Lo veo muy movido, agitado y disperso. Sin duda alguna, se necesita calma para con él, ¡y eso que lo catamos a finales de marzo!

Ahora voy a Solabal, a probar Muñarrate, uno de mis favoritos, tal y como le comento a la persona encargada en la mesa. De este vino lo que más me llama la atención es la magnífica evolución que tiene. De hecho, cuando llego en navidades a mi pueblo, Tolosa, en ocasiones ya pillo los primeros maceraciones, aunque otras veces sólo tengo la oportunidad de probar unos pocos, y en otros casos, ninguno. A veces, los pocos que quedan, ya  han perdido la garra e incluso la esencia. Pero esto no le ocurre a  Muñarrate, sino todo lo contraio, pues gana en notas concentradas sin pérdida de la fruta y se puede disfrutar de su sabroso paso por boca.

Dicho ésto, creo que la persona que estaba en la mesa, no entendió mis impresiones o no le gustó mi opinión, porque me soltó una que mejor me lo callo. Pero bueno, volviendo al tema que nos acontece, que es el vino, éste tiene cuerpo y una muy buena materia prima dormida sin alegrías excesivas pero sí sinceras. Rico y sabroso tanino, que para poder catarlo como es debido, ya lo pillaré a solas.

Pasé por Ostatu, cordial y campechano, así es tanto el vino como su hacedor. Callado y envuelto en argumentos, con las cosas muy claras y perfectamente definidas. El vino es puro equilibrio, no tiene la garra de otros años pero lo compensa con una elegancia sincera. Mascas la fruta con sutileza y frescura.

Primer 2017. Ostatu

Tuve ocasión de pasar por Fernández Eguiluz, entrañable y con un carácter único, muy riojano, me trae recuerdos de parte de mi familia y esos dulces veranos, aunque yo estaba en la Alavesa, siempre había una visita a Ábalos. Catamos el 2016, el cual tiene fruta, es expresivo y marca franqueza. No obstante, le digo el pero general, de que sí, pero no. Y ella me dice que es posible que cada añada es como es, y por tanto, el vino así ha de serlo.

Lo cato con disfrute y me va gustando tal y como es. Luego y tras una buena conversación con el resto de la mesa, nos saca el 2015 y ¡tela! ratifica todo lo expresado acerca de la añada, me jugaba con los demás a que si lo catamos a ciegas, todos decimos que el de la añada en vigor, era el 2015. Por su expresividad, su carga frutal y aromática y la chispa, es una gozada. De remate o de regalo, nos saca el 2012, en esta ocasión pasa por barrica. Y en inicio es evidente y algo significativa, lo bueno es que si le das tiempo y espacio, se apacigua y resurge la fruta y la conexión con sus hermanos pequeños. Un vino muy singular y diferente; dos valores inusuales en muchos vinos.

Ya me acerco al final, estoy en Bodegas Altún, más cerca de casa. Los conozco desde el principio, mucho antes de que formaran su propia bodega, si bien en esta ocasión (y cada vez en más) fueron Alberto e Iker quienes me atendieron. El vino es grande y marca otro estadio, se nota y se transmite su saber hacer y cómo no, su materia prima. Le comento mis impresiones y de forma sincera me reconoce las limitaciones de la añada, difícil y singular, tampoco mala, pues pese a la gran cantidad, no fue reñida con la calidad. Me hablan del esfuerzo en conseguir la excelencia sin pérdida de sinceridad y sin querer añadir nada al vino que él mismo no tenga.

El vino tiene, sin duda alguna, todo lo que ha de tener y por comparación a los demás, les saca un cuerpo entero, por su frescura, peso de fruta, franco con la elaboración, regaliz, chispa y frescura. Para rematar, nos abrieron un magnum del Altún Crianza 2014, finísimo, con una crianza elegante y sutil, respetuosa y tierna con la fruta, mucha profundidad y buena definición, con mucha vida por delante y placer a raudales.

Bueno, esto ya se acaba, y lo hago con uno de mis favoritos, Luberri. Al igual que el anterior, marca un estado y está en par de pisos más arriba. Tiene su estilo propio dentro del marco de la elaboración. Comento, por supuesto, lo que ya sabéis y encuentro tanta sinceridad, que me estremezco. Me dice:

La añada 2016, para el vino despalillado va a ser maravillosa, muy buena, porque por fin se conjugan dos términos contrapuestos, la calidad con la cantidad.

Por fin, tenemos una buenísima fruta, con lago de peso para poder tener y poder venderla con tranquilidad, estamos orgullosos. Ahora bien, para el maceración, pues luces y sombras, hemos hecho todo lo que hemos podido y creo que podemos sacar pecho.

Y cierto que sí; la fruta carnosilla, expresiva, fresca y algo vibrante, sincero, simpático y con evolución. Le seguiré la pista.

Bueno, ya iré subiendo las notas de cata conforme vaya catando los vinos, esto es una primera toma de impresiones, quiero, ser respetuoso con todos, con su trabajo y su esfuerzo, como no puede ser de otra manera.

Un saludo.

 

  1. #1

    diego_nv60

    Arrutzi, que gozada leerte, no si si más que probar esos vinos, esos maceraciones de los que tanto conoces y que he podido tener la oportunidad de catar contigo en otras añadas.

  2. #2

    Arrutzi_Najera

    en respuesta a diego_nv60
    Ver mensaje de diego_nv60

    Gracias Diego, la verdad es que me salio casi de un tirón, la verdad. Tenía ganas pues Premier había desaparecido en ediciones anteriores y no lo podía entender. Está claro que es un estilo de vinos que va poco a poco a más, si bien no cala dentro del mundo del vino, por múltiples razones. En fin aunque reducida la feria fue muy maja y ahora lo que hemos de hacer es disfrutar de todos los vinos. Ya te sorprenderé con alguno de ellos, saludos.


Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar