Paella de Cocodrilo
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Alberto Santacruz, Matanzas (Cuba).
AGENCIA EFE
Sustituimos los trocitos de pollo o cerdo por carne de cocodrilo, ponemos verduras, freímos el tomate y echamos el arroz. Esperamos alrededor de veinte minutos y tenemos «paella valenciana con carne de cocodrilo».
Así de sencillo y novedoso, casi tanto como la paella de tomate que han ideado los norteamericanos y que han hecho famosa a través de la edición digital del New York Times.Esta receta, sorprendente donde las haya, fue consensuada ayer por cocineros cubanos especializados en la carne de este reptil y por universitarios españoles, algunos de ellos valencianos, en un encuentro culinario celebrado en la Ciénaga de Zapata. El humedal, ubicado en la zona sur de la provincia cubana de Matanzas, representa uno de los principales lugares para la conservación y el desarrollo del cocodrilo cubano -Crocodylus rhombifer-, si bien algunos de estos ejemplares se destinan a la gastronomía como actividad más bien exótica.
«¿Ustedes conocen la paella valenciana?», preguntó Enrique Carbonell, universitario valenciano de 20 años y uno de los cerca de setenta jóvenes españoles que participan en la denominada Expedición Tahina-Can Bancaja, que este año recorre Cuba.
«Hombre, chico, pues claro, quién no la conoce», respondieron los cocineros cubanos. «Pues sustituyan el pollo o el magro de nuestra paella por la carne de cocodrilo y obtendrán una receta cubano-valenciana», continuó el joven.Ante la propuesta, valiente e incluso algo hiriente para los puristas de la paella, los maestros de la cocina cubana aseguraron que la pondrían en marcha «uno de estos días para conocer si puede tener aceptación».
No obstante, Carbonell insistió en la propuesta una vez probada la carne de este reptil, cuyo sabor, a juicio del cocinero matancero Asael Méndez, se aproxima a unir el cerdo y el marisco. Según Méndez, la carne de cocodrilo es «nutritiva, presenta un alto índice de proteínas y dicen, eso dicen, que es afrodisiaca». «Yo tengo diez hijos, cómo lo ven», exclamó entre risas.
El restaurante de la Ciénaga de Zapata ofrece a los turistas una degustación de este reptil que, una vez troceado y condimentado con sal, pimienta negra, cebolla, limón y aceite de soja, se acompaña con patatas fritas, pepino y naranja. Y buena está, pues los universitarios españoles dejaron los platos vacíos entre exclamaciones aprobatorias e incluso jocosas. Esta experiencia gastronómica se enmarca en el calendario docente y de actividades culturales que la Expedición Tahina-Can Bancaja recoge en este viaje, patrocinado por la Fundación de esta entidad de ahorros valenciana en colaboración con la Universidad Autonóma de Barcelona.
Así de sencillo y novedoso, casi tanto como la paella de tomate que han ideado los norteamericanos y que han hecho famosa a través de la edición digital del New York Times.Esta receta, sorprendente donde las haya, fue consensuada ayer por cocineros cubanos especializados en la carne de este reptil y por universitarios españoles, algunos de ellos valencianos, en un encuentro culinario celebrado en la Ciénaga de Zapata. El humedal, ubicado en la zona sur de la provincia cubana de Matanzas, representa uno de los principales lugares para la conservación y el desarrollo del cocodrilo cubano -Crocodylus rhombifer-, si bien algunos de estos ejemplares se destinan a la gastronomía como actividad más bien exótica.
«¿Ustedes conocen la paella valenciana?», preguntó Enrique Carbonell, universitario valenciano de 20 años y uno de los cerca de setenta jóvenes españoles que participan en la denominada Expedición Tahina-Can Bancaja, que este año recorre Cuba.
«Hombre, chico, pues claro, quién no la conoce», respondieron los cocineros cubanos. «Pues sustituyan el pollo o el magro de nuestra paella por la carne de cocodrilo y obtendrán una receta cubano-valenciana», continuó el joven.Ante la propuesta, valiente e incluso algo hiriente para los puristas de la paella, los maestros de la cocina cubana aseguraron que la pondrían en marcha «uno de estos días para conocer si puede tener aceptación».
No obstante, Carbonell insistió en la propuesta una vez probada la carne de este reptil, cuyo sabor, a juicio del cocinero matancero Asael Méndez, se aproxima a unir el cerdo y el marisco. Según Méndez, la carne de cocodrilo es «nutritiva, presenta un alto índice de proteínas y dicen, eso dicen, que es afrodisiaca». «Yo tengo diez hijos, cómo lo ven», exclamó entre risas.
El restaurante de la Ciénaga de Zapata ofrece a los turistas una degustación de este reptil que, una vez troceado y condimentado con sal, pimienta negra, cebolla, limón y aceite de soja, se acompaña con patatas fritas, pepino y naranja. Y buena está, pues los universitarios españoles dejaron los platos vacíos entre exclamaciones aprobatorias e incluso jocosas. Esta experiencia gastronómica se enmarca en el calendario docente y de actividades culturales que la Expedición Tahina-Can Bancaja recoge en este viaje, patrocinado por la Fundación de esta entidad de ahorros valenciana en colaboración con la Universidad Autonóma de Barcelona.