Peña La Verema

La noche del Tempranillo.

Organiza la cata uno de los socios con más solera en la peña, José Luis Contreras que, como no podía ser de otro modo, nos convoca en el bar que regenta su hermano Rafa, el Bar La Estrella, del Barrio La Torre de Valencia, donde se puede disfrutar de una auténtica cocina de tapas y tradicional valenciana (hay vida más allá de la paella, creedme los que no sois de aquí). Los 12 socios que acudimos en esta ocasión, nos encontramos ante una mesa impecablemente blanca, ideal para contrastar el color de los vinos, y con abundante espacio para cada catador, cosa que no siempre ocurre en todas las sedes en que nos reunimos.

José Luis pensó como hilo conductor de la cata, la variedad tempranillo, comparando distintas zonas, lo que debería, en principio, significar distintos estilos. Pero si la globalización acaba igualando los cabernet-sauvignon de California y de Australia, qué no hará en distintas zonas de un mismo país.

Es curioso ver cómo las modas van y vienen, también en esto de los vinos, y nuestra peña va siendo ya lo suficientemente veterana (o vieja) como para que esto se pueda observar. Primero, allá por el año noventa la tempranillo era la variedad reina en nuestras catas, con vino míticos (o mitificados) como el de D. Benito Urbina. Después parece que abrazamos la fe de los cabernet-sauvignon, y ahora vuelve a haber voces en la peña que reclaman volver, de vez en cuando, a los vinos con la variedad española más emblemática.

El organizador nos presentó 4 tempranillos de las DO Rioja, Ribera del Duero y Toro, y un cuarto vino sin DO, de la Tierra de Castilla-La Mancha. Hace ya mucho tiempo que esta peña descubrió, cuando aún no estaba tan de moda hacerlo, que había vida más allá de Rioja e incluso Ribera del Duero. Aún así parecía un atrevimiento compararlos con un vino sin DO de Castilla-La Mancha…y sin embargo éste fue el ganador, con un respetable 8,22. Para mayor sacrilegio, el Rioja y el Ribera fueron los dos últimos, sin bien todos con buena puntuación.

Yo diría que eran tempranillos nada "clásicos". Más bien modernos. Nada de suavidad y terciopelo. Había, como mandan los nuevos cánones, concentración y, según algunos catadores, aparecen recuerdos a medicamentos. Juan Such, (en esto coincidimos), dice que el perfil es globalista y que les falta tipicidad. Tratándose, además, de vinos de la misma añada y variedad, ya me diréis cómo acertarlos en cata ciega. Ni siquiera los "aventajados alumnos" de Verema.com, pudieron hacerlo. En estas condiciones e, insisto, con tan pocas diferencias de tipicidad, se hace muy difícil hacerlo. En estos casos, quizá tendría sentido dar como información las bodegas elaboradoras, pero ni esto valdría de mucho si todos elaboran sus vinos de la misma forma. En fin, lo dejo para la reflexión de los miembros de peñas de cata que me lean.


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