Peña La Verema

Lo mejor de la tradición francesa en cuatro grandes vinos

Bajo una amenaza de gota fría –tan típica del Mediterráneo Español- y con una temperatura un poquito más baja de lo normal, nueve miembros de la Penya y tres invitados –Voro Almenar, Antonio Giménez y José Miguel Sánchez- procedimos a realizar nuestra cata mensual en Mantequerías Castillo la que ya consideramos como nuestra “casa”. En esta ocasión, la organización del evento corrió a cargo de Paco Higón asesorado por Paco Berciano. Por tanto, todos esperábamos que el nivel de esta cata sería altísimo. Y así fue. De hecho, fue tan alto que se rozó el cielo aun cuando la mayoría de los asistentes no fuéramos conscientes de ello.

Los vinos seleccionados fueron tres Burdeaux y un Vallé du Rhône como más adelante detallaré. Estos, lamentablemente no fueron decantados previamente, aunque si es cierto que llevaban abiertos más de dos horas. La intención de Paco era no dar pistas ya que si los hubiera decantado hubiera sido demasiado evidente lo que había encima de la mesa. Las puntuaciones obtenidas por estos grandes vinos no reflejan su verdadero valor, más bien son el fruto de nuestro desconocimiento o, sencillamente, que estos vinos no forman parte de nuestro legado enológico que celosamente guardamos en alguna parte de nuestra materia gris. De hecho, no estamos habituados a catar este tipo de vinos y, si tenemos en cuenta, como funcionan los procesos cognitivos no es de extrañar que se obtuvieran esas puntuaciones. Un individuo cata un vino y entonces las sensaciones que percibe las compara con las que están almacenadas en su cerebro y a continuación emite un juicio de valor. Entre esta información almacenada están los parámetros que a juicio de este individuo definen un buen vino. Por tanto, si las sensaciones nuevas que está percibiendo en este momento no coinciden con dichos parámetros procederá a darle una puntuación más baja.

En cualquier caso, también en esta cata, de una forma un tanto velada, se puso sobre la mesa la polémica actual que existe entre los vinos “clásicos” y los vinos más al estilo de Parker. Los vinos catados eran vinos con gran tradición, que aguantan bien la evolución en botella y que requieren su tiempo para ser catados. A buen seguro que al día siguiente hubieran estado mucho mejor o al menos los hubiéramos comprendido mejor. En absoluto eran vinos “explosivos” que una hora y poco más te transmiten una melodía de sensaciones que poco más tarde desaparece y ya no queda nada más como les suele ocurrir a las llamadas canciones del verano. Estos vinos eran comparables a las grandes obras de la música clásica, eran lo que se denomina en inglés “timeless”.

El primer vino catado fue un René Rostaing Cuvée Classique 2000 Vallé du Rhône, Côte Rôtie, elaborado integramente con Shiraz. Côte Rôtie significa ladera quemada y no son más que apenas 200 hectáreas que ocupan vertiginosas laderas sobre un suelo con base de granito cubierto con materiales silíceo-calcáreos. La tradición cuenta que un antiguo señor feudal dividió su propiedad entre sus dos hijas, una rubia y otra morena. Por tanto, las dos zonas que componen la ladera quemada pasaron a denominarse Côte Brune y Côte Blonde. René Rostaing, trabaja sus 1,2 hectáreas de Shiraz con una media de 60 años en la Côte Blonde. El segundo fue un Château Pape Clément 1996, Bordeaux, Graves, Pessac-Léognan, elaborado con un 40 % de Merlor y un 60% de Cabernet Sauvignon. Algunos estudios dicen que esta es la propiedad más antigua de Burdeos con una superficie de 30 hectáreas. El tercero de la noche fue Château Sociando-Mallet 1995 Bourdeaux, Medoc, Haut Medoc, elaborado con 55% Cabernet Sauvignon, 40% Merlot y el resto con Cabrrnet Franc y Petit Verdot. La propiedad, muy cerca del municipio de Saint Estèphe en plena Gironde, ocupa 58 hectáreas de viñedo con una composición del suelo con predominio de gravas sobre arcilla calcárea. Y, el último, fue un Château Ausane 1994 Bourdeaux, Liboournais, Saint Emilion, elaborado al 50% con Merlot y Cabernet Franc. El viñedo, con una edad media de 50 años, ocupa una superficie de 7 hectáreas sobre un suelo arcilloso calcáreo. Por tanto, como es lógico, se empezó con el vino más joven y se acabó con el de mayor edad.

Las puntuaciones obtenidas y los comentarios de cata fueron los siguientes:

1º René Rostaing Cuvée Classique 2000. Vallé du Rhône, Côte Rôtie. 100 % shiraz. Crianza entre 16 y 24 meses en barricas de roble de 225 litros y tinas de 500 y 600 litros. El roble nuevo supera un 30%, aunque en ciertos vinos y añadas es del 10%. 12.7 % volumen.
Puntuación: 7.76
Rojo picota de buena capa, ribete morado, limpio y brillante. Nariz golosa de buena intensidad con recuerdos a caramelos de frutas y a violetas. También hay algún recuerdo a vainilla y a fruta roja. En boca es bastante largo y tiene una buena acidez.

2º Château Pape Clément 1996, Bordeaux, Graves, Pessac-Léognan (Cru Classé des Graves). 40% Merlot y 60% Cabernet Sauvignon. Crianza entre 15 y 22 meses con presencia de roble nuevo entre un 70% y un 100%, en función de las añadas. 13% volumen.
Puntuación: 7.69
Rojo picota con ribete teja de media capa. En nariz aparecen recuerdos animales que más tarde desparecen en favor de recuerdos florales, cuero y torrefactos (café). En boca es complejo, de buena estructura, algo amargoso y muy largo.

3º Château Ausone 1994 Bourdeaux, Liboournais, Saint Emilion (Saint Emilion Prémieur Cru Classé A). 50% Merlot y 50% Cabernet Franc. Crianza de 18 meses en barricas nuevas. 12,5% volumen.
Puntuación: 7.49
Rojo rubí con ribete teja típico de la evolución en botella. Nariz algo cerrada que le cuesta abrirse. Recuerdos animales iniciales que dan paso a fruta roja, balsámicos y algo de bollería. En boca todavía presenta cierta astringencia, bastante largo y bien estructurado.

4º Château Sociando-Mallet 1995 Bourdeaux, Medoc, Haut Medoc (Cru Bourgeois). 55% Cabernet Sauvignon, 40% Merlot y el resto Cabernet Franc y Petit Verdot. Crianza entre 12 y 15 meses con presencia de roble nuevo entre u 80 y 100% dependiendo de la añada. 12.5% volumen.
Puntuación:7.4
Picota oscuro con ribete morado. En nariz aparecen frutas rojas confitadas, pimienta negra, cuero, tabaco y es lago balsámico. En boca presenta todavía una cierta astringencia aunque tiene buena acidez y es bastante complejo. Persistencia muy buena.

Para la cena, Vicente Castillo nos preparó una selección de sus mejores productos como ya es habitual. Los vinos que acompañaron nuestra ingesta de alimentos fueron un Astrales 2001 de Eduardo García y un Secastilla 2001. Para el postre, además de los consabidos chocolates belgas, se abrió un Porto Vintage 1991 de Adriano Ramos-Pinto.


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