Blog de Jordi Melendo

LAS PRIMERAS BURBUJAS

Muchas veces me han preguntado la razón de mi afición y devoción por el champagne y por el cava, sobretodo a raíz de la publicación de mi primer libro, precisamente sobre el cava, cuando tenía 17 años. Lo que sigue no va en broma. La primera bebida que probé fue al día siguiente de nacer, durante mi bautizo. A mi padre y a mi tío se les ocurrió la brillante idea de mojarme los labios con champán (en 1967 no era ni cava), y por lo visto me gustó. A los tres años “pillé” la primera. Mi abuela olvidó encima de la mesa un vaso rebosante de tinto con gaseosa. Yo no me acuerdo, pero me dicen que fue “monumental”. Remontándome a mis primeros recuerdos cuando tenía uso de razón, los domingos, en casa, se bebía Sidra. Sidra El Gaitero. Aquí la relación con las bebidas burbujeantes ya tuvo una continuidad. A la Sidra le debo unos años de aprendizaje. Años más tarde, cuando tenía unos 10 años, en casa de mi tío, en la época adinerado, se bebía “champán” Castillo de Perelada Rosé (era espumoso, pero por lo visto era un lujo). A los 14 años la cosa ya iba más en serio. Me dirigí a las oficinas centrales de Codorniu en Barcelona. Me atendió mi buena amiga Rosa Maria, entonces y todavía actualmente, recepcionista de la empresa. A los pocos días me recibía en las cavas de Sant Sadurní d’Anoia, Josep Mª Martí, entonces relaciones públicas y actualmente jefe de protocolo de Codorniu. Todavía recuerdo las sensaciones que percibía visitando las galerías subterráneas escuchando atentamente las explicaciones de aquel maestro. A los 16 empecé a escribir un libro sobre el Cava. Mis viajes en tren a Sant Sadurní ya eran más frecuentes. Pude visitar muchas empresas y con la información que recopilé pude realizar un trabajo que se publicaría un año más tarde, gracias a la respuesta positiva que recibí de una carta que mandé al entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en la que le pedía apoyo para ver realizado mi proyecto. Desde entonces las catas de Cava eran constantes. De las 150 empresas que había en la época creo que llegué a degustar todo lo que había en el mercado. Le estoy profundamente agradecido al Cava todo lo que me aportó durante muchos años, por lo que, reconociendo que ahora me vuelve loco un champagne blanc de blancs (si es de Le Mesnil, mejor), nunca renegaré del espumoso de nuestro país, dejando siempre muy claro que para mí existen buenos cavas, buenos champagnes, y no tan buenos cavas, y no tan buenos champagnes. Desde 1992 he viajado un mínimo de cuatro veces al año a la Champagne y he podido conocer más de un centenar de empresas. Los momentos inolvidables que se han ido acumulando son innumerables. Pues eso, yo como dijo Napoleón sobre el Champagne: “Lo merecemos en caso de victoria; en caso de derrota lo necesitamos”.

  1. #1

    pilar_in

    Los académicos de la R.A.E., deberían sustituir la definición actual del vocablo "tenacidad" por este post!!!

    No me lo puedo creer, hasta una carta al Molt Honorable…

    Salut!
    Pilar.

  2. #2

    CarlosGonzalez

    Acabo de leerlo, Jordi. Una pregunta me viene a la cabeza: este tio piensa superarse post a post?, porque esto se esta poniendo cada vez más interesante. Y opino como tú, aunque nos encante el buen champagne no debemos olvidarnos de nuestros orígenes, son nuestros. Y sí, hay muy buenos cavas, y tan bien muy malos pero comparar las dos regiones es un despropósito, o hay color porque no pueden ser tratadas de igual forma.
    Salut!

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