Vinyes Domènech, las manos nunca engañan
Sin saber que este tema ocupa a los filósofos, últimamente lo que más me gusta es visitar un viñedo, pasear por él, charlando con el viticultor, ir comentando detalles in situ sobre los comportamientos de la viña, las influencias de los distintos tipos de tierra, las orientaciones, los vientos y un sin fin de factores que intervienen de manera natural en ese líquido transformado en vino que luego tienes dentro de una copa.
En una de estas últimas visitas que estoy realizando con frecuencia a la comarca del Priorat, llegamos hasta las tierras de Vinyes Domènech (Capçanes), donde nacen los magníficos tintos Teixar y Furvus. Era un día festivo y las personas que estaban trabajando en la viña nos dedicaron buena parte de su tiempo para explicarme las características del enclave y las enormes dificultades en las que se desarrolla la vida vegetativa de la cepa. Sufren mucho allí las cepas, buen augurio pues. Al poco tiempo de charlar me di cuenta de que uno de ellos era el propietario de la finca y de la bodega que había en ella, y las otras dos personas su hermano y uno de sus hijos. A veces hay un perfil de bodeguero que no pisa un viñedo, más que para hacerse una foto o para recibir a sus invitados. Éste no era el caso, sus manos estaban cortadas por el frío e impregnadas de arenilla. Dicen que hay que mirar a la gente a los ojos, pero creo que en el caso de los viticultores hay que mirar también sus manos para ver si son verdaderos.
El amable viticultor-propietario era Joan Ignasi Domènech. La estampa del paisaje me era familiar y no tardé en relacionarla con el catálogo que su mujer Rita Nogueroles, y Marc, un de sus hijos, me dieron en un fugaz encuentro en la pasada edición de Fenavin.
La familia Domènech es originaria de Falset y ha querido recuperar una de las fincas más emblemáticas de la comarca del Priorat, con el interés renovado por descubrir y crear nuevos vinos. Vinyes Domènech fue fundada en 2002 y en 2004 se incorporó a
Las variedades que tienen cultivadas con garnacha, merlot, cabernet sauvignon y syrah. La edad de los viñedos de Vinyes Domènech va de cepas con 12 hasta más de 70 años (garnacha). Las viñas más viejas están emparradas en vaso y reciben un cuidado muy personal. De estas cepas se obtienen las uvas para el Teixar, el vino más preciado que elaboran con una producción muy limitada. La vendimia es manual y la uva se selecciona minuciosamente y se recoge en cajas de
La nueva bodega se ha construido apostando por los criterios de desarrollo sostenible y es un proyecto innovador “GreenCeller” que se basa en los ejes de respeto e integración en el entorno rural; construcción basada en el concepto Bioclimatico; aprovechamiento del agua de lluvia y minas naturales de la propia finca; energías renovables (solar, biomasa y geotermia); objetivo a medio plazo “balance 0 en emisiones CO2”. Es fundamental que el edificio y el entorno donde se desarrolla la actividad contribuya en gran medida a un modelo económico sostenible, basado en reducir al máximo los niveles de consumo energético, sustituir todas las energías fósiles por renovables, utilizar materiales de construcción bioclimaticos y elegir productos menos contaminantes y aceptados por la viña ecológica, evitando al mismo tiempo todo lo que suponga una degradación del entorno. En Vinyes Domènech han apostado por el concepto “GreenCeller” un concepto integral de todo el proceso, que va desde la viña ecológica, a la arquitectura Bioclimatica a las tecnologías verdes, en definitiva al ecodesarrollo.
Por la noche coincidí en el hotel con la familia Domènech y Joan Ignasi tuvo la amabilidad de ofrecerme el Teixar 2004. Elaborado 100% con garnacha peluda procedente de viñedos seleccionados de más de 40 años, este vino tiene una crianza de 14 meses en barrica de roble francés de primer año. Exhibe un atractivo color rojo rubí, intenso y brillante. En nariz es potente, con predominio de frutas rojas y tostados. En boca es elegante, potente, estructurado, balsámico, con un postgusto fresco y persistente. Uno de los mejores vinos que he probado recientemente.
Un apunte final: Las manos que me ofrecieron la copa del Teixar eran las mismas que por la mañana cogían grapados de tierra para mostrármelos, agarraban las cepas de más de 70 años para demostrarme su fortaleza… hay que mirar las manos, como los ojos, nunca engañan.