Rojo rubí de menisco ligeramente atejado, capa media.
Nariz con cierta intensidad y que va claramente de menos a más. Comienza algo sucio y cerrado con notas torrefactas, pero con el aire no hace más que crecer. Notas de frutas maduras, un fondo especiado, vainillas, toques ahumados, cacao, tierra mojada, maderas viejas, cueros. Al final se muestra encantadoramente clásico y complejo.
En boca es un vino en plenitud, redondo, clásico, que se bebe de maravilla por su buena acidez y su paso redondo, que deja además un largo final de especias y frutas maduras. Tanino fino y fundido en un conjunto que muestra un encantador clasicismo ribereño que por desgracia no volverá.
La historia de la Ribera del Duero no puede entenderse sin Alejandro Fernández y sus Pesqueras, el paradigma de la combinación tempranillo-roble americano. Sus GR y Janus de finales de los 80 y primeros 90 son vinos de una calidad excepcional y ahora mismo la certifican sobradamente. Este es el caso. ¡Un gran vino!.
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