Disfrutado durante la cata vertical de Mauro (1994, 2000-2006, 2008-2010) que celebramos en Cocentaina el 30 de Octubre de 2016.

Corcho nuevo e hinchado por el interior, sale perfecto y tampoco muy bañado en vino rojo picota granatoso.

Visual:

Rojo picota de capa alta, con ribete violáceo que denota su juventud con 8 años. Limpio, brillante y bastante glicérico con abundante y bonita lágrima que parece quiere tintar la copa.

Nariz:

(A la media hora del descorche):

Aromas iniciales de notable intensidad a tabaco rubio y profusos terciarios (como en el 2005 tenemos una nariz bastante vegetal con notas a coliflor), fruta negra en sazón de media intensidad, finos cueros y aromas animales (aunque bastante finos y bien integrados), notas terrosas y tabaco húmedo.

Menos intensidad que la añada 2006 y fruta bastante poquita para su juventud.

(A las 5-6 horas del descorche):

Mejora en nariz. Ya no es tan vegetal, terciario y animal. Aparece más la fruta negra aunque sigue siendo una nariz que no parece la de un Mauro joven (de hecho lo confundimos a ciegas con el 2003).

Boca:

(A la media hora del descorche):

Ataque agradable y sabroso, bastante tánico y lácteo en el paso por boca, con mucha fruta negra en sazón desbocada, mucha acidez, mucha estructura y cuerpo. Tiene mucho de todo. Es un vino largo y poderoso con una retronasal y retrogustos casi eternos.

(A las 5-6 horas del descorche):

En boca sigue muy frutal, voluptuoso, tánico, estructurado y con acidez. No se viene abajo en ningún momento y se disfruta mucho en este momento.

Mauro 2008, en visual se observa muy joven, en nariz no es precisamente de los mejores y no parece tan joven, pero en boca sí que reforzamos la visual: es un vino para guardar y terminar de integrar toda esa fruta negra sazonada y esos aromas vegetales, animales y, en general, todos sus terciarios.

Catado en una cata que teníamos ganas de realizar con Aalto, Alión, Clío, Mauro, Pintia, San Roman. El Clío se desmarcó un poquito de los demás, gustando a la mayoría por encima de los otros, también es el único con una variedad diferente y un clima diferente, suponemos que su golosidad convenció más que la tanicidad secante de la tinta fina. La cata fue a ciegas y decantando todos los vinos una media hora antes.
En el penúltimo lugar dentro de los vinos con la variedad tempranillo o tinta fina o tinta de toro.
Encontramos la madera muy marcada, con mucho carácter especiado (pimientas), bastante hermético y mineral, por encima del resto de aromas recuerdos a cueros, tostados, una crianza muy presente, quizás la fruta algo escondida y el menos expresivo en nariz. Con unos taninos ya domados, no tan secantes como sus compañeros de cata, más bien sabroso, con muy buen equilibrio y longitud.

Personalmente la bodega creo que no está pasando por su mejor momento, posiblemente por unas añadas que no han acompañado en exceso, pero también quizás por un modelo de negocio algo inmovilista e inflexible.
En el color el vino es más que correcto, intenso, de capa media, y bien mantenido.
En nariz el vino deja evidenciar ciertos aromas a suciedad, no es corcho, desconozco si algún tipo de defecto - creo que no - pero sin duda el aroma es sucio y algo desagradable.
Respecto a la boca, el vino es deslavado, sin gran estructura en comparación con otros hermanos anteriores. Algo desequilibrado, con poca presencia de alcohol o quizás no bien integrada.
He sido seguidor de este vino, y le seguiré dando oportunidades, pero sin duda los probé mejores.

Rojo cereza con menisco rosaceo de media capa.

Intenso y complejo en nariz, con brotes de pintura, levadura, frutos rojos, moras, cacao, regaliz...

En boca es robusto, concentrado, sabroso, pero equilibrado, no se desboca. Ensamblado y profundo.

Perfecto para acompañar un lechazo: gran maridaje organoléptico y geográfico.