Disfrutado durante la cata vertical de Mauro celebrada en Cocentaina el domingo 30 de Octubre.
Este vino se cató previa y posteriormente del resto de añadas (2000-2010) como “Vino de Mesa” a ciegas completamente (no sabíamos que podía ser Mauro ni una añada tan antigua del mismo).
Corcho que sale pero ligeramente deshecho y en varios trozos: bastante bañado en vino y oliendo bien para su edad (sin defectos).
Visual
Rojo picota claro acerezado con destellos ocres, de capa media tirando a media-alta, se ve limpio a medias ya que se aprecian notables precipitados. Se ve un vino evolucionado, ya viejuno y con el ribete cereza-transparente pero notables atejados/anaranjados. Buena lágrima.
Nariz
(Al inicio de descorchado y durante la primera hora)
Al inicio muy muy reductiva: algo de cuadra, desván, cueros, aromas animales, ligero etanal oxidativo que (me) recuerda a vinos viejunos de zonas como Rioja Alta, notas a brandy y cognac, más cueros y pieles,... notas bastante sucias y que no invitan mucho a beberlo de entrada.
(A las 5-6 horas)
Mucho menos reductivo, ya no hay apenas aromas a cuadra, los cueros están mucho más elegantes y la fruta negra en sazón aparece mucho más abundante, suave y todavía algo fresca. Las notas sucias han desaparecido y es “otro vino” que aunque un poco viejuno, ya tiene una nariz mucho más interesante y nada decaída.
Boca
(Al inicio de descorchado y durante la primera hora)
Al contrario que la nariz, la boca es fantástica desde el inicio: con fruta negra en sazón, muy sabrosa y golosa en el paso por boca. Se ve un vino todavía de buena estructura y cuerpo, con acidez de media a media-alta que lo hace muy fácil de beber. El tanino, sorprendentemente está ahí y existe, se nota en mucosas aunque ya muy elegante, pulido y dulcificado: lo cuál le hace ganar mucho en redondez en el un final bastante largo con fruta muy madura, maderas finas y terciarios de calidad (cueros, pieles animales y alguna nota reductiva/oxidativa) pero que, en general, lo rematan excelentemente bien.
(A las 5-6 horas)
La boca sigue rica, elegante y sabrosa. Seguimos teniendo frutalidad, acidez y cierto cuerpo y estructura. El vino incluso parece más elegante y ha mejorado con el paso de las horas oxigenándose a la intemperie.
Un Mauro de 22 años que parece ya algo pasado en fase visual y olfativa pero que, en fase gustativa, aún se sustenta muy bien y tiene una elegancia que hace que, cuando te lo llevas a la boca, se note que hay mimbres y nivel (hasta la nariz de inicio podría parecer un vino en ligero declive ya pero más normal en cuanto a categoría) pero en cuanto se lo lleva uno a la boca, sabe que no está ante cualquier vino.
En cualquier caso, somos realistas: ya ha pasado, probablemente, su mejor momento (óptimo) de consumo (que sería hasta hace 5-6 años aproximadamente); parece que puede haber iniciado ya hace un lustro su declive.
Sin embargo, es un declive lento, muy lento,... un envejecimiento y caída digna de un excelente vino (es un ejemplo de cómo todos los buenos vinos deberían ir apagándose paulatinamente con el paso del tiempo: con dignidad e intentando resistirse a fenecer dándolo absolutamente todo).
Mauro Cosecha 1994 Vino de Mesa de Castilla y León
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