Terroir Champenoise : Conociendo el paraíso, perspectiva de un vigneron

Terroir Champenoise : Conociendo el paraíso, perspectiva de un vigneron

Una de las catas paralelas que se organizaron este año en el 9º Encuentro Verema tenía como protagonista a uno de los grandes vinos del mundo: El Champagne. Cuando Jose Luis Contreras repartió la presentación de estas catas entre los distintos socios de Verema imagino que tuvo en cuenta que, como él bien sabe, los vinos espumosos son, además de mis favoritos, unos vinos que desde hace ya muchos años han estado muy presentes en mi vida.

La cata en cuestión era sobre diez champagnes elaborados por “vignerons”. La cata y su interesante introducción la realizó Manel Pla, una persona inquieta y activa que siempre está proponiendo nuevas e innovadoras opciones dentro del mundo del vino.

Tras algunos problemillas de conectividad entre el proyector y el portátil que hábilmente solucionó Paco Higón, que además de vinos sabe de esas cosas, comenzó la interesante explicación introductoria de Manel sobre el mundo de La Champagne. Nos mostró gráficamente la zona con un espectacular picado en Google Earth y nos empezó diciendo que esa zona es un paraiso (como se titulaba la cata) pero un paraiso a pesar de todo, “malgre tout” que dirian los franceses, ya que nunca lo han tenido fácil. La Champagne es la zona geográfica más septentrional a partir de la cual la viña no prospera de una forma natural. Una zona complicada para la elaboración de vino. Y a pesar de eso, o puede que por eso,  una zona en la que se producen algunos de los mejores vinos blancos del mundo.

Y el mérito de que esto sea así lo tienen los viticultores propietarios de viñedos (vignerons) que con sus extremos cuidados consiguen una uva excepcional y los elaboradores que durante siglos han ido perfeccionando el método de elaboración de vinos espumosos más importante del mundo: el Metodo Champenoise.

Los champagnes de esta cata eran todos elaborados por estos vignerons que anteriormente eran los proveedores de las grandes “maisons” de la champagne y que en un momento dado deciden elaborar su propio champagne partiendo de sus propias uvas localizadas, muchas veces, en las mejores zonas de La Champagne las zonas calificadas como Grand Cru.

Comenzamos la cata con un Tarlant Zero Non Dosé, un champagne diferente al resto de los catados ya que era un Brut Nature, un champagne sin dossage (lo que por estas tierras llamamos “licor de expedición”), es decir, sin nada de azúcar añadido al  hacer el degüelle tras la segunda fermentación.

Las bodegas Tarlant llevan elaborando vino desde 1687 y en la actualidad disponen de 14 Ha de viñedos de 4 Crus diferentes. Fue en 1928 cuando Louis Adrien Tarlant elaboró su primer champagne.

En La Champagne es poco habitual encontrar un brut nature, de hecho fue el único que catamos. La difícil maduración que provoca la falta de insolación de la zona da unos mostos con una elevada acidez lo que provoca que, en la mayoría de los casos, sea recomendable, además de chaptalizar los mostos, la adición de azúcar al final de todo el proceso de la doble fermentación para hacerlo más bebible.

Por eso este Tarlant Zero era una "rara avis". Con un coupage clásico formado por Chardonnay, Pinot Meunier y Pinot Noir a partes iguales, con un 50% del vino pasado por madera de barricas pequeñas, y sin haber realizado la fermentación maloláctica, nos encontramos ante un champagne elegante y equilibrado, fresco y muy vivo gracias a la elevada acidez que presentaba.

El siguiente fue un Aubry Sablé Nombre D'Or 2003. Este champagne es un Blanc de Blancs elaborado con tres variedades blancas: Chardonnay (40%), Arbanne (40%) y Petit Meslier (30%).

Las bodegas Aubry se caracterizan por su empeño en recuperar variedades perdidas en la zona como la Arbanne, la Petit Meslier y la Fromenteau. Propietarios viticultores desde 1790 en Jouy-lés-Reims en pleno corazón de la Montaigne de Reims, los hermanos Pierre y Philippe Aubry se propusieron, para celebrar el bicentenario de la bodega, recuperar algunas de las variedades históricas de la zona y crear la curveé Le Nombre d'Or que evocara lo que el vino fue en sus comienzos, una auténtica expresión de diversidad.

Este Aubry Sablé Nombre D'Or 2003 tiene 3 años sobre lías, sin barrica, y 6 meses en botella tras el degüelle. Es un extra brut ya que no lleva más de 2 gr/litro de dossage y de esta añada solamente se elaboraron 2000 botellas.

El tercer champagne que catamos fue un Diebolt Vallois Prestige. La bodega Diebolt Vallois está asentada en la zona de Cramant (pueblo clasificado en su totalidad como Grand Cru) en plena Côte des Blancs dominio por excelencia de la variedad chardonnay y está consolidada sobre las tradiciones vinícolas de dos familias; la familia Diebolt que se estableció en Cramant hacia finales del siglo XIX y la familia Vallois que cultiva la viña desde el siglo XV. El champagne que catamos era otro Blanc de Blancs (100% chardonnay) elaborado exclusivamente con uvas procedentes de las viñas de Cramant. Ensamblaje de tres añadas con vinos de reserva envejecidos entre 2 y 3 años en foudres viejos de 40 Hl. bajo tierra en las cavas a 14 metros de profundidad. Son precisamente estos vinos de reserva los que aportan redondez y complejidad a este champagne. Dossage de 8 gr/litro.

Con el cuarto champagne a catar volvimos a las bodegas Tarlant. En este caso catamos el Tarlant Vigne d'Antan 2000. Es un champagne 100% chardonnay (Blanc de Blanc) de viñedos prefiloxéricos de un viñedo "Les  Sables" en Oeuilly en el Valle del Marne. Se vinificó sobre lias en barricas de roble de cuarto año sin hacer la fermentación maloláctica y permaneciendo en estas barricas unos 6 meses. Tiene 2 gr/litro de dossage.

A continuación catamos un Paul Bara Special Club Rosé 2004. La bodega Paul Bara está en Bouzy sobre un terroir clasificado como Grand Cru de gran prestigio en pleno corazón de la Montaigne de Reims y se transmite de generación en generación desde hace más de 170 años. Elaboran sus champagnes a partir de de la Pinot Noir y de la Chardonnay variedades presentes en el Rosé 2004 que catamos. Más exactamente un 70% de Pinot Noir y un 30% de Chardonnay al que se le había "ensamblado" un 8% de Bouzy Rouge del mismo año. Un Grand Cru sin nada de pase  por barrica y un dossage de 8 gr/litro.

Recordemos, como hizo Manel Pla en la cata, que en La Champagne está permitido hacer rosado por dos métodos: Por ensamblaje que consiste en añadir al coupage un vino tinto para darle el color deseado (no puede ser cualquier vino, ha de ser de la A.O.C. Coteaux Champenoise en La Champagne) y por sangrado en la que se obtiene el color mediante la maceración de los hollejos con el mosto.

El siguiente a catar será también un rosado, en este caso de las bodegas Tarlant, concretamente un Tarlant Prestige Rosé 1995. Rosado de "ensamblaje" como el anterior con un 85% de Chardonnay y un 15% de Pinot Noir procedentes de viñedos de Oeuille en el Valle del Marne con la primera fermentación  realizada en depósitos de acero inoxidable con temperatura controlada y un dossage de 4 gr/litro.

El séptimo champagne que catamos fue un Paul Déthune Blanc en Noirs del 2004. Esta bodega tiene una larga tradición como vignerons (desde 1610) siempre asentados en Ambonnay en la Montagne de Reims en una zona clasificada como Grand Cru  (solo hay en la Champagne 17 zonas merecedoras de esta apelación) y trabajan básicamente con la Pinot Noir y la Chardonnay. El Blanc en Noirs del 2004 que catamos era un champagne elaborado con el 100% de Pinot Noir vinificado y criado en barricas de roble al más puro estilo champenoise.

El siguiente champagne era también un Blanc en Noirs, en este caso el Paul Bara Comtesse Marie de France 1999. Un champagne 100% Pinot Noir con una vinificación tradicional sin utilizar madera y un dossage de 7 gr/litro.

Con el siguiente champagne volvemos a una bodega conocida y a una curveé, la Nombre D'Or, de la que ya hemos catado otro. Un Aubry Nombre D'Or 2003. En esta ocasión tenemos una verdadera rareza con un champagne elaborado con todas las variedades históricas de de la denominación Champagne: Con predominio de la Pinot Gris (que antiguamente se llamaba Fromenteau o Enfumé) se elabora un coupage con Petit Meslier, Arbanne, Chardonnay, Pinot Noir, Pinot Blanc y Pinot Meunier. Siete variedades distintas que rememoran el champagne de antaño nacido de una amplia diversidad de variedades hoy día ya olvidadas. Este champagne envejece entre 4 y 5 años en la botella con sus lías y sale al mercado con un dossage de menos de 5 gr/litro.

Y por último catamos el más viejo de la serie: Diebolt Vallois Mise en Cave 1983, un chardonnay 100%  de la Côte de Blancs con una vinificación clásica en cubas de acero inoxidable termoreguladas, con fermentación maloláctica y clarificado mediante filtrado. Todos los millesimes de esta bodega salen al mercado con una larga crianza en la botella con las lías. Además de esta añada, que es la más antigua disponible, se ha elaborados los años 1997, 1999 y 2004.

Magnífica e interesante cata llena de matices desde los más frescos del Tarlant Zero Non Dosé o el sugerente Paul Bara Special Club Rosé 2004 hasta los más viejos como el Diebolt Vallois Mise en Cave 1983 en el que se encontraban claras notas ajerezadas  e incluso un ligero toque rancio.

Creo que todos los asistentes disfrutamos con la cata. Yo al menos la disfruté. Me encantan los espumosos y dentro de ellos, en el champagne, tengo debilidad por la Pinot Noir por lo que admito que mis favoritos fueron el Paul Bara Special Club Rosé 2004 y el Paul Déthune Blanc en Noirs del 2004. También tengo que admitir que son pocos los champagnes con larga crianza que me gustan. Los hay, y algunos he probado y reconozco que son magníficos pero tienen un problema: son carísimos. Es cierto que al champagne le sientan muy bien las largas crianzas gracias a las cuales consigue integrar y suavizar el carbónico que siempre refuerza la sensación de acidez y también es cierto que, gracias a la acidez, aguanta esas largas crianzas mucho mejor que otros espumosos. Pero para mi gusto (y sobre gustos, colores) disfruto más de un espumoso cuando tiene frescura y fruta que cuando empiezan a aparecer notas intensas de levaduras fruto de la larga crianza en contacto con las lías o las notas ajerezadas fruto de una clara oxidación aunque a veces quede muy bien llamarla madurez. Supongo que por eso también los que más me gustaron fueron los 2004.

En resumen, una magnífica cata en la que Manel Pla nos deleitó con su gran conocimiento de esta zona tan especial y en la que todos los amantes del champagne que estábamos allí disfrutamos como chiquillos.