Malditos Camaradas

Lola Merlot Garcia es como Chikamatsu Monogatari. Una imagen es una imagen. Lo femenino

Si me gusta de Kenji su filosofia ante una historia es que se inventó el cine para que él contara sus historias. Una mujer siempre en escena, es un romántico, le dedica cualquier entorno, no la agobia con escenas de angustia sino que es el eje de todos los sentimientos. Ensalza la mujer,  canta lo que hay en ella, lo puro, lo desinteresado, es el paraiso de las cosas maravillosas, lo que todo termina en los profundos sentimientos que luego engarzaran esa mujer a su entorno inmediato. Mucho más allá de lo sensual, la presencia de cada personaje en una escena es como un templo de sentimientos, de gestos que alertan lo que llevan en su interior, emociones, es como un trago largo de vino, lleno de flores y aromas de pieles de frutas negras. Es cierto que el nirvana como búsqueda es primordial en cada encuadre de su narración pero esto caracteriza a todos los humanos. Todo es bastante simple. Ponganme una copa de buen vino en la mano y me iré con ella hasta la puerta para abrirla al vecino. Nadie se desprende del placer por un breve instante de realidad.

La merlot de Lola tiene siempre presente el corazón de la barrica para pulir su temperamento, a veces impenetrable, otras ronda lo marginal, lo intolerable de su soberanía sobre otras variedades  y casi resulta un vino para autodidactas; con aromas de humo, regaliz, y una textura suntuosa, muy marcado por el roble, pero con un final animado; exultante sutilidad notas que se  está abriendo...Atractivas moras con un plano muy armonioso sustentado en  gruesa acidez y unos taninos robustos. Es elegante, a ratos muestra complejidad,  delicado y dócil como vara de mimbre.  Es una bella imagen que llega con notas de algun fino chocolate. Delicioso. Duración, cambio y movimiento. Todo en este vino llega amortiguado por lo insólito de su estado multidimensional, matices e insinuaciones.


Inclinarse por la debilidad y la belleza.
Bergman retrataba a la mujer con un gesto de aburrimiento. Antonioni la sumía en una  escena  de objetos como encrucijada y desdén por el hombre; Mizoguchi pincela la tristeza, rasga la frialdad y ofrece el lado íntimo y alegre de la belleza.

Si digo algo por creer en Javier Garcia afirmo que es un tipo formidable que ha puesto lo mejor de su conocimiento en pos de un vino con estilo, con la estética que puede sugerir un bello producto terminado y la opulencia de su elaboración sin duda, un gran instinto de productor que huye de lo complejo o avanzado y se instala en la tierra alredor, en el viñedo propio,  en los resultados del boca a boca.
Es entrenido a veces beber un vino.

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