Blog de Jordi Melendo

Sobre piedras y grandes vinos

Cuando avanza la edad pierdes la vergüenza. En mi caso, por culpa de la vergüenza no tengo en mi casa una buena colección de piedras y frascos llenos de tierra de todas las regiones vitivinícolas que he pisado y cuyo suelo no vuelves a olvidar. Desde que he ido perdiendo un poco de vergüenza he tenido tiempo para recoger unos buenos grapados de craie de la champagne, unas cuantas piedras de licorella del Priorat, unos pocos fósiles del Macizo del Garraf o las dos piedras del viñedo de la Coulée de Serrant que cogí hace poco ante la mirada de Nicolas Joly. A mediados de los años 90 tuve la oportunidad de visitar en varias ocasiones la zona vitivinícola de Châteauneuf du Pape, cuya imagen de su suelo lleno de galets (guijarros) me evoca sublimes recuerdos a algún excepcional tinto de garnacha. Como tenía vergüenza no me llevé ninguna de esas piedras a casa.

La AOC Châteauneuf-du-Pape está situada en el Rhône meridional en el sureste de Francia, tratándose de la denominación más conocida de la parte sur del Vallée du Rhône. Los viñedos están ubicados en torno a Châteauneuf-du-Pape y las localidades vecinas Bédarrides, Courthézon y Morgues, entre Avignon y Orange, cubriendo poco más de 3.200 hectáreas. El terroir de Châteauneuf-du-Pape está cubierto por una capa de galets, las rocas suelen ser cuarcita y restos de glaciares alpinos que han ido adquiriendo esa forma redonda a lo largo de milenios por el río Rhône. Estas piedras retienen el calor del día y lo liberan por la noche, lo que tiene el efecto de acelerar la maduración de las uvas. Además también sirven como capa protectora que ayuda a retener la humedad en el suelo durante los secos meses de verano. De todos modos, en algunos de los viñedos más prestigiosos de la zona no hay galets, por lo que las viñas tienen un aspecto más tradicional. En algunos de estos casos son viñedos situados en laderas con orientación sur, donde el calor que por las noches emana de las piedras sería contraproducente para la viña y ocasionaría un exceso de maduración de las uvas.

Las variedades autorizadas son garnacha, syrah, mourvèdre, cinsaut, counoise, terret noir, muscardin y vaccarère para tintos, y clairette, roussanne, picpoul, picardan y bourboulenc para blancos. Si separamos la garnacha en dos (garnacha blanca y garnacha tinta), las variedades permitidas serían catorce. La garnacha es la variedad más común para la elaboración de los Châteauneuf-du-Pape tintos, aunque algunos productores utilizan una proporción más elevada de mourvèdre. A menudo se trata de tintos que expresan el terroir, se describen con sabor a tierra y a caza con toques de alquitrán y cuero, considerándose fuertes y tánicos en su juventud pero manteniendo un carácter rico y especiado al envejecer. El Châteauneuf-du-Pape blanco representa menos del 10% de la producción y se elaboran con una mezcla de cinco variedades permitidas, siendo la garnacha blanca la que más se utiliza. Algunos elaboradores hacen un monovarietal de roussanne. La mayor parte de los blancos se elaboran para consumirse de jóvenes.

Aunque si interesante es todo lo que concierne a la vitivinicultura de Châteauneuf-du-Pape, su historia verdaderamente fascina. Châteauneuf du Pape se identifica con una gran riqueza vitícola, histórica y cultural. Entre Orange y Avignon, con el paso de los siglos se ha ido depositando una tradición de vinos con carácter, poderosos. Ya conocida por los Galos, la cultura de la viña fue muy desarrollada por los Romanos, instalados con notoriedad en Orange. Los monjes y sobre todo los obispos extendieron la cultura del vino en la zona. En 1157, Geoffroy, obispo de Avignon, poseía un viñedo situado en su feudo de Châteauneuf. A partir de la elección del Papa Clemente V en 1308, la instalación de los Papas en Avignon como residencia de verano favoreció el desarrollo del viñedo de Châteauneuf. Bajo el reinado del Papa Juan XXII, el vino de Châteauneuf figuraba regularmente entre aquellos que se proporcionaban para la casa del Pontífice. Fue sin duda alguna el prelado que más contribuyó a la difusión y a la fama del vino de Châteauneuf. Le otorgó la primera denominación de su historia, denominación de “Vino del Papa” bajo la cual sería reconocido antes de denominarse “Le Châteauneuf-du-Pape”. También a Juan XXII se debe la construcción del célebre castillo.

Con ocasión de Vinexpo’09 tuve ocasión de probar tres Châteauneuf-du-Pape muy interesantes: Elegance de Jeanne 2007, Cuvée Etienne Gonnet 2007, ambos del Domaine Font de Michelle y La Folie 2007 del Domaine Bosquet des Papes. Vinos ricos y opulentos, de una gran complejidad aromática y de una gran pureza y elegancia.

Al finalizar la degustación pedí a un amigo de la AOC Châteauneuf-du-Pape si me podía mandar un par de galets para mi colección y unos días después recibí un paquete de 5 kilos de peso. “Pesa como si llevara piedras” dijo el cartero. Si, eran piedras. Piedras que forman parte de la historia de Châteauneuf-du-Pape y que por la vergüenza de la edad no cogí cuando estuve allí.

  1. #1

    Álvaro Cerrada

    Sería precioso tener una sala en casa con unas vitrinas y esos "trozos de tierra" de cada zona que nos ha enamorado. Es un poco rollo, pero sería digno de los mejores museos del mundo!

    un abrazo!

  2. #2

    AntonioJesus.AkatA

    Como siempre un excelente y educativo reportaje. Grazie

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