Tavella restaurant. Caer bien.
Caer bien. Una curiosa y popular expresión cuyo origen desconozco pese a haber perdido cierto tiempo en documentarlo o al menos averiguarlo.
¿Y por qué comienzo así y cuál es el motivo de esta inquietud lingüística? Pues porque así terminé mi segunda visita a este recién nacido restaurante, diciéndole a mi familia al salir: “Joé, es que es un sitio que cae bien”. Y esas cosas extrañas que tiene la mente, sobre todo cuando el cuerpo está relajado y satisfecho, me hizo preguntarme: “Caer bien, oye, qué expresión más curiosa, ¿de dónde vendrá?”. Si alguno de los pocos lectores de este blog conoce la respuesta, le ruego encarecidamente que me la traslade.
Y es que Tavella es un sitio que te cae bien desde que entras por la puerta. ¡Qué digo desde que entras!... Desde que ves esa finca. ¡Qué digo desde que ves esa finca!... Desde que te internas en la simpática y extemporánea pedanía de Beniferri en la que está ubicada. Está a un puñado de metros del moderno Casino Cirsa Valencia. Y sin embargo parece que esté a años luz. ¿Cómo logran estos pequeños reductos mantener cuasi intacta su esencia, su espíritu, su sabor, rodeados por la amenazante gran urbe?
Pues si cae bien al internarte en Beniferri, al ver la finca, al entrar por la puerta… no te digo nada cómo te cae al recibirte el afable y sonriente Pablo Chirivella -alma máter y chef de Tavella- y Jose, su encantador maitre. Calidez, buen rollo, implicación, cariño… Así es imposible que un negocio no funcione.
Se trata de una alquería de 203 años de antigüedad exquisitamente conservada y restaurada, cuya planta calle está ocupada casi en su totalidad por el restaurante (excepto un habitáculo que alberga una boutique de la familia) y cuya planta alta sirve de residencia de “la abuela”, la propietaria de todo el inmueble, nuda propietaria podríamos decir de la mitad del mismo.
Lo primero que huellas al franquear el imponente portón es un delicioso patio interior, amplio y luminoso. Aquí comienzas ya a respirar la mágica atmósfera que te envuelve toda tu estancia. A la izquierda, en alto, una singular cocina vista, con un espectacular juego de brasa-campana extractora. A la derecha, el acceso a las salas.
Salas he dicho, en plural, porque es un conjunto de rinconcitos, de estancias diferenciadas con ambientes cambiantes… Por aquí, la mesa al lado de la chimenea; por allá, un saloncito que hacía de antigua boutique; por acullá, la zona de doble altura presidida por una nostálgica fotografía en blanco y negro de los miembros del Tribunal de las Aguas de principios de siglo pasado, entre los que se encontraba el bisabuelo de Pablo; por acá, una mesa alargada prácticamente apoyada en la antigua cocina… “¿Dónde queréis comer?”… “No sé ¿no podemos en todas las mesas a la vez?”
¿Y aquí qué se come? Pues bien y variado, oiga. Pablo Chirivella es un joven cocinero que atesora una gran formación y acumula vivencias en países como México, algo que, junto a su destreza innata, le capacita para ofrecer muchos registros. De momento, ha debutado homenajeando a la cocina de mercado, permitiéndose pocas licencias de autoría y sacándole un gran partido a la brasa que comentábamos, brasa que adquiere un papel absolutamente estelar en la propuesta actual de Tavella.
No hay carta, existen tres menús con similar esqueleto al que se le van añadiendo platos en función de la opción elegida (de menos a mayor extensión: Tavella, Ejecutivo o Degustación)
Yo iba con mi amigo Dani C, iba de su mano, así que me limité a callar -es una manera de hablar, ya sabéis- y a asentir. Y esto fue lo que desfiló por nuestra mesa, la de la chimenea, en el día de autos:
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• Crema de zanahoria con chile de árbol.
• Ensalada de atún rojo con tomate valenciano rallado y piparras.
• Pulpo braseado sobre cremoso de patata.
• Tuétano.
• Rodaballo a la brasa.
• Tuétano.
• Bizcocho con dulce de leche.
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Notable experiencia culinaria. Un disfrute desde el principio hasta el final. El placer de lo sencillo. Pablo domina las secuencias, el producto, sus combinaciones, la brasa.
La crema de zanahoria rezumaba naturalidad con la chispa de la salsa casera de chile de árbol (mucho se ha traído de México este chef, de momento nos lo enseña con timidez); la ensalada se edificaba sobre unos dados de excelente atún, rojo, pero rojo rojo, con la suavidad de la ralladura de tomate y la alegría de las piparras; el pulpo, braseado, era una locura, pareció al pincharlo que iba a estar duro pero que va, mostraba esa divina tersura, con esa tirantez que hace la mordida “sentida”; el tuétano, una bomba de sabor y de textura, servido como en una barca que era el propio hueso cortado longitudinalmente; el rodaballo, he probado mejores piezas pero no mejor hechas; y el bizcocho, golosón y acariciante.
Si observan la comanda detallada, leerán dos veces la palabra “tuétano”. No, no se trata de un error. Estaba tan bueno y nos produjo tanto placer que pedimos repetir. Nos dijeron que el rodaballo ya estaba en puertas y que no podía esperar a que nos hicieran otro tuétano pues se iba a echar a perder el punto del pescado… y contestamos que no nos importaba, que nos comíamos el rodaballo y que mientras, fueran haciendo otro tuétano. Dios mío, qué locura de bocado. Gracias Pablo por el deleite y por traerme tan buenos recuerdos familiares (mi padre mataba por él).
Los vinos fueron aportados por mi generoso contertulio: un atípico y extraordinario verdejo fuera de la D.O., Barco del Corneta verdejo 2013, y un rioja viejuno de añada legendaria, pura seda, Señorío de Artagán Gran Reserva 1982. Previamente habíamos tomado de aperitivo un genuino La Bota de Fino del Equipo Navazos. Copas de alta gama y correcto trato.
El servicio, comandado por Jose, fenomenal, aunando respeto, cercanía e ilusión. Mucho oficio.
Usualmente se finalizan las notas de valoración de restaurantes con eso de “repetiré”, “no volveré”… y muchas veces los lectores nos fijamos sobre todo en ese final, ya que es el que mejor resume la sensación que se ha llevado el valorador. Pues bien, fíjense en este caso: reservé “sobre la marcha”, antes de irme, para dos días después llevar a mi familia. Así de contento salí.
Quédense con eso, señores.
Y con esto: Pablo Chirivella ha caído bien en el universo enogastro valenciano. Le auguro y deseo muchos éxitos.
Copyright © Aurelio Gómez-Miranda del Río
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Yo tb. me hubiera merendado una doble de tuétano... Qué rico! Por cierto, el verdejo sería curioso, pero el viejuno también (ni puñetera idea, tú).
Y que pinta las guindillas!!
Abrazo!
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en respuesta a Joaquin1965 Ver mensaje de Joaquin1965 El viejuno, te juro que me acordé de ti, brother. Cosa fina. Si lo trae Dani C, ya te puedes imaginar...
Un abrazote, "Rey de los Viejunos"
Aurelio Gómez-Miranda.
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Me encanta el atún, me pirran las guindillas, me apasiona el rodaballo.... el tuétano lo he probado en un par de ocasiones y quizás no me haya enamorado en exceso. Fíjate que ya me "caen bien" sin conocerlos.... Eso de que tienes "pocos" lectores.... pues entonces que diremos algunos...
Lo de caer bien no se de donde vendrá pero tiene su aquel. Hay algunos que te enganchan sin más y otros que... sin más. :-) -
Varios detalles te quiero comentar:
Por una parte que bien queda uno consigo mismo, cuando sales de un restaurante y te dices “tenemos que volver”, pero ya, cuando te dices “voy a escribir unas letras especiales sobre este restaurante” se lo merece. Eso, ya está muy por encima.
Lo de callarte tú, supongo que es una forma de hablar.
Te felicito por las fotos. -
No puedo ayudarte con la expresión de caerte bien.
La verdad es que con la lectura, las magnificas fotos consigues que nos caiga muy bien. Estuve hace tiempo, no comiendo, y fue muy majo, es como estar en un pueblecito. Saludos. -
en respuesta a JoseRuiz Ver mensaje de JoseRuiz Jeje, te lo debo a ti sobre todo y al posterior segundo empujón de Fer.
Estaba yo dudando si hacer blog o no. El lugar me había entusiasmado y "caído bien", Pablo se merece todo... pero no tenía "material"... ni "moral" (cada vez me da más perezona lo de maquetar, cuadrar, linkear... uf, lleva un trabajo si lo quieres hacer bien del copón, que te voy a contar a ti que maquetas con mimo todos tus Vinowine)
Total, que me puse a redactar sobre la marcha, en directo sobre el espacio, el comentario normal en la sección de restaurantes de Verema y como tú bien captaste me salió "algo más" que una valoración al uso. Me faltaban fotos del local (me salieron fatal, no valían), ganas... y ello me echó atrás. Pero tu empujoncito (empujonazo, si no me lo das no lo hago) me hizo reconsiderar el tema y darme cuenta de que este es el tipo de restaurantes que merecen a mi juicio estar en bloG-M, restaurantes que "me llegan" por algo y que provocan que "cuente" algo. Uno de cada cien (no exagero).
Las fotos de los platos son mías, el collage del interior es "prestado"... y es lo que me faltaba, además de tu empujón.
Un abrazo y gracias Jose
Aurelio Gómez-Miranda.
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en respuesta a Gabriel Argumosa Ver mensaje de Gabriel Argumosa Me acordé de ti cuando reservaba sobre la marcha. No es que pensaba en volver, es que fue, como dicen por aquí, "pensat y fet".
Y sé que tú te fijas mucho en ese final, en los matices de los finales: "Volveré" "Quizás vuelva" "Dentro de un tiempo..." "Cuando se consoliden..."
Si, vale, pero... ¿a cuantos vuelves de esos? A un bajo porcentaje.
En este caso, ya ves: a los dos días regresé, pues reservé nada más terminar de comer.
Las fotos, este nuevo móvil que llevo las hace bastante dignas, hace correctos primeros planos. Las del interior, esa batería de cuatro en collage no son mías, esas me salieron muy malas y me las han prestado.
Un abrazo
Aurelio Gómez-Miranda.
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en respuesta a Arrutzi_Najera Ver mensaje de Arrutzi_Najera Y si en lugar de ir al final a la izquierda te vas a la derecha, flipas, todavía más sabor pueblecito.
Qué andarías tú por ahí si no ibas a comer? Nada de vinos supongo jajaja
Abrazos
Aurelio Gómez-Miranda.
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en respuesta a G-M. Ver mensaje de G-M. Conocer una isla dentro de la ciudad y apenas unos cientos de metros de la autovia. Desaparece la huerta y sus pueblecitos. Que pena.
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en respuesta a G-M. Ver mensaje de G-M. Muchas veces no vuelves, yo lo uso para cuando me dicen: "no hemos comido mal". Y les pregunto ¿por cual plato volverias? y suele haber pocas veces respuestas contundentes.
Un motivo evidente, es cuando vas solo(de la familia) y a los dias o semanas vuelves con la señora. Eso en general es "muy a valorar"
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en respuesta a Arrutzi_Najera Ver mensaje de Arrutzi_Najera Cientos? Decenas!
Hoy me he fijado bajando y es increíble pero se ve Tavella desde la entrada a Valencia por la pista de Ademuz. Se ve sólo la parte del "piso de la abuela". Estás ahí y parece que estás fuera de circuito, pero es que "estás ahí".
Hay dos lugares más en Valencia similares... ¿los conoces?
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Post bien currado aunque bien se lo merecen
Buen disfrute caballero. ¿Será posible que no coincidamos nunca a la vez en las visitas?
Un abrazoPD LO del tuetano me lo apunto
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en respuesta a Gabriel Argumosa Ver mensaje de Gabriel Argumosa Sí! Ese detalle es definitivo!
Cuando salgo y digo: "Aquí tengo que traer a Teresa"... Eso es la prueba del algodón.
Lo cojonudo es que en este caso, nada más entrar lo pensé: "A Teresa le va a encantar". Y ya, cuando comí y bebí tal como comí y bebí... Ni te cuento.
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