Una acogió a la otra, la otra gozó con la acogida; una distinguió a la otra, la otra gozó con la distinción.

 

Día grande para la Peña Gastronómica Los Restauranteros.

 

13 de abril de 2013.

Tras largos meses de espera desde aquel día en el que un ilusionado Jerónimo nos anunciara "la que nos había preparao" en Girona, por fin llegó el momento de hacerlo realidad.

Y ahí que nos dirigimos todos: a Girona. La familia Roca nos esperaba. La familia Roca recibía en su casa a La Peña Gastronómica Los Restauranteros.

 

La familia Roca.

 

Durante un momento u otro del señalado día grande de nuestra Peña, tuvimos la fortuna de disfrutar de todos los miembros de la familia. Y digo disfrutar porque es que fue un deleite: casi disfrutamos más de ellos, de su conversación, de su presencia, que de lo meramente gastronómico. Todos ellos nos dedicaron tiempo y cariño, nos recibieron con hospitalidad, hospitalidad con mayúsculas, una de las líneas fuertes de la "cultura de empresa Roca" según nos comentaron. Lo consiguen. Lo sientes. Palpas esa hospitalidad, ese deseo de acoger, de agradar.

Los padres, Josep y Monsterrat y los hijos, los celebérrimos hermanos Roca: Joan, Pitu y Jordi. Una familia de campanillas.

Tres hermanos, tres estrellas Michelin. Una estrella para cada uno: la de la cocina para Joan, la de la bodega para Pitu y la de los postres para Jordi.

Comienzo por la conclusión: al finalizar la intensa jornada, todos coincidimos en varias apreciaciones: ¡qué humildad!, ¡qué sencillez! y... ¡qué arte!. No son cocineros, no son sumilleres, no son reposteros... Son artistas. Y son currantes. Nada es por casualidad.

 

Acto 1. Visita a la Cocina de El Celler de Can Roca.

 

A las 13:00, tal como señalaba el programa, comenzamos... directo en vena, sin anestesia: Joan Roca nos enseñó su cocina, a pleno rendimiento.

Fue una visita guiada en toda regla. 

Joan Roca nos fue dirigiendo por las amplias e impolutas instalaciones, explicando las particularidades y funciones de cada zona y prestándose a responder todas las preguntas que le hicimos Los Restauranteros y nuestros acompañantes.

Un auténtico lujo que, el considerado por muchos como Mejor Cocinero del Mundo, te muestre sus dominios con desnudez, sin ocultar nada..

Hay algo que me llamó la atención sobremanera: la ausencia de estrés. No se sentía estrés, presión, alteración alguna en los empleados.

He visitado varias cocinas de laureados restaurantes, y en todas ellas, cuando se va acercando el momento de la verdad, se aprecian mucho nerviosismo. En El Celler de Can Roca, no.

Aquí la gente sonreía, la atmósfera era limpia, relajada.

¡Organización, organización! Joan lo tiene todo perfectamente organizado, secuenciado, protocolizado, dimensionado. Cada miembro de su numeroso equipo, sabe qué tiene que hacer, cómo y cuándo. Y el resultado es el que vimos y comento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La sola visita a la cocina, merece ya el viaje, pero... teníamos más, mucho más que vivir ese maravilloso día...

 

Acto 2. Visita a la Bodega de El Celler de Can Roca.

 

Sin solución de continuidad, pasamos del cielo al paraíso: de la cocina de El Celler de Can Roca, a la bodega de El Celler de Can Roca. ¿Para qué elegir si se pueden tener las dos cosas?

Así pues, Pitu Roca nos abrió las puertas de esa obra de arte que tiene como bodega.

Impresionante.

La recorrimos de su mano deteniéndonos pausadamente en sus cinco zonas favoritas, a cada una de las cuales ha dedicado un habitáculo, una sub-bodega, en la que guarda los vinos de esa zona y que se diferencia del resto por el motivo central y por la música.

Quedamos apabullados ante la locuacidad, expresividad, puesta en escena y arte de Pitu. Se ensimismaba, se escuchaba, lo escuchábamos, hacía una pausa, dejaba que la música nos empapara... Impagable.

Nos relató, agradeciendo a sus hermanos que le hubiesen permitido ese descomunal "capricho", la historia del proyecto.

Aparecen aquí todas las "capillas" fotografiadas: arriba, Borgoña; y abajo, Riesling, Champagne, Priorat y Jerez.

 

Silenciosos, pensativos, ensimismados... Así salimos todos de "La catedral de Pitu".

 

Acto 3. Actos oficiales.

 

De El Celler de Can Roca nos deslazamos a Can Roca, donde nos habían preparado una salita con un mesa de exposiciones y unas sillas de oyentes, perfectamente adaptada a nuestras necesidades.

Y antes de comer, de forma amena y desenfadada pero no exenta de la solemnidad que requieren estos asuntos, procedimos a entregar los diplomas a los Socios Fundadores, nombrar a los Nuevos Socios, e investir al Socio de Honor.

Entrega de diplomas a Socios Fundadores.

Con la excepción de Chini (Vicente Chinillach) estuvimos presentes todos los socios fundadores. Tras unas palabras del actual Presidente (que no es otro que el que abajo suscribe), se procedió a entregarles los diplomas, la pañoleta, el medallón y el pin corporativo.

   

   

 

Estas fotografías se pueden ver más grandes y con mejor calidad en la página de Facebook de nuestra Peña:

www.facebook.com/LosRestauranteros

Nombramiento de nuevos Peñistas.

Dos fueron los nuevos peñistas: Fer Benlloch y Manu Aguilera. Para ello, sus padrinos tuvieron que exponer los méritos que atesoraban, para posteriormente prestar juramento sobre nuestro calderillo y finalmente ser nombrados nuevos peñistas tras consignarles con el cucharón oficial.

  

  

Tras jocosos comentarios y hombros doloridos.....

 

Nombramiento de Socio de Honor.

Llegó el momento de nombrar al Primer Socio de Honor de La Peña Gastronómica Los Restauranteros, Joan Roca, a quien se le entregó, además de la pañoleta, el medallón y el pin, el regalo institucional honorífico: el calderillo con dedicatoria.

  

Joan estuvo encantador y nos dedicó unas agradecidas palabras realzando la importancia que para su negocio y para la gastronomía en general tienen asociaciones de entusiastas como nosotros.

 

Acto 4. La Comida en Can Roca.

 

Y llegó el momento por todos esperados. Lo que días antes habíamos calificado como "un espectáculo gastronómico sin precedentes".

Según Joan, ni tiene precedentes, ni los tendrá, es algo único e irrepetible ocasionado por la excelente relación de nuestro querido Jerónimo López con la familia y por consideración hacia nuestra peña gastronómica.

¿Qué se debe sentir en un recorrido gastronómico que arranque con los platos tradicionales, los de los recuerdos de la niñez de Joan y Pitu, los que siempre ha cocinado en Can Roca su madre, Montserrat Fontané, que continúe con alguna creación histórica del mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca, y culmine con nuevas apuestas culinarias de este galardonado restaurante?. Es la pregunta que llevábamos meses haciéndonos... y había llegado el momento de encontrar la respuesta.

Comimos en Can Roca, cerrado para nosotros, acomodándonos en una gran mesa para 20 comensales montada para la ocasión, soberbiamente dispuesta. Con la piscina a la izquierda y un precioso conjunto de bambús naturales tras el ventanal del fondo. Todo luz, todo alegría.

Y comimos platos cocinados por la madre (quien aparece en la foto de arriba de estas líneas junto a Gabriel Argumosa, actual Vicepresidente, y donde podemos también ver detrás a su hijo mayor) ahí en Can Roca, platos de El Celler cocinados por el hijo allá en El Celler de Can Roca, postres cocinados por el otro hijo también allá y bebimos vinos del otro hijo recién salidos de la bodega de El Celler de Can Roca.

 

El menú

 

¡Vamos con el festival!

Calamares a la romana

Uno de los platos que, como el que le sucede, han dado fama a Can Roca.

Los de toda la vida.

No hay mucho que hablar, o todo que hablar.

Simple y llanamente, calamares a la romana.

Los de toda la vida pero... bien hechos: punto exacto de fritura, buen producto y esa jugosidad...

 

 

Canelones

La Sra. Montserrat sigue al ataque con estos canelones divinos.

Dada la fama que, como decíamos, tienen, algún ávido comensal exclamó una vez:

¡Pero si esto son unos canelones como los de mi madre!

A lo que le contestaron: ¿Claro, pues qué te esperabas?

Unos canelones de los de buena madre.

 

 

Timbal de manzana y foie gras con aceite de vainilla

Entramos en terreno peligroso.

¿Por qué, por qué, por qué... es uno de los grandes de El Celler?

Aúna aparente sencillez, técnica, juego de temperaturas y de texturas... de sabores...

¡Grande!

 

 

 

Toda la gamba

El silencio se hizo en la sala. Se trataba de uno de los platos más esperados por todos.

Extraordinario.

La gamba a la brasa desestructurada (cuerpo pelado, cabeza y patas uno por cada lado), jugo de la cabeza con algas, agua de mar y bizcocho de placton.

A final, gamba en toda su plenitud. Continuamos con la aparente sencillez.

 

 

Partmenier de bogavante con trompetas de la muerte

Perfecto peaje entre la autopista de la ligereza y la contundencia del principal.

Realmente fino, yo pensé que la potencia de las setas se iba a comer al bogavante, pero...

Todo lo contrario, lo realzaban, con la inestimable ayuda de la patata que actuaba como catalizadora.

Otro plato de leyenda.

 

 

Cochinillo ibérico con melón, naranja y remolacha

Preciosa presentación y... fabulosa conjunción.

Una capa fina, crujiente por fuera y melosa por dentro, de cochinillo, con la frescura del melón, la acidez y dulzura de la naranja, el color y la textura que aportaba la remolacha...

Ufffffffffffffffffffff

 

 

 

Postre láctico

Y con los postres... llegó la magia

Helado de leche de oveja, espuma de cuajada de oveja, yogurt de oveja y nube. ¿A qué sabía?: a leche de oveja.

Y... ¿a qué sonaba?: a oveja. Si pasabas la cuchara por los bordes interiores del plato, el sonido era exactamente el mismo que el que hacen los rebaños de ovejas cuando vuelven al atardecer a refugiarse en el corral...

Alucinante.

 

 

Viaje a la Habana

La magia alcanzó su climax con esta creación.

Un puro de chocolate que te lo metes en la boca y sabe a puro. No a tabaco rubio. Ni a tabaco negro. No. Sabe a puro. 

Alguien dijo... Es espectacular, sabe como un habano pero... ¡no sé si me gusta! Es que si no te gusta el puro... ¡es un puro!

Contrastado y refrescado con el granizado de hierbabuena, impresionante, pero que generosamente cede el protagonismo al habano.

 

 

Petit fours

Con los cafés nos sacaron esta delicia de petit fours, presentados con un gusto exquisito.

Una trufa, una gominola y un bombón.

Sí, pero pruébalos.

;-)

 

 

 

La valoracón gastronómica de este magno evento se puede leer, seguro que enriquecida, en los estupendos blogs de dos de nuestros peñistas fundadores, Isaac Agüero y Jose Ruiz:

• www.complicidadgastronomica.es/2013/04/de-vez-en-cuando-la-vida
• www.vinowine.es

 

Los vinos

 

Aprovecho el detalle del menú que tomamos en el que constan los vinos, para que quede testimonio de lo allí bebido.

El precio era previamente definido e incluía el maridaje. Fueron espléndidos en el servicio de los mismos.

Comenzamos con un cavita catalán, fresquito y ligero pero con cierta complejidad, que acompañó perfectamente a los entrantes.

Continuamos con un moscatel malagueño sobre sus lías, muy apropiado para armonizar con el foie.

La gamba con un blanco, poderoso pero pulido, un rioja con crianza.

Un jura liviano pero muy complejo fue el elegido para el parmentier.

Ya se pusieron serios con el cochinillo, que llegó de la mano de un ribera curioso, como muy atlántico, nunca hubiera adivinado su procedencia. Y este ribera fue complementado con otro, una jeroboan de Avan Cepas Centenarias 2000 que aportó nuestro invitado Maresme, éste sí que era ribera reconocible, poderoso, con raza y rasmia, golosete... ¡gracias Maresme!

El tokaj llenó nuestras copas con su dulzura y esa acidez que te eleva en el mismo momento en el que aparecieron los mágicos postres.

Y como colofón, una copita de un "ronsito" venezolano, suavecito, bien destilado y criado. 

 

 

Acto 5. Todos al Rocambolesc.

 

No nos podíamos ir sin pasar por el Rocambolesc, más aún cuando éste se encuentra rabiosamente céntrico.

Así que ahí que nos dirigimos de modo disgregado.

Nos dividimos en grupos y unos fueron antes, otros después...

Y así fue como conocimos al último que nos quedaba por conocer (con el padre charlamos amigablemente en la sobremesa), Jordi Roca y su genial heladería, su Rocambolesc.

Jordi, con la impronta de la casa: humildad, educación, trabajo, respeto, hospitalidad. Se despidió con un "gracias por venir a Rocambolesc y gracias por comer en Can Roca".

Devoramos un helado de manzana asada que puedes acompañar con multitud de divertidos y originales toppings que lo alegran sobremanera.

Estábamos un poco ahítos tras la comida, pero... entró, entró, la bola entró.

 

Acto 6. El Retorno

 

Después de todo lo acontecido, regresamos a nuestras respectivas ciudades con una agridulce sensación.

No lo volveremos a vivir, pero... ¡qué grande! ¡qué vivencia! ¡cómo lo hemos pasado!.

Porque sí, amigos, tal como iniciaba este post, lo concluyo:

Fue un espectáculo gastronómico sin precedentes.

¡Gracias familia Roca!

¡Gracias por vuestra hospitalidad y por vuestro arte!

 

 

 

 

Próximo Acto...

 

¡Ni más ni menos que Bilbao, la capital del mundo conocido!

Este otoño nuestro por todos queridísimo Óscar, organiza nuestro siguiente encuentro. 

No te vamos a pedir que superes el encuentro primaveral de Girona, eso es un imposible, pero...

Aupa Óscar, aibalaos....!

 

 

Copyright © Aurelio Gómez-Miranda del Río