Restaurante Restaurant Can Roca en Girona
Restaurante Restaurant Can Roca
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
9,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
11 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.9
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.8
Comida COMIDA
7.7
Precio medio entorno ENTORNO
6.8
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Los Canelones de Can Roca
Opiniones de Restaurant Can Roca
OPINIONES
13

En el último comentario y en los anteriores está perfectamente descrito el local que fué el que inicialmente ocupó el Celler de Can Roca así pues paso a comentar directamente el menú que tomamos, para empezar una ensalada de lechuga con aceitunas y encurtidos, era jueves y por tanto como en muchos menús tocaba arroz, arroz a la cazuela con costilla de cerdo y sepia, color grisáceo debido a la tinta de las sepias, muy gustoso con ligero sabor de una picada ajo y perejil incorporada al sofrito de segundo pollo a la brasa, pedí expresamente la pechuga acompañada de patatas fritas caseras y chuleta de cerdo con salsa de pimienta verde acompañada también de patatas fritas. De postre helado de coco y una muy buena manzana al horno.

Una copa de cerveza Moritz muy fría y muy bien tirada para tomar la ensalada y el vino blanco que incluye el menú, un vino de mesa más que aceptable.

Dos cafés.

Lo dicho, no se puede dar más por este precio, este es el secreto de que siempre este lleno y con gente esperando que se vayan marchando los ocupantes de las mesas que han llegado con anterioridad.

 

El dia prevbio a ir al Celler nos pareció obligatorio rendir tributo al origen de todo: el Bar Can Roca donde Dª Monserrat empezó a criar a sus 3 hijos. Luego se fueron a la casa contigüa, Restaurant Can Roca, donde los trabajadores del triestrellado Celler Can Roca comen para recordar cada día el humilde origen de la gastronomía casera como base de la gastronomía creativa.

El bar, un local en los bajos de una construcción de casa (donde ahora vive Joan) de un barrio humilde de emigrantes sigue conservando todo su tipismo y autenticidad de bar de pueblo, con sus botellas de cognac clásicas (aunque también hay Mascaró) en estantes encima de la cafetera, su televisión en un rincon y en alto, las mesitas y sillas de aluminio, etc y etc. Tienen unas pocas mesas para comer los parroquianos más habituales. Justo al lado y en una casona individual adaptada toda su planta baja en varios salones y con mesas con manteles de cuadros, menaje básico, platos sencillos y copas sencillas hasta que pides vino de la carta; unos camareros jóvenes (un guineano llamado Uri fue el nuestro) que están en el primer escalón de formación pero que ya ves que saben más de vinos que muchos que llevan años en la restauración y que no dudan en comentarte su conocimiento de los platos y vinos solicitados. El local lleno de gente en parte del barrio, en parte de fuera de de Cataluña, en parte con mono de trabajo y en parte trajeados; una mezcla muy curiosa.

Para comer existe un menú del día que incorpora la ensalada verde que ya tienes encima de la mesa cuando te sientas esperando ser aliñada con aceite Angelots un correcto picual. Una cuartilla de papel en la mesa te anuncia lo que hay en el día, que solo puedes suplementar con un extra de calamares. Como es jueves, el principal primero del día es arroz, pero tienes opicón de sustituirlo por verduras o espinacas salteadas. Para segundo había pollo a la brasa, caballa escabechada (poco desespinada), botifarra a la brasa o ternera a la pimienta verde. Todos ellos, platos de cocina clásicas, presentación tan correcta como básica, bien de sabor, producto correcto y buenas raciones. En mi caso el arroz con costillas y clóchinas (mar y montaña) no entra mucho por los ojos pero luego está bien de sabor, algo de más de cocción de lo que nos gusta a los valencianos; la botifarra de buena calidad, bien de punto de fuego, con un pimiento verde, patatas fritas caseras (algo blandas) y mahonesa. Suplementamos con un par de raciones de calamares compartidos entre los 8 comensales siendo muy recomendable de probarlos.

Se remata con unos postres muy caseros de flan, helado, iogurt natural, crema catalana, fruta natural y graná de capella (que no sé lo que es) para completar el precio del menú, 11€. En mi caso la crema estaba muy buena, recien hecha (tanto que hubo que esperar que enfriara un poco) y muy sabrosa.

Para beber, aparte de agua Veri y alguna con gas de Vichy (creo), tomamos Gramona Imperial 2012 Gran Reserva brut que gustó, servido a buena temperatura y a buen precio (creo recordar que 24€); posteriormente y en versión del lado oscuro, acertamos el fallo de carta (además de un avisado previamente) y cambiamos por recomendación a Gneis 2011 que arrancó muy cerrado con diversidad de opiniones pero que evolucionó muy positivamente para gusto de todos.

Unos cafés finales para terminar pronto que hay que volver al trabajo. Unas fotos de los exteriores mientras llegan los taxis. Por esta vez pondré el precio del menú porque, el real, casi se duplicó por los extras de comida, cafés y vinos.

Se trata de una experiencia recomendable, hecha previamente al Celler, debiendo de entrar primero al bar y ver el ambiente y a Dª Monse trabajando con diligencia, pese a su edad, para luego salir y pasar al restaurant (previa reserva con dias de antelación). No es que la comida de menú del día, merezca el desplazamiento (siendo correcta), sino que hay que pisar el suelo y vivir el sitio para entrar en su historia.

Sin duda alguna este será un comentario atípico, ya que en esta ocasión nos hemos reunido para celebrar la primera gran quedada de Los Restauranteros, una quedada en la que hemos estado rodeados en todo momento de un halo especial, el de la familia Roca.


Hemos podido disfrutar de la hospitalidad de la Madre de los Roca, la Sra. Montserrat, que en deferencia a La Peña y a nuestra “madre adoptiva” Verema, nos ha abierto las puertas de su casa CAN ROCA, donde hemos disfrutado de una experiencia irrepetible, un recorrido por la historia, (gastronómicamente hablando), de su familia. (Por lo menos de los platos a los que yo les tengo más cariño)


Nos hemos deleitado con las explicaciones de Pitu Roca mostrándonos su bodega, como en otras ocasiones es fácil que por poco que a uno le guste el mundo del vino, y tenga un mínimo de sensibilidad, se le salten las lágrimas escuchándolo.


Hemos investido a Joan Roca como primer socio de honor de nuestra peña, lo cual sin duda alguna ha colocado el listón muy alto para futuras ediciones.


Y por último la gentileza de Jordi Roca en Rocambolesc hacia unos peñistas que no se querían ir de Girona sin probar sus helados, y que demuestra el porqué esta familia ha llegado hasta donde ha llegado.


Una vez finalizados los actos propios de La Peña, ya que ese día aparte de nombrar socio de honor a Joan Roca, fueron investidos como nuevos socios de La Peña los amigos Manu y Fernando, los cuales sobre nuestra Sagrada Marmita realizaron el siguiente juramento: “Juro por mi honor, paladar y buen gusto, servir fielmente las encomiendas que se desprenden de mi pertenencia a la Peña Los Restauranteros, disfrutar del placer máximo que produce una buena cocina, empeñarme en la difusión de sus virtudes y convencer a los escépticos” , y como el hambre apretaba, pasamos a la mesa.


El menú elegido, como digo con anterioridad fue un recorrido por la historia los Roca.
Empezamos con los platos de toda la vida, los que la Sra. Montserrat y su marido D. Josep Roca, siguen ofreciendo en su restaurante día tras día en su menú de 10’50€.


  • Calamares a La Romana. Simplemente eso, calamares a la romana, probablemente como los que hacen a diario en miles de bares a lo largo y ancho de toda España, como los que recuerdo haber comido de niño en el Bar La Bodega de la Plaza Independencia, que hace 50 años tenían fama de ser los mejores Calamares a la Romana de Girona.

  • Canelones. Hace unos días me decía un amigo al que había hablado mucho de los famosos canelones de Can Roca, que había ido a probarlos y que no le parecieron nada especial, él se esperaba unos canelones más sofisticados, con trufa, foie o algo por el estilo, que estaban muy buenos pero que eran unos canelones normales y corrientes como los que hacían nuestras abuelas y muchas otras abuelas en Girona. Le contesté que tenía toda la razón, que eran como los que todavía en mi santo y cumpleaños me prepara mi madre. Entonces se quedó pensativo y me dijo, tienes razón ahora lo entiendo.
    Por cierto, pasaron de nuevo la plata para que el que quisiera pudiera repetir, cosa que hice con mucho gusto.


    Seguimos con un clásico del Celler,



  • El Timbal de Manzana y Foie. Uno de esos platos que nunca me cansaré de pedir.


    Y uno que si no es clásico, pronto lo será,



  • Toda la Gamba. Simplemente E S P E C T A C U L A R.


    Volvemos a la década de los 80’ concretamente a 1.988,



  • Parmentier de Bogavante con Trompetas de la Muerte. Junto al Timbal otro de los iconos del Celler. Me trae recuerdos de los primeros años del Celler junto al Carpaccio de Pies de Cerdo, la Cola de Buey Deshuesada, y tantos otros. Tiempos aquellos en los que no hacía falta ni llamar para reservar mesa.


    Seguimos con,



  • El Cochinillo Ibérico. Un plato que partiendo de la misma base ha sufrido varias transformaciones, superándose en cada una de ellas.


    Y aquí entró en escena Jordi, el más pequeño de los hermanos,



  • Postre lácteo. Otra de las genialidades de Jordi, especialmente divertido y un homenaje sonoro a las ovejas del Ripollés.

  • Viaje a la Habana. Me di cuenta de que llegaba el Viaje a la Habana al oír los gritos de alegría de Isaac, jajajaja…. la única manera hoy día de fumarte un puro en un restaurante, y un mojito sin que te quiten puntos si te para la poli.




  • En el tema vinos, que mejor que dejarlos en manos de Pitu, empezamos con el Magnum Nadal Brut del que cayeron unas cuantas botellas, seguido de, Ariyanas Seco 2011, Viña Tondonia Blanc 98, Ganevat Cuvée Julien 2004, Valdeolmos 09, por si faltaba vino, jajaja…. el amigo Maresme se presentó con una Jeroboam (3 litros) de Avan Cepas Centenarias 2000, Oremus 3 Puttonyos Tokaji 02, y Ron Santa Teresa “para el puro claro”.


    Y como dice no sé quién, eso es lo que sucedió y así os lo he contado.



    Únicamente me resta expresar mi agradecimiento a los socios fundadores de La Peña, a las nuevas incorporaciones y por supuesto a Joan Roca, nuestro primer socio de honor, a la Familia Roca que en pleno pasó por allí, desde el “jefe” D. Josep Roca y la Sra. Montserrat, hasta la hija de Joan. Un placer haber compartido con todos vosotros un día tan especial.



    Y pedir disculpas por lo fallos de organización que los he tenido y muy gordos.


  • Por no redundar, el comentario completo, desarrollado e ilustrado con fotografías, se puede encontrar en la sección de blogs de Verema o acceder directamente a él pinchando este link:

    https://www.verema.com/blog/blog-m/1074911-dos-familias-roca-restauranteros

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    Cantaba Joan Manuel Serrat…

    De vez en cuando la vida
    nos besa en la boca
    y a colores se despliega
    como un atlas,
    nos pasea por las calles
    en volandas,
    y nos sentimos en buenas manos;
    se hace de nuestra medida,
    toma nuestro paso
    y saca un conejo de la vieja chistera
    y uno es feliz como un niño
    cuando sale de la escuela.

    Así me he sentido, el sábado 13 de Abril durante un día fantástico en el ciudad de Girona. Les cuento el comienzo de la historia. La chispa empezó después de un hilo en Verema iniciado por Aurelio Gómez-Miranda donde se reclamaba más foco a aquellos internautas que insertaban sus opiniones de restaurantes versus los que concentraban sus esfuerzos en escribir catas de vinos. Eso provocó que formáramos una Peña Gastronómica denominada Los Restauranteros. Tras una primera quedada en Zaragoza donde visitamos los restaurantes Casa Lac y Novodabo; la segunda estaba condicionada y bien condicionada por nombrar primer Socio de Honor a Joan Roca í Fontané.

    La jornada empezó con visita a la cocina y la bodega de El Celler de Can Roca, ingeniería de procesos en la primera versus emociones en la segunda. Escuchar a Pitu Roca en su bodega es la mayor experiencia gastronómica auditiva que servidor ha experimentado. Hablar con ese cariño de sus zonas (Champagne, Riesling, Borgogna, Priorato, y Jeréz), de por qué las ha elegido, de por qué la bodega no es un lujo ostentorio, de la generosidad de sus hermanos, me sigue poniendo la piel de gallina, y entre nosotros (no se lo digan a nadie) humedeciendo los ojos. Pitu puede hacer unas quince visitas diarias, nos cuenta que todas son diferentes en función de los visitantes, de las reacciones de los receptores, una obra teatral sincera adaptada a los espectadores donde Pitu Roca hace de Pitu Roca.

    A continuación los diferentes integrantes de la Peña nos dirigimos al Restaurante Can Roca, donde continuaron los actos y recibimos nuestros diplomas, pañoletas, medallas como socios fundadores, y formulamos nuestro juramento:

    “Juro por mi honor, paladar y buen gusto servir fielmente las encomiendas que se desprenden de mi pertenencia a la Peña Los Restauranteros, disfrutar del placer máximo que produce una buena cocina, empeñarme en la difusión de sus virtudes y convencer a los escépticos”

    Después vendría el nombramiento de Joan Roca í Fontané como Socio de Honor. Palabras de agradecimiento por difundir la gastronomía, por hacerla visible, por explicar a los que quieran oírnos lo que se puede experimentar en algunos restaurantes, por ser cómplices de este entramado gastronómico. Historia, la de sus padres, la de sus comienzos, su paso a paso lógico, siempre cauto, su permanencia en el barrio aunque de un *** se trate. Joan como siempre demuestra una vez más un nivel de hospitalidad y humildad que casi son inexplicables; a lo largo del día no vamos a dar cuenta que es el hilo conductor de esta familia. Como me dijo un día, mi buen amigo Marcos Morán: “Joan Roca es el Del Bosque de la gastronomía en España”.

    Como deferencia a Verema y a La Peña Los Restauranteros, Doña Montserrat nos ha abierto las puertas de Can Roca, el restaurante donde siguen dando menús de lunes a viernes, y donde come la familia de El Celler todos los días, como dicen ellos para mantener los pies en el suelo, para seguir conectados a tierra. Hemos podido disfrutar de un menú ciertamente histórico conformado por platos de Can Roca (Montserrat), de los primeros años de El Celler, cuando estaba contiguo a Can Roca, y actuales del Celler.

    Se ha iniciado el repertorio, con los calamares y canelones de Dª Montserrat. Por una parte un rebozado suave y crujiente protegen al cefálopodo para dotarle de un sabor característico, ¡solo nos falta el Campari¡. Por otra, unos canelones muy ligeros, con un bechamel muy fina que realza la presencia de la pasta y la carne, ésta última tremendamente bien ligada, con mucho sabor, y melosidad. Maestría en los fogones; clase a raudales en el menú diario.

    Seguimos con un plato de la primera etapa del Celler, concretamente el timbal de manzana y foie gras con aceite de vainilla (1996) degustado hace poco en Rocabar. Reminiscencias francesas en un plato redondo, de esos que podría estar uno comiendo eternamente.

    Pero estamos en el Meditérraneo, lo cual se plasma en Toda la Gamba (gamba a la brasa, jugo de la cabeza con algas, agua de mar, bizcocho de plancton). Yodo, aprovechamiento, sabor, delicadeza.

    Y otro “flashback”, otra vuelta a los orígenes, concretamente al 1988, dos años antes que el icono gerundense abriera, el parmentier de bogavante con trompetas de la muerte. Plato que se mantiene en los menús como homenaje a los clientes que llevan más de 25 años cercanos a esta familia. Un equilibrado mar y montaña, donde está tiene un mayor protagonismo por la presencia de esa salsa tremendamente aromática, y plena de sabor.

    Finalizaríamos la parte salada con cochinillo ibérico con melón, naranja y remolacha. Cocina al vacío, bajas temperaturas, contraste de fruta para dar ligereza a un bocado muy armónico.

    Llegamos al mundo dulce capitaneado por Jordi Roca; el primer acto consiste en el Postre láctico (2006) ó como sacar el máximo partido a la leche de la oveja ripollesa. Espuma, helado y dulce de leche de oveja junto con una nube de azúcar y una placa de guayaba. El plato tiene unas pequeñas hendiduras y al rozar la cuchara contra él provoca un sonido similar al que provoca un cencerro cuando la oveja está en movimiento. Conceptualización de los sentidos, estimulo de una sonrisa,…

    Para finalizar, el postre probablemente más genial que me llevado a la boca, Viaje a la Habana (2001). Era mi segunda vez (conviene contarlas), y ese helado que lleva incorporado el humo de un puro habano me hace sentirme muy a gusto, relajado, como si la sobremesa hubiera comenzado. Un día a Jordi el maestro Angelo Corvito le dijo: ¡Cuidado Jordi cuando hagas los helados que el ambiente debe estar muy limpio, sino el helado se impregnará de los aromas¡. Jordi le dio la vuelta, se fumó un puro, y firmó su primer postre histórico. Ingenio y ocurrencia.

    El maridaje estuvo compuesto por los siguientes vinos y licores: Nadal Brut Magnum D.O Cava, Ariyanas Seco 2011 D.O Málaga, Viña Tondonia Blanc 98 D.O Rioja, Ganevat Cuvée Julien 2004 A.O.C Côtes de Jura, Valdeolmos 09 D.O Ribera del Duero, una Jeroboam de Avan Cepas Centenarias 2000 D:O Ribera del Duero (cedido gentilmente por Diego Serrano), Oremus 3 Puttonyos Tokaji 02, Ron Santa Teresa.

    Sobremesa con Pitu, charlando de vinos, de Somni, y del libro que presentarían dos días después en la Escuela de Hostelería de Girona donde los hermanos Roca plasman cómo han hecho lo que han hecho.

    Para cerrar el círculo, nos desplazamos hacia Rocambolesc, es tarde y está cerrado, pero Jordi Roca está dentro (colocando helados un sábado a las nueve), y gentilmente vuelve a abrir (un gesto que hace grande a esta familia), enciende su “rocadillera” y nos zampamos un rocadillo caliente de helado de manzana asada. Otra genialidad.

    De vez en cuando la vida nos besa en la boca…

    Nunca olvidaré esta jornada.

    Para ver post en todo su explendor...

    http://www.complicidadgastronomica.es/2013/04/de-vez-en-cuando-la-vida/

    En visitas anteriores al celler, tuve la suerte de pasar antes por el restaurante familiar que dirige la madre, la primera vez a dar de comer a Uxue que era pequeña, le llevábamos la comida y todavía no comía de restaurante y la segunda vez por el placer de ver a la gente que trabaja en el celler, incluido a Joan y a sus hermanos, se me hacia cercano y muy agradable tomarme una cerveza al lado de estos artistas de lo gastronomico y me refiero a todo el equipo , me resultaba una experiencia ver como la gente joven salía del celler y se dirigía a can roca a comer los guisos de la señora Montserrat , el buen ambiente que se respiraba y como comían todos juntos incluidos los primeros espadas , así se hace equipo .

    El caso es que en las dos ocasiones vi a mucha gente llevándose comida en bandejas de papel albal , pero la verdad tampoco le das importancia es lo lógico en una casa de comidas , pero luego cuando te enteras de la fama de los canelones , te das cuanta que tanta bandeja , eran canelones .

    Os he contado esto, porque esperaba ansioso la reunión con mis amigos restauranteros, la chufla, el juntarnos alrededor de una mesa y mas con ese menú especial, detalle de la familia roca y sobre todo gracias a un amigo de la familia, nuestro jeronimo, y digo bien pues es Restaurantero , por lo tanto “uno de los nuestros” , capichi .

    Bueno pues gracias a Jeronimo y a los roca, donde destacare la sencillez y el tesón de la madre que les parió, la señora Montserrat a la cual tuve el placer de conocer, pues eso gracias a todos ellos tuve la ocasión de probar esos calamares y esos canelones.

    Algunos no me creeréis, pero tenia mas ganas de las creaciones de la madre que la de los hijos, las cuales he tenido el placer de conocer en un par de ocasiones , sin embargo tenia yo la espinita de esas bandejas pasando y pasando .

    Del local y del resto de los platos todos de 10 y de los vinos, muchos y buenos os hablaran los que más saben de vinos, yo solo decir que el que nos trajo Diego, estaba cojonudo.

    Pues resumiendo, y en esta ocasión quiero que sea un comentario, sencillo y franco, como la cocina de la señora Montserrat y como su persona, carácter que creo que ha trasmitido a sus hijos.

    Los calamares a la romana, muy buenos, y en mi zona se comen mucho, aquí lo llamamos rabas, creo que es lo mismo, y la verdad nada que ver con los típicos, tópicos calamares a la romana, buen cefalópodo y muy buena ejecución de la masa tipo orly, crujiente, suave, y con el aceite justo.

    Los canelones, cojonudos, pero ojo no estamos hablando de un plato elaborado por Joan, hablamos de un plato tradicional , un plato que se come y se hace en muchas casas y tan rico como estos , bueno en mi casa no los hacemos tan ricos , en el norte quizás no haya tanta costumbre de hacerlo en casa , pero lo que no quiero es que la gente se espere algo distinto , Joan es el artista creativo de la cocina moderna y la madre que lo parió es la artista de la cocina tradicional , artista no solo por sus platos , artista por haber criado a tres artistas .
    A lo que vamos que me disperso , el canelón , ligero , sutil , sabroso , la besamel justa , el horneado correcto la carne finísima , la verdad me comí cuatro porque había mas platos , los cuales conoceréis en siguientes entregas de los restauranteros al ataqueeee , pero me podía haber comido muchos mas no hasta los cuarenta que un ilustre forero se ha metido entre pecho y espalda y no diré quien , donde dije digo digo diego .

    Resumiendo o más bien requete resumiendo una chufla estupenda con buena gente en todos los lados de la mesa , incluido el servicio de mesas que estuvo de 10.

    Hoy tenía el “mono” de canelones y siendo viernes tenía muy claro dónde ir, últimamente cuando he ido a Can Roca, para saborear los platos de la Sra. Montserrat me he quedado en el bullicioso comedor del Bar.

    Hoy el comedor del Bar estaba lleno y ni corto ni perezoso he subido al “comedor de toda la vida” situado en la primera planta, y cuál fue mi sorpresa al encontrarme que el comedor había desaparecido, viendo mi cara de sorpresa un señor supongo que de la casa me ha acompañado al nuevo comedor, y ahora entiendo el comentario de “lair75”.

    El nuevo comedor ocupa las instalaciones del antiguo Celler de Can Roca, el local anexo al restaurante de sus padres, con entrada directa y sin tener que pasar por el Bar.

    Me ha gustado, ya que es un local que me trae muy buenos recuerdos, recuerdo de aquellos días en que podíamos ir un viernes al mediodía sin reservar, ir con la niña y pedir que le trajeran unos macarrones del restaurante de sus padres….

    Volviendo a Can Roca, he tomado el menú y como era viernes y tenía prisa he pedido que me pusieran un canelón más, y me he saltado el segundo, una cerveza, un flan y un café han completado mi comida.

    Afortunadamente la comida no ha cambiado pero el entorno si que ha dado un salto cualitativo importante.

    • Los Canelones de Can Roca

      Los Canelones de Can Roca

    Entrando por una puerta diferente a la del bar, pero igual en planta calle. Podría dar le pego con cualquier restaurante a la carta, incluso no me extrañaría que los fines de semana lo sea. Manteles de hilo (no así las servilletas), menaje correcto, decoración agradable, sin grandes excesos, pero para un menú del día excelente. Incluso tiene en la parte de atrás un jardincito acristalado de lo más acogedor (o eso me pareció entrever).
    La comida sigue estando a gran altura, lentejas caseras (nada de ya estofadas de bote al que le añaden algún que otro sacramento, o ni eso), con su jamón, chistorra (o equivalente catalán), incluso salchicha fresca, después botifarra amb mongetes, que no sé aun porque la pedí, peor que igualemnet estaba bien, y repetí la crema catalana, ya mejorado el asunto de los grumos. Con el carajillo, 11€. Probado otro menú del día recientemente, corrijo valoraciones :)

    Aun tengo que volver a probar la fideuá ...

    Y es que los canelones, podrían competir (bueno, acercarse) con los que hacía mi tía Concha, que son de largo los mejores que he comido en mi vida. De entrada, decir que es uno de los mejores menús del día que he comido en mi vida, si bien tampoco me prodigo mucho, pero es algo a tener en cuenta. Luego viene lo anecdótico de encontarte a Joan Roca, hablando por el móvil en la puerta, o la plantilla del Celler entrando y saliendo a comer.

    El sitio parece remodelado recientemente, bastante pequeño, con una sala única separando la barra del comedor mediante un muro a media altura, las mesas son casi corridas y semicompartidas, lo que no tengo ningún problema, salvo porque te puede pasar lo mismo que a mí, que tenga que conmpartirla con tres imbéciles (que moderación de verema intervenga si lo cree conveniente), que no tiene nada mejor que hacer, que burlarse de una pobre mujer que mostraba signo de cierto retraso, pero que no se les caiga la cara de vergüenza de preguntar si los canelones eran de atún. Si no conoces el percal, resulta curioso, encontrate un restaurante así decorado con botellas vacías a mansalva de Chateau Margaux, D'Yquem o Petrvs (1970, para más señas). Servicio rápido y eficiente, de trato correcto.

    Tal y como llegas, te acomodan en sitios ya montados, con la frasca de vino, la botella de gaseosa y de agua, así como el pan, y una ensalada para que te entretengas sobre la mesa, te van tomando la comanda sobre la marcha, en mi caso, los sublimes canelones, y de segundo, bacalao sanfaina, de salsa espectacular, pero el bacalao estaba muy pasado de punto, de postre crema catalana, buena, aunque pelín grumosa. Raciones un pelín cortas, aunque para mí suficientes.

    Todo, junto con un carajillo 11 € (9,50 del menú, 1,5 del carajillo), aun tengo previsto otro viaje por la zona, supongo que aprovecharé para volver, y dar cuenta de algún otro plato.

    sali del trueta a las 2 y me dije ya que no puedo ir al celler mee voy al otro.como todos deci restaurante de menu caro ,ruidoso ,incomodo,mesas justisimas,manteles y servilletas de papel etc, comida buena, la ternera con setas mas de la mitad eran champis por ejemplo, resumiendo bien ,pero en otros sitios he comido igua o mejor y mucho mas barato, menu a 16 euro mas iva y mas cafe

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