Nos trajimos hasta Ecuador esta joyita riojana de la gran añada de 1.964. La botella presentaba un aspecto bastante envejecido, con la etiqueta frontal deteriorada pero con un nivel de líquido aceptable, justo en el inicio del cuello. Abrimos la botella y dejamos que se oxigenase por espacio de hora y media antes de proceder con su valoración a 10°C. El corcho se nos partió en dos al intentarlo sacar, totalmente humedecido, pero apenas cayó nada en el líquido por suerte.

VISUAL: Presenta un color muy evolucionado, ambarino intenso, en tonalidades ocre, cobrizas y rojizas. Muy brillante, cristalino y de lágrima escasa, gruesa, densa, lenta y transparente. Difícil calificar el color de un blanco tan oscuro, pero es muy bonito la verdad... (90).

OLFATIVA: Es un cúmulo de sensaciones dulzonas, con fruta escarchada, orejones y mazapán, nos recuerda a la Navidad, miel, frutos secos, turrón... Agitamos y muestra notas de caramelo y frutos rojos, como a mermelada de cereza y fresa. Al rato nos viene un pelotazo fuerte de flor marchita, con recuerdos de lavanda y de infusiones secas (té y manzanilla) así como un toquecito ligeramente alcohólico, a guindas en licor y pacharán. Ahora asoman recuerdos amaderados y de jerez y brandy, dulzones. Un espectáculo aromáticamente, mostrando ahora apuntes de chocolate negro, de coco, más frutos secos (nueces y avellanas tostadas) y un puntito de uvas pasas... Es un no parar, brutal su complejidad y con una intensidad alta, en donde predominan los recuerdos dulzones, una maravilla!! (98).

GUSTATIVA: Qué autentica delicia, qué licorosidad y qué amabilidad. Vino en estado mesetario, absolutamente estabilizado, para aguantar varias décadas más sin pestañear. De tremenda acidez, parece más joven incluso, con una amplitud y una untuosidad memorable, sedoso y muy amable en su paso por boca, increíbles sensaciones de gran placer. Sublime, el mejor "blanco" disfrutado hasta el momento, recordándonos a los olorosos y a los vinos de Oporto. Toda una experiencia, vino abocado, de exquisita dulzura, buuuufffff... qué vinazos blancos se llegaron a elaborar en la Rioja amigos. Retronasal con apuntes pasificados, a mermelada de albaricoque, y el post-gusto... denso y untuoso, con sensaciones golosas, aportando caramelo quemado, notas ajerezadas, frutos secos, puntito balsámico de regaliz, de algarroba, junto con herbáceos de té negro, tila y manzanilla. Es una auténtica delicia, un vino que ha resistido al tiempo, magníficamente evolucionado, su color le delata, pero el vino está impecable, equilibrado y redondo como ninguno. Esperábamos mucho, pero no tanto... qué maravilla!!. Persiste en boca 3 min y 10 segundos de auténtico placer. Una botella inolvidable sin duda, lo tiene casi todo, rozando la perfección (98).

La RCP la considero excelente. Nos agenciamos esta botella por 37 euritos, pero no tiene precio...

MARIDAJE: Lo abrimos con un espectacular taco de albacora al eneldo con almejas. Otro día acompañó un suquet de pargo con camarones y guayaba, y nos lo terminamos con un suculento lomo de wahoo al tomillo. Delicioso en todos y cada uno de los maridajes, pero destacaremos el contraste con la albacora, matices salinos y herbáceos maravillosamente escoltados por las notas golosas y dulzonas de nuestro vinazo, qué delicia amigos!!

VIDEOCATA:  https://youtu.be/XHl1Ubciiic

Salud-os!!

Color impactante ambarino dorado de bellas irisaciones naranja y que traslada visualmente lo que vas a sentir después en nariz y boca. Aroma fragante, es un néctar del tiempo de compota de fruta amarilla y blanca. Hay notas de cera, mazapán, espino blanco, nardos, crema de cacahuete, infusiones, flores secas, algodón recién recolectado, hierbas medicinales, leves tostados que recuerdan a la miel horneándose, algo de cueros y cartones viejos, que enseguida se entremezclan con las sensaciones frutales maduras. Al final sale una puntita de fruta fresca en almíbar y con pinceladas de licor, antojándose como último recuerdo cierto matiz calcáreo, de tiza y de carne blanca cruda. En boca es como el beso de unos enamorados de 16 años. Abocadamente madurito traslada sensaciones de almíbar tostado con una acidez perfecta que recuerda a los mejores blancos dulces del mundo, es sedoso en el paso, equilibrado y a la vez con volumen. En el posgusto se queda la sensación que dejaría una gotita de néctar de miel caída desde cierta altura en la lengua de un amante de los dulces y que lleva a estricto régimen de adelgazar desde hace meses. Contrae los sentidos. Hay un matiz vegetal amargoso final que se entremezcla con el carácter abocado, dotándolo de largura y dejando una sensación noble de tabaco. Este vino es una maravilla, un 200 puntos Parker que no se puede catalogar, que pena que no hayamos sido capaces de poner a estos vinos en lo más alto de la pirámide mundial de vinos. Una ampollita de la felicidad de 0,75 litros que se bebe simplemente con mirarlo de reojo. Ojalá Dios me de vida para poder volver a disfrutarlo.

Color amarillo limón con destellos naranjas y oro viejo, limpio y brillante, con lágrima abundante y sin sedimento. Muy poco evolucionado.

Más cerrado al principio que el 55, con notas de champiñones y terrosas, que van abriendo a tonos muy cítricos aún, juveniles incluso. Tras un buen par de horas abierto, se empiezan a intuir aromas a miel y orejones sobre ese fondo de piel de limón.

En boca tiene una más que notable acidez, es muy fresco, con volumen, no se percibe la madera ni apenas el azúcar, se muestra vivísimo y marcadamente cítrico, pero alejado de la enorme complejidad de su hermano mayor.

Todo indica que este vino está en pañales y que tiene muchísimo recorrido. Con todo, está a un nivel sobresaliente, pero cuando tienes al lado a ese fuera de serie de matrícula que fue el 55, pues toda comparación es odiosa.

Dorado intenso brillante, ligeros reflejos cobrizos.
Es intenso y complejo en nariz, le cuesta abrirse pero va dando múltiples capas poco a poco. Notas de flor seca, frutas maduras y en confitura, membrillo y orejones, miel, especias dulces, canela. Con más aire aparecen tonos herbáceos y balsámicos, trazas minerales y un cierto atisbo almibarado. Complejo, nos da la sensación de tener mucho más.
En boca es un vino en plenitud, parece joven y apretado, pasa forme y poderoso y se queda un largo rato en final dejando recuerdos de frutas maduras y especias. Tiene una magnífica acidez y queda un ligero tono más dulce en el final, aunque es un vino prácticamente seco. Da la sensación de necesitar más tiempo.
Después de haber probado 61 y 73 con resultados muy buenos, la verdad esperábamos más del mítico 64, probablemente el mejor año de la historia en Rioja. Lo cierto es que el vino estaba sensacional pero nos quedamos todos con ganas de más…sin duda le vendrá de perlas más botella, los vinos de este año son y serán eternos. Enorme en cualquier caso, quede claro.