Cereza de media capa y ribete teja anaranjado con irisaciones yodadas. Nariz compacta, abigarrada en matices terciarios nobles y que tarda en abrirse. Cueros, maderas viejas, especias dulces, sobre un aroma de fruta roja madura tostada y que trae recuerdos de pastel horneándose. Hay aromas aldehídos que te acercan a toda la serie floral evolucionada. Es muy terroso, hollín de chimenea, también hierbas secas, flor de manzanilla, y como digo un aroma que recuerda a la tierra seca en maceta de madera (semilleros) y algo de notas de champiñón. Al final hay un punto de mineralidad que se percibe como gravilla de obra seca y cemento. En boca es fino, sedoso, equilibrado aunque algo puntiagudo percibiéndose un toquecito vivaz y fresco en el paso. El vino llega hasta el posgusto de una forma algo lineal, compacta y recta, pero bajo un prisma siempre frutal. Digamos que en estos momentos tiene un perfil académico, recto y atlántico. En vía retronasal salen los balsamicos y los cítricos más maduros y de toques anaranjados dejando una agradable sensación frutal balsámica. Al final queda un recuerdo de fruta tostada, de leves toques especiados y fresco al paladar. Un vino distinto en complejidad a los otros vinos viejos de Franco Españolas que he tenido la suerte de probar. En la etiqueta no aparece la añada, pero según he podido averiguar puede que fuese un embotellado especial que se hizo con la añada 1959 o en el año 1959 – y que a lo sumo sería de la década de 1960. La botella es tipo Borgoña – que creo tampoco es habitual. Le queda aún desarrollo en botella. Muy bueno y en este caso además una curiosidad.