Botella degollada con tenazas tras desconchar un viejo lacre, que no venía de origen, y encontrarnos con la cápsula. Corcho en buen estado pero lastrado por los años (nada indica que hubiera ningún reencorche posterior). Parece que estemos ante un viejísimo vintage de Madeira. De color ambarino oscuro, amelazado, muy evolucionado aunque se mantiene incorrupto, límpido como un vino recién embotellado, sin asomo de precipitados ni la menor partícula en suspensión. Reflejos cobrizos, anaranjados, amarronados. Refulgente, vivo. Cierta sensación de grosor, dejando lágrimas finísimas, permanentes.

Abierto tres horas antes de catarlo aunque no pudimos dejar de rescatar un poco para ver cómo iba evolucionando. Al abrir se muestra extremadamente complejo por su profunda reducción que llega a resultar hasta contradictorio según va tomando aire y revelándose. Hay un apunte de pastelería a azúcar quemado, biscote de naranja, higo pajarete, clavo, cera y un fondo balsámico muy peculiar a resina y propóleo. Salen apuntes de granos, de cilantro con ese apunte alimonado que recuerda la citronela, cebada malteada, que dan paso a una inquietante sensación a pasta Marmite, té negro, arrope.

En boca es una caricia, con menor grosor y sensación abocada de lo que se esperaba. Tenso, amplio, concentradísimo. Domina un apunte avainillado en el que orbitan notas amargosas de mermelada de naranja inglesa, orejones, cúrcuma. Ha envejecido de forma muy noble evitando cualquier signo de enranciamiento. Final largo, dulce y nuevamente amargoso, dejando un poderoso retronasal amaderado a miel de eucalipto. Probar un vino así tiene tanto poder sugestivo que cuesta ser objetivo. De lo que no hay duda es que estamos ante un vinazo!!!

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2014/11/diamante-1920-blanco-estilo-sauternes.html