Y dos años después volvemos sobre este vinazo de Bodegas Palacio, 59 años a sus espaldas. Nuestro buen amigo Fernando nos permitió traernos nuestro vino a una comida entre amigos en el restaurante Bona Vida de Castellón. Abrimos la botella un par de horas antes y la decantamos. El tapón (aunque en dos trozos) lo conseguimos sacar tras unos pocos apuros con el abridor estándar de tijeras. Catamos a 18°C.

VISUAL: Presenta un color rojo-ocre de capa media-baja con el ribete anaranjado, muy atejado. Presenta una mínima turbidez y una lágrima escasa, gruesa, lenta y transparente (82).

OLFATIVA: Nariz inicialmente cerrada con notas de desván y bosque umbrío. Continua con una pasarela de apuntes viejunos, fúngicos de setas silvestres y trufa negra, polvorilla, hojarasca húmeda, uvas pasas, especiados de canela y pimienta rosa, sotobosque y en la gama terciaria recuerdos cárnicos, sanguíneos, pelo animal, cacao en polvo y duelas envinadas. AL final unos sutiles aromas minerales arcillosos cierran el desfile con elegancia. Decir que tras cuatro horas estaba en perfecto estado de forma, totalmente rehabilitado, aunque todo se acaba claro. Una complejidad asombrosa con una intensidad media, mostrando cómo se debería elaborar un vino de guarda (95).

GUSTATIVA: En boca mantiene un punch portentoso con una gran acidez. Sus taninos son cremositos pero brotando tras cada sorbo para mostrarse esplendorosos y estructurar este grandioso vino. En retronasal presenta apuntes tostados, ferruginosos y a duelas envinadas con un post-gusto mineral y un tanto licoroso en donde al final repuntan los recuerdos a maderas nobles. Persistente, dos minutos 45 segundos de tremendo disfrute con un fondo de uvas pasificadas muy amable que incita a seguir bebiendo. La verdad que su nombre le viene al pelo, ¡Glorioso!, bendecido por Baco y sus amigos (96). 

La RCP la sigo considerando excelente tal y como comenté en mi anterior valoración. Y sí, confirmar que las botellas adquiridas estuvieron en condiciones impecables de guarda.

MARIDAJE: Nos lo tomamos con dos entrantes y un segundo: un calamar a la plancha con salsa verde y un pulpito con patatas y de plato fuerte secreto ibérico con pimientos del piquillo. Con el calamar y el pulpo exquisita combinación pero con el secreto fue algo excepcional. La acidez de nuestro vino, su mineralidad y los apuntes pasificados armonizaron maravillosamente con nuestra jugosa carne y los piquillos. Deleite absoluto que nos sigue aficionando a los viejunos, y que vivan!!!

Salud-os!!

Y para rematar este cuarto trimestre, el último vinito catado en Ecuador, una reliquia riojana de 1.959, ahí es nada. Tuvimos la botella de pie los últimos 3 días y procedimos a su abertura con el abridor de lamas. Increíblemente pudimos sacar el tapón con una facilidad exultante, enterito y compacto, qué buen augurio!. Dejamos la botella abierta durante 90 minutos previos a la cata que realizamos a 18°C.

VISUAL: Nos muestra un color rojo muy atejado, con un amplio ribete de tonalidad ocre, brillante y ligeramente turbio, de capa baja. Lágrima transparente, gruesa y lenta.

OLFATIVA: A copa parada apreciamos aromas típicos de viejuno, no puede esconder su edad, pero muy bien llevada...bosque umbrío, flores marchitas y fúngicos de trufa negra. Al agitar nos muestra ese bouquet grandioso que atesoran estas maravillas encapsuladas en el tiempo, herbáceos de sotobosque, orégano, laurel, hierbabuena, terciarios de cuero ruso, tabaco de pipa, ahumados de turba húmeda así como notas balsámicas de eucalipto y regaliz de palo acompañados de un curioso recuerdo a pólvora. Seguimos oliendo y no deja de enamorarnos, muestra su vertiente frutal, compota de ciruelas, con un final dulzón, con notas de cacao y uvas pasas. Excelente nariz, compleja y elegante, de una finura excepcional. Atesora una intensidad media-alta, increíble su estado tras 56 años!!

GUSTATIVA: En boca es explosivo, poderoso, muy amplio y con una acidez impresionante. Los taninos muy dulcificados, pero aún nos deja un cierto tono secante. Qué estructura señores, que vinazo tan bien ensamblado, de extraordinaria factura. Una perfecta coreografía entre madera y fruta, una bestia sobrenatural. En retronasal la madera es la protagonista, cedro, ahumados, duelas envinadas, acompañada por esas agradables notas herbáceas. Con un final goloso, apreciando de nuevo el toque de uvas pasificadas. Su persistencia es media, de unos dos minutos y medio. Gran vino que todavía atesora esa magia que imprimieron los productores riojanos en las décadas de los 50 y 60. Una botella guardada excelentemente, otro viejuno para gozar, un deleite más. Lo bueno se hace esperar...

La RCP fue excelente pues conseguimos esta botella por unos 25 euros, y otras que guardamos por unos 35. Un regalo visto lo que pudimos disfrutar. Agradecer de corazón a los proveedores que guardan con tanto mimo estas joyas para que otros las podamos disfrutar. Millones de gracias!!

Para maridarlo y haciendo patria, nos marcamos el clásico de los Lunes, un surtido de jamón de bellota con embutidos ibéricos y un extraordianrio queso curado de oveja vallisoletano. Todo armonía, lo mejor de lo mejor, sólo "cositas buenas", je,je... Hasta pronto Ecuador, Hola Benicasim...la que nos espera estas Navidades!!
Adjunto fotos.

De color rubí marronoso muy claro, de capa media-baja, algo evolucionado y turbio con un fino granulado en la base de la botella. Reflejos anaranjados y ambarinos, sin mucho brillo. Borde amplio, sin diferencias con el menisco, totalmente atejado.

Nariz oscura, inicialmente abigarrada, desconcertante y compleja, difícil de entender al primer intento. Necesita de toda nuestra atención y no perdernos nada. Al abrir saca apuntes de hojas secas, té verde, canela gruesa (la tallosa china), cascarilla de frutos secos y un fondo especiado a anises estrellados, regaliz negro, azúcar caramelizado y pimientas exóticas. Necesita respirar para ir perfilándose sin perderse ese aire churrigueresco. Un tinto barroco, recargado, que va sacando detalles de todo tipo. Aparecen las duelas envinadas, cacao en polvo, tostados, faisandaje, coágulo, ¿mineral?, ¿ferruginosos?, carbonilla y un lejano atisbo de frutos rojos maduros envueltos en algo parecido al pedernal. Difícil de diseccionar por la complejidad y el tumulto ocasionado por esa cantidad de figuras que ocupan el retablo.

En boca menos, pero todo más accesible. Fresco, nervioso, lleno de picantes y amargosos, térreos, que junto a una fantástica acidez te hacen salivar de placer. Nervio, vigor, hasta juventud mantiene aún. Permitidme el palabro: "organolépticamente" contradictorio, aunque en sus dos estilos se luce. Del barroco al neoclasicismo riojano, a la civilización. Un vino trepidante, una tarde de sesión doble. Así sí que se hace afición!!!!

Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2013/11/rioja-glorioso-1959-reserva-especial.html