Vino rico, sabroso, con matices... y un alcohol que despunta demasiado para mi gusto. No han sido sensaciones tan intensas como las de Oti, pero sigue presente el vino. Ya veremos si es capaz de integrarse.

Es un vino picota, brillante, limpio, de capa alta y un ribete tirando a marrón, una lágrima densa y lenta. La nariz es muy buena, con fruta negra madura, flores, café y cacao, mineralidad (grafito), regaliz, especias, balsámicos, mentolados...

En boca tiene una entrada densa, potente con fruta roja por delante, amargor, taninos presentes y rugosetes, cálido... y llega el alcohol despuntando por encima. No es bárbaro, pero se asoma por encima del resto de sensaciones. Tiene en conjunto más frescura, con unos buenos balsámicos, pimienta, cacao, verdores de raspón muy marcados y una acidez correcta.

¿Necesitará más tiempo?

El puño de alcohol que han conseguido controlar en el rosado, sigue bien presente en el Penta. Donde además se le une toda la parte verde del racimo. No aprendo. Nunca me ha gustado por ello. Pero es que siempre me engaña sus pocos meses de crianza y no tengo en cuenta que lo componen alguna uvas "duras" que le dan excesiva astringencia. Y he de decir más, este vino es el culpable de que no haya pasado de aquí en los tintos de la bodega.

De color va cubierto, un picota con la orilla grana viva. En nariz ofrece punción, cerezas bañadas en licor, matiz lejano de confitura de fresa, notas ahumadas y verdores por un tubo. Boca difícil, agraz, vaporoso y algo dulcificado por el alcohol. Antipático conjunto. Duro.

¡Jarrealo, zúmbalo, haz algo si puedes!