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Vertical de Viñedos del Contino en Valencia.

El pasado mes de junio tuvimos la oportunidad de asistir a una vertical de Continos en Casa Montaña (Valencia) organizada por su distribuidor en nuestra ciudad. A pesar de ciertas estrecheces y de las copas AFNOR con las que degustamos los vinos, fue una excelente oportunidad de contemplar la trayectoria vital de esta bodega: desde la cosecha fundacional con el Contino Reserva 1974, pasando por los Reservas 81, 85, 94, 2000, 2001 y 2004, haciendo un hueco en medio para el Gran Reserva 1996.
La cata tuvo la guinda de las primeras y últimas cosechas disponibles de dos vinos muy especiales, Viña del Olivo y Contino Graciano: Viña del Olivo 95 (1ª cosecha de este vino) y 2001 y los Contino Graciano 1994 (1ª cosecha, y madre mía que vida tiene este vino) y 2001. En definitiva, 30 años de elaboración resumidos en doce vinos.
La cata la presentaba el enólogo y "alma mater" de esta bodega, Chus Madrazo.

Del respaldo económico de CVNE y la inciativa del padre de Chus Madrazo, Don José A. Madrazo, surge a principios de la década de los 70 esta bodega tan particular en Rioja, un "Chateau bordelés" con sus 62 hectáreas de una sola pieza alrededor de la casona (aquella que fue ropiedad del Contino del Rey, Don Pedro de Samaniego, de donde viene el nombre de la bodega). No era lo habitual en Rioja, donde las bodegas elaboraban (y elaboran todavía) sus vinos con uvas procedente de diferentes pagos situdos en diferentes fincas. Y no fueron habituales, desde un principio, los vinos que aquí se elaboraron.

En 1974 los vinos todavía se embotellaban como Sociedad Vinícola Laserna (Viñedos del Contino Finca San Rafael). Botella borgoñona como así fueron todas hasta la cosecha de 1980. La referencia a Viñedos del Contino es fruto de un re-etiquetado posterior de las primeras cosechas. Esta primeras añadas, de 1974 a 1978 en concreto, los vinos son todavía elaborados y embotellados en la bodega matriz, en CVNE. El enólogo responsable en aquellos momentos y durante bastantes años posteriores será el de la casa grande, Don Basilio Izquierdo.

Al Contino Reserva 1974 se le notan los años. La nariz comienza con notas de cueros y animales, algo de anisados y una fruta roja muy tímida. Sólo transcurrido un rato aparecen notas de café y de caramelo que amplían el perfil aromático del vino. En boca se mostró apagado, con buena acidez todavía, y con un final entre metálico y acerado. Un vino para disfrutar en trago largo, con más calma y en buena copa.

Contino Reserva 1981 es el primer vino embotellado en botella bordelesa. Está considerada una cosecha muy buena, aunque Chus Madrazo confiesa preferir la de 1982.
El comienzo en nariz de este vino muestra mucha reducción, con notas animales y de frutos secos. La fruta roja está muy presente y con relativa fuerza todavía. Sólo con el transcurso de la cata, y cuando volvimos de nuevo a él al final, comenzó a expresar un delicioso y sutil perfume floral. En boca se notaban esas flores marchitas casi desde un comienzo, dentro de un entorno bastante ligero y suave, muy redondeado y pulido por el paso de los años.

Contino Reserva 1985 empieza a reflejar lo que es Contino. El primer graciano que se planta en la finca en 1979 al lado del río, ya entra a formar parte del vino en 1982, aunque de forma muy escasa. Como en 1983 y 1984 no se embotella el vino, no es hasta la cosecha de 1985 cuando el porcentaje de graciano en el vino no alcanza un 10% del total de la uva.
Como estos vinos con algunos años encima el vino se muestra huraño recién nos ponen la copa delante. De color se muestra vivo y sólo el ribete atejado permite intuir el transcurso ya de algunos años en la evolución del vino. Debuta en nariz con notas ahumadas, que dejan paso enseguida a una fruta roja fresca, y a esas flores ajadas desprendidas ya de intensidad y juventud. Hay una evolución posterior de la nariz, de la fruta roja más fresca hacia las endrinas y los anisados.
La boca se muestra vigorosa, con tremenda estructura y taninos que se dejan sentir. Hay una estupenda acidez, y un retronasal donde cobran fuerza y vida el tabaco y los anisados. Está en buena forma este vino.

Cambiamos de década y lo hacemos de la mano de una añada mítica en la Rioja: 1994. No obstante, no es la primera vez que le escucho a Chus Madrazo hablar de un orden de prelación, desde luego inherente a unas calidades de añada en Contino e inversas a las “oficialmente “ establecidas en la zona: 1996, 1995 y 1994, por este orden.

Contino Reserva 1994 presenta una nariz muy “cárnica”, con muchos cueros y animales que prácticamente no se van en toda la cata. Hay mucha hondura y seriedad en el vino, y también hay un tanino en boca que todavía se deja sentir, y que tardará algunos años de botella para suavizarse. Es un vino consistente, con cuerpo, es largo y con un final ácido proporcionado por la graciano que le hace cobrar mucha vida.

El cronológico orden de cata nos introduce en estos momentos al Contino Gran Reserva 1996. A pesar de que este vino no surge directamente de las propias decisiones de Chus Madrazo, ya que él no empieza hasta los años 1997-1998 a asumir las responsabilidades de las elaboraciones de la bodega, sí que recoge la idea de hacer vinos que vivan 40-50 años, como esos vinos de las décadas de los 40 y 50 de las bodegas históricas de Rioja que actualmente podemos disfrutar en “plenitud” de facultades. Entrecomillamos lo de “plenitud” porque ya se sabe que este es un concepto relativo.
Este vino lleva un 15% de graciano acompañando al tempranillo, y la crianza en barrica se prolongó a lo largo de 3 años. El vino muestra fruta fresca, moras diría yo, con intenso aroma floral de fondo. En boca es redondo y voluminoso, con excelente acidez final. Muy largo, y un final muy especiado.
La siguiente elaboración que saldrá al mercado (hacia finales de este año 2005) con ese espíritu de perdurar décadas en el tiempo será el Contino Gran Reserva 1999, y que me corrijan si me equivoco me pareció entender que exclusivamente en formato magnum. Vino plenamente elaborado bajo la responsabilidad de Chus, y en el que, escuchadas sus palabras, tiene puestas muchas ilusiones. ¡Y nosotros también!

Sobre el Contino Reserva 2000 cabe destacar, como curiosidad, que es la primera vez que ocurre, con este vino, que el graciano se cosecha antes que el tempranillo. El vino se muestra muy poderoso a día de hoy; en nariz hay moras y fruta negra, hay vainilla y monte bajo, hay ahumados y un toque de regaliz. La boca es golosa y fresca en su entrada, pero todavía se muestran algo ásperos los taninos.
Al contrario que las clasificaciones oficiales, Chus comentó que este Contino Reserva 2000 llegará más lejos que el Contino Reserva 2001 que es el que catamos a continuación. Y el caso es que le damos la razón. El perfil aromático es muy similar al descrito para el Reserva 2000, quizás con menor hondura y profundidad, y la boca se muestra mucho más aterciopelada y suave. A pesar de ser conscientes de la situación de cata, es nuestro propio criterio el que coincide con el de Chus (en estas catas comentadas uno nunca acaba de estar seguro de la influencia que tienen las palabras del elaborador acerca de sus criaturas). Lo cierto es que dejamos constancia de que a nuestro parecer efectivamente el 2000 muestra hechuras para vivir más años que el vino de la excepcional añada 2001.

El final del recorrido por los Continos Reserva, que no el final de la cata, le correspondió a una muestra de barrica del Contino Reserva 2004. Me pareció con una fruta muy sutil y elegante, y, sorprendentemente, con una enorme suavidad en boca.

Las elaboraciones de los Contino Reserva se han mantenido estables a lo largo del tiempo, en torno a 2 años de estancia en barrica (la mitad de roble francés y la otra mitad de roble americano), más 2 años mínimos de estancia en botella. La única variación habida es en la vida media de las barricas utilizadas que ha ido disminuyendo, no me atrevería a decir que de una manera significativa y apreciable, desde los 10 a 11 años de las primeras añadas hasta los 8 años de media actuales.
Nada que ver desde luego con los 3 años de edad media de las barricas que se utilizan para la crianza del Contino Viña del Olivo y del Contino Graciano, los siguientes vinos que catamos esa tarde-noche.

El Viña del Olivo surge de una serie de experiencias y pruebas de nuevas fermentaciones malolácticas realizadas con las viñas asentadas sobre un terreno calcáreo que se encuentran delante de la bodega. Si bien en un principio al tempranillo le acompañan mazuelo y garnacha, estas últimas acaban dejando paso al graciano.

De hecho el primer vino que sale al mercado, el Contino Viña del Olivo 1995, lleva un 5% de graciano. La tarde-noche de la cata el vino se muestra con una excelente fruta fresca, más cerca de frutos negros como las moras, y con una buena dosis de ahumados. El vino en estos momentos es delicioso, la boca transcurre fresca y suave, con acidez y con un largo recorrido.

La evolución del Viña del Olivo se ve en el 20% de graciano que lleva el Contino Viña del Olivo 2001. La nariz de este vino me sigue pareciendo (ya lo probé en el IV encuentro Verema de febrero de 2005) de una enorme elegancia y complejidad, dominando en estos momentos y en las condiciones de cata en las que nos encontrábamos la fruta negra y el chocolate. En boca, sobre todo si establecemos inevitables comparaciones con el que hemos probado con anterioridad, se muestra con mucho cuerpo, con un tanino marcado aunque sabroso. Sigue manteniendo una línea de elegancia marca de la casa.

La sorpresa de la noche (una vez más) vino de la mano del Contino Graciano 1994 primera elaboración de este vino, que se mostró con una enorme vitalidad, mucho mayor que la de su hermano Contino Reserva 1994. Color vivísimo, con aromas de fruta ácida, bosque umbrío, talco y chocolate, con una estupenda acidez en boca, un tanino suave,amplio y largo, y un ligero fondo de ahumados. Sorprendente.

El Contino Graciano 2001, que cerró la cata, es todavía una fiera por domar. La nariz muestra una estuoenda fruta negra y un ligero toque de chocolate blanco, pero en boca, siendo de enorme profundidad, hay asperezas y una acidez que se desboca por momentos. Este vino genera buenas vibraciones, dejándolo a uno con ganas de probarlo en muestras sucesivas a lo largo de los años.

Punto y final de esta nueva oportunidad de disfrutar, una vez más, del magisterio y saber hacer de Chus Madrazo.


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