Gota a gota en Verema

Coyoacán, Barrio Mágico...

 Apenas bajé del coche, crucé la calle empedrada de Centenario y me dirigí a la fuente de los Coyotes, no sin antes ver al globero, al cilindrero y al bolero... personajes tan arraigados como cotidianos de esta famosa plaza en el centro de Coyoacán. La cita era a las 14:30 en el restaurante Entrevero, al costado sur de la plaza, formando una hilera de terrazas apenas separadas por una cadena o unas macetas o mesas diferenciadas por distintos colores de mantel. "La Esquina de los Milagros", "Centenario", "El Guarache"... y del otro lado; "Los Danzantes" de comida oaxaqueña.

Antes de sentarme recorri el lado norte, donde encontré un peculiar letrero que decía: "Temporada de insectos" en  La Casa Corazón de Maguey. Adicto a los chapulines y a los gusanos de maguey en mantequilla negra, por un instante pensé que sería buena idea pedir una orden, pero era tarde y tenía que comer justo enfrente, del otro lado de la plaza.

Pasadas las dos y cuarto me asomé al restaurante, atraído por una mesa en primera fila, "reservado para Gonzalo..." mi amigo oriundo de este bello barrio, o por lo menos habitante con muchos años acuestas respirando los impregnados aires de calma provinciana.
No habían pasado ni diez minutos cuando apereció. Antes de que pudiera negarme a su petición, encargó una botella de cabernet chileno... el shiraz me da dolor de cabeza... Hermano si supieras el dolor del dedo gordo... pero uno no está para defraudar a los buenos amigos, así que no pude menos que asentir con la cabeza y preparar la garganta.  

No eramos los únicos convocados, pero si los únicos que llegamos a la cita. De entrada pedí una empanada "humita" con grano de maíz, crujiente y deliciosa. Él compartió una tarta de atún de la que me acordaré por mucho tiempo. Rajas de aguacate, cilantro, limón y cebolla con trozos de atún, bañados en aceite de oliva, sencillo y exquisito. Después de una ensalada llegó la carne, una ración para no tener remordimientos. El cabernet chileno fue un Nimbus 2007, del Valle de Casa Blanca, un valle al norte de Santiago cuya producción es principalmente de blancos, debido al frío de su clima. Nos ha gustado mucho. Un tinto firme, de buen tanino y acidez, en nariz tiene: ciruela madura, pimiento y una nota de menta que me recordó los buenos cabernets de Rutherford en Napa.

Ver a la gente pasar mientras platicaba con Gonzalo, me remontó a aquellos pueblos donde los ancianos sacan su silla para sentarse toda la tarde y saludar a todos los que pasan por enfrente del zaguán. Una tarde apacible en una ciudad convulcionada por las: manifestaciones, el tránsito lento y los vendedores ambulantes. Parece mentira poder encontrar y disfrutar en el corazón de este barrio la tranquilidad y el sosiego de muchos pueblos alejados de la capital. Es uno de los sitios que debería uno visitar de vez en cuando; tomarse una tarde para disfrutar de una buena charla, buena comida y un cabernet chileno con aspiraciones californianas.

  1. #1

    Capitaine Tomate

    Así es Benjamín, en sitios como Coyoacán o San Jacinto uno a veces olvida que está en la ajetreada Ciudad de México. Que bueno te gustó Coyoacán.

  2. #2

    BenjaminBerjon

    en respuesta a Capitaine Tomate
    Ver mensaje de Capitaine Tomate

    C. Tomate:

    Un oasis necesario en una ciudad al borde de la paranoia. Viví muy cerca del centro por muchos años.

    Saludos

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