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Napa y Sonoma: Un mar de bodegas (2ª parte y final)


(continuación del artículo Napa y Sonoma: Un mar de bodegas)

Ya de regreso pasamos a Silverado Brewing Co.  Comida que raya en lo comercial a buen precio, está bien para hacer un intermedio y comer algo.

En Beringer sólo recorrimos parte de la bodega sin degustar sus vinos. Ya cerca de Mondavi, pasamos a una tienda muy surtida de mercancía para gourmets, se trata de Dean & Deluca una buena opción para comprar aquellos vinos que se tenía planeado comprar en bodega, pero que por alguna razón no se visitó. Encontré varios vinos interesantes de bodegas como: Dashe Cellars,  Chapellet , Heitz y Caymus.


El último día de actividades enoturísticas tomamos el mismo rumbo por la 29, con la diferencia de torcer a la derecha en la 128 (Rutherford Road) zona del mismo nombre, camino sinuoso al lado de un río seco. Con el ánimo de visitar los “tasting rooms”  y echar un vistazo a los viñedos, seguimos nuestra jornada. Para esta época (mediados de agosto) la fruta está casi lista, en algunos casos todavía en la etapa de envero.


Una vez que llegamos a la bifurcación en Silverado escogimos la zona de Stag´s Leap así que torcimos a la derecha para llegar a Clos Du Val. Una hermosa bodega cuyos viñedos que dan a la entrada están meticulosamente numerados. El Salón de degustación es de techos muy altos, y se respira una atmósfera de paz. Quien nos atendió, un señor que ronda los setenta, tiene un aire inglés muy solemne y a la vez muy dispuesto a informar a la gente de cada vino que sirve en la copa. Empecé con un Chardonnay 2006 de la zona de Carneros. Amarillo verdoso, aromas a granos de café recién tostados, heno, manzana verde y pera. Franco, limpio y de acidez muy viva. El Searle Rosé of Pinot Noir 2007 de la misma zona, es un vino con aromas rústicos a fresa silvestre, de cuerpo ligero y de acidez muy refrescante. El Pinot Noir 2006 de la misma zona que los anteriores, es un vino muy frutal, ligero pero que le falta estructura. El Merlot 2005, en cuya etiqueta sólo hace mención a Napa, decantado cambia diametralmente, abre y se vuelve un vino que invita a beber otra copa, con aromas y sabores rústicos a tierra mojada y rosas, de tanino pulido y de final corto. Otra botella que se va de la bodega.


Por último el Cabernet Sauvignon  2004 de esa zona (Stag´s Leap) es un vino caro para lo que ofrece, setenta dólares, aunque no dejo de reconocer que tiene una excelente nariz, con mucha fruta negra en sazón y notas de eucalipto aunque algo plano en boca.


Por esta carretera es fácil perderse o más bien desesperarse, después de no ver bodegas por algún rato, ya que las entradas no están al borde del camino, decidí preguntar en una frutería. El dueño es un mexicano con acento norteño, que muy amablemente me ayudó a retomar el camino para llegar a Joseph Phelps. No es raro encontrar letreros en español, tales como: carnicería, tortillería…¿será la reconquista de México?


Joseph Phelps es la bodega más sobria que conocimos, con sus inmensos espacios, los cien metros que separan el estacionamiento de la bodega,  a 35°C  de temperatura y “cero” de humedad,  parece más bien una excursión de tres días. A pesar de que las degustaciones son por cita, en su elegante salón de once sillas de madera y una enorme mesa, me invitaron  a un patio exterior para probar algo de la bodega. Colina abajo se aprecia gran parte de los viñedos. Probé desde su Savignon Blanc 2006 de St. Helena, pasando por un Syrah 2005 de producción limitada a 500 cajas hasta su famoso Insignia 2004, que como su nombre lo indica es la estrella de la casa; muchos tostados, con dos años de roble nuevo la fruta está muy mermada, y el precio quita el hipo, 200 dólares. Confieso que Phelps no es de mi estilo de vinos, aquí guardé mi cartera y sólo la saque para pagar los 20 dólares de la degustación.


A un par de kilómetros nos encontramos con una bodega minimalista cuya entrada es un muro semicircular que va del nivel del piso hasta unos ocho metros, en su parte media. Quintessa; escrito en una placa de metal oxidada. Esta bodega hace un solo vino del mismo nombre, mezcla bordolesa. La degustación tiene un precio de 65 dólares,  y el vino 135, no averigüe más. Nos dimos media vuelta y seguimos nuestro camino.

Conn Creek es la primera bodega al dar vuelta a la derecha desde Rutherford Road. Una bodega mucho más modesta que Phelps, sus vinos en general no pasan de correctos, aunque como en casi todas, en sus guías aparecen cifras de producción limitada, que van desde las 216 cajas hasta el de mayor producción: Anthology 2004 con 600.


Nuestra última visita fue a Mumm, siempre dejando los espumosos al último. Bodega muy iluminada y acogedora que invita a quedarse degustando un espumoso por largo rato. El Blanc de Blancs 2003, tiene leves notas de lácteos, en boca es seco y de acidez cítrica. El DVX Rosé 2002, es potente,  en nariz y boca es muy frutal y de final muy largo. El mejor espumoso que probé en Napa.


Terminadas ya las visitas a las bodegas, por este viaje, algo cansados y hambrientos, comimos en Rutherford Grill, en el mismo camino que llega a la 29. Se trata de un lugar muy agradable que recomiendo visitar, el aire acondicionado no podía sentarnos mejor, excelentes cortes y una carta con buenos vinos de la zona. Pedí que descorcharan un Chappellet Merlot 2005. Chappellet es una bodega cerca del lago Hennessey,  que tratamos de visitar ese mismo día, subimos la montaña y llegamos a un paraje que no podíamos asociar a un viñedo sino a un coto de caza, con grandes pinos en una subida muy pronunciada. La mayor parte de las bodegas de esa zona están cerradas al público, esto sumado al mareo que le causó a mi esposa el sinuoso camino hicieron que desistiera y bajáramos para visitar Joseph Phelps.


El Merlot de Chappellet, me pareció un vino joven con notas de bayas y pétalos de rosa, nada espectacular, diría que le falta tiempo. A unos minutos hacía Napa volvimos a Dean & Deluca, para hacer las últimas compras de vino en Napa. Si bien la tienda no es barata, sí hay una buena variedad de vinos entre otras cosas de  tipo gourmet.


Así cerramos con broche de oro la tan esperada visita a estas hermosas tierras repletas de bodegas, viñedos y un poco menos,  de restaurantes.


Habiendo dormido y reparado fuerzas, antes de partir a San Francisco pasamos a Seguin Moreau, visita obligada, y con mayor razón si nunca había pisado una tonelería. Lo primero que se percibe desde la entrada es el olor a tostado de las barricas. En una superficie de no más de 400m2, dividida en dos naves y con alrededor de siete trabajadores cada una,  fabrican de 90 a 230 barricas diarias, dependiendo del tamaño de las mismas. No se permite tomar fotos. La recepcionista nos mostró un video en una pequeña sala donde se ilustran los detalles desde cómo escoger el árbol adecuado hasta su fabricación. Existen 300 especies de roble alrededor del mundo pero sólo 3 son apropiados para la tonelería, allí se usa: roble americano y francés.  Los precios van desde los 635
por un Bordeaux Export de 225 litros  hasta un “Puncheon” de 500 litros  con un precio de 1210.  Y los pedidos especiales que se cotizan aparte.

 

El trayecto de regreso a San Francisco fue de unos 40 minutos, ya que esta vez recorrimos  la 101 sin escalas, cruzamos el puente que nos llevó a la zona de Civic Center y llegamos al hotel, un Holiday Inn recién remodelado que sin saberlo, se encontraba muy cerca del hotel Hilton de O´ Farrell donde nos habíamos quedado  a dormir a la llegada.


Después de dejar las maletas caminamos por Market hasta Westfield, donde ya había localizado un restaurante desde la primera visita. Sé que es raro que un restaurante dentro de un “mall” ofrezca algo fuera de comida rápida, pero existen excepciones. Se trata de Lark Creek Steak. Abrimos boca con unos calamares fritos y un espumoso Gloria Ferrer Brut, seco, frutal con notas de tiza, se lleva bien con los calamares. El Chardonnay Hafner de Alexander Valley es un  Chardonnay cortado por la misma tijera que muchos de Napa; alcoholes altos, madera y de fondo algo de fruta. Con mi New York Strip Steak, pedí el Syrah Old Press de Paso Robles, un vino cargado de madera, aburrido y sin gracia, es mejor beber agua después de cada trago de vino… El restaurante es confortable y la comida sabrosa. Al haber recorrido las calles sin encontrar más que licorerías baratas, pregunté al mesero, cuál era la mejor tienda de vinos de la zona. No titubeo para recomendar; K&L Wine Merchants. Lo primero que hice después de comer fue subirme al taxi y dirigirme a la 4th Street después de Brannan. La tienda tiene una excelente colección de vinos franceses, así como también una pequeña área de degustación, pero sobre todo me llamó la atención encontrar vinos de los ochentas de  Napa, cuando los vinos eran otra historia como bien puede dar testimonio Hugh Johnson en su libro “A life Uncorcked”. Ya que me encontraba todavía en California, sin meditarlo mucho estiré el brazo y tomé un Heitz de Martha´s Vineyard 1983 y un Caymus 1990. Ya les contaré su estado, y si valió la pena ya que para mí estos vinos son una nueva experiencia.


La última noche decidimos caminar por el embarcadero en Pier 39, un sitio de lo más turístico en ésta ciudad. Cenamos en Fog Harbor, un restaurante de mariscos típico de la zona. Aunque tiene un aire de refinamiento con una romántica vista a la bahía, la comida es bastante comercial, casi todos los platillos vienen acompañados de  papas fritas.


Habiendo probado ya algunas botellas de Chalk Hill Chardonnay  pedí me descorcharan el 2006. Por desgracia en las últimas añadas el alcohol y la madera se hacen más evidentes en esta bodega, a tal grado que los últimos tragos me sabían más a whisky en las rocas que a un chardonnay de Napa.

 

A manera de resumen y con pocas experiencias en términos gastronómicos, me quedo con Fisrt Crush seguido de Lark Creek Steak ambos en San Francisco y Rutherford Grill en Sonoma. Tienda de vinos; K&L Wine Merchants y  Dean & Deluca  muy cerca ésta última de Robert Mondavi.

 

 

Los usuarios también visitaron

  1. #1

    Daniel P.Whitaker

    Benjas, excelente crónica! Lástima que te hayas topado con más árboles (léase, roble) que lo necesario o deseable. Ya nomás falta que sigas los pasos del Doc, que ya nos visitó en Zurich.

    Ah, y por cierto, intuyo que el Martha´s Vineyard y el Caymus no te impresionaron jeje. Si la memoria no me engaña, el 83 fue de las últimas cosechas antes de la filoxera.

    Abrazo

  2. #2

    BenjaminBerjon

    Antes de que existiera ese pulgón. No es común encontrar Californianos de los ochentas. Agrego que Phelps hace un vino biodinámico y Quintesa, el único que hace es biodinámico.

  3. #3

    Fede Vidal

    De nuevo fantastica crónica, dan ganas de hacer el viaje, muchas feliciadades y sigue informando de tus viajes. Un abrazo.
    Federico

  4. #4

    AntonioJesus.AkatA

    Señores pero cmo pueden cobrar una degustación a 65 $, costando la botella 135$ eso si que es negocio.

  5. #5

    AntonioJesus.AkatA

    Coincido contigo alguna que otra vez me ha decepcíonado los vinos de Phelps, eso si siempre con una RCP horrible.

  6. #6

    AntonioJesus.AkatA

    Ya terminado de leer el artículo, muy interesante tu descripción y viaje. Saludos y a seguir escribiendo.

  7. #7

    BenjaminBerjon

    Estos $65 dólares de entrada suena una barbaridad, sobre todo si es que piensas estar en Napa más de 5 días. La bodega es muy bonita y el vino como ya lo dije antes es biodinámico. Otro dato interesante: Napa Valley contaba con 180 habitaciones en 1970, hoy recibe alrededor de 4,7 millones de turistas cada año, más de 1,7 m. se queda por lo menos una noche. En 2005 había ya 3,012 habitaciones.

  8. #8

    Belgik

    "estiré el brazo y tomé un Heitz de Martha´s Vineyard 1983 y un Caymus 1990".
    Digame, por favor Don Benjamin, ¿donde esta su brazo?
    :-))))

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