Gota a gota en Verema

Sabadito relajado

[][] A veces quisiera bajar las revoluciones y tomarme la vida con más calma, como hoy. Empecé con un cafecito hecho en casa, y al lado un libro que me ha prendido, del gran Carlos Monsiváis, se trata de su más reciente obra; Apocalipstick, que retrata con su ya característico, agudo sentido del humor y precisión narrativa lo cotidiano de este país surrealista, de manera inmejorable.
A medio día saqué de la alacena, una latita de ostiones ahumadas, acompañadas con un manzanilla Solear, de la conspicua bodega Barbadillo. Media botellita que tenía abandonada en el refrigerador desde hacía muchos meses. Confieso que me supo a gloria, con esas notas ahumadas que se entremezclaron con las notas ahumadas de los ostiones. Quién dice que la manzanilla y los jereces en general no aguantan mucho tiempo después de abiertos... Así como reconozco que los jereces una vez abiertos pueden disfrutarse meses después, también estoy convencido de que los pequeños placeres van moldeando la felicidad, y que todo sale sobrando si no existe una actitud positiva.
Volviendo al tema de la lectura, decía que disfruto mucho de la pluma de autores como: Monsiváis, Germán Dehesa y el Vasco Juan Bas, maestros de la sorna y del humor negro. Admito que además de la gran admiración que les tengo como escritores, admiro aún más su sentido del humor, estoy convencido de que esta vida sin esos chispazos de risa y de burla hacia los demás y a uno mismo, tendría que ser muy aburrida y poco reconfortante para el espíritu. Desde aquí hago votos para que el maestro Monsiváis se recupere y vuelva a casa pronto, ya que hace días su fibrosis pulmonar lo tiene recluido en terapia intensiva.[][]
Ayer había prometido a mi hijo llevarlo a comer sushi a un restaurante relativamente nuevo. Para seguir con el rollo de los jereces, había pensado sacar de la cava aquella botella que generosamente me regaló Leti; La Bota de Manzanilla No. 8 . Al no tener a la mano el teléfono del restaurante, a pesar de haberlo buscado afanosamente en las "sección amarilla", para preguntar si permitían descorche. Decidí abortar la operación y dejarme llevar por la carta de vinos del lugar. Como suele suceder, después de echarle un vistazo, llegué a la conclusión de que sería mejor pedir una cerveza bien fría. Un sashimi de salmón corte fino, que tenía cara de corte grueso, desfiló como primer plato. Un arroz al vapor con verduras, pollo y camarones preparado a la plancha, fue tema de discusión, ya que fue el mismo platillo en tres platos diferentes, con tres diferentes precios. ¿Tendré la cara... o sólo por hoy me la vieron?. Pero hay días que es preferible dejar pasar las cosas sin chistar, y así conservar la valiosa calma interna, tan difícil de atemperar. Así que a pesar de la increpación de mi esposa, decidí hacer oídos sordos. Como resultado; el único vino del día de hoy, fue media copita de manzanilla "añejada" en el refrigerador por varios meses, que además disfruté como si lo hubiera bebido en el mismísimo Puerto de Sanlúcar de Barrameda, recién sacada de la bota.

  1. #1

    doctortjk

    Fijate que en mi ultimo viaje a Guadalajara, y por recomendacion de mi mama, fuimos a un buen restaurante de comida japonesa, por cierto, el favorito de mi sobrino de 6 años. Una carta impresionante con chorrocientos platillos, como caracteriza a estos lugares. La carta de vinos, muchos tintos, casi no blancos. Platique con el gerente al que le recomende que incluyera algun Riesling de medio pelo, o Sylvaner o un Gewütramminer, que son bastante amables con esta comida.

    Me agrado su trato muy amable e inclusive por mis comentarios nos mando un postre que estaba bastante bueno. Eso si, me comento que sus comensales que piden vino, por lo general se van por el Tintocentrismo (R) :) Absoluto. No creas, en el fondo si me senti tan enochalado como estoy. Y es que al vino le tengo bastante respeto, sin llegar a la veneracion extrema (a veces se antoja estar mas relajado) y me gustaria que cada vez que la gente lo disfrutara, fuera en las mejores condiciones, como me ha tocado en ocasiones.

    Por cierto, excelente tu encuesta sobre el interes del vino. A mi me comenzo a interesar a los 12 años. A mis 15, mi comida de fiesta fueron Escargots, Ancas de Rana y lengua a la Vinagreta con un buen vino blanco para maridar, con toda la aprobacion de mi mama que me llevo a ese "agape"

    Un abrazo mi estimado Benja...

  2. #2

    BenjaminBerjon

    Doc:
    Asunto resuelto lo de la "fe de erratas". Yo también he observado muchos tintos en la carta de restaurantes japoneses. Una pena que en su mayoría no ofrezcan blancos, hablabas de riesling, silvaner... pero qué tal un jerez, una manzanilla o un fino.
    12 años!!! bastante precoz. Yo me refería más bien a la edad en que empiezas a interesarte en leer sobre el tema y descorchar aquí y allá...

    Saludos

  3. #3

    doctortjk

    Pero platicaba el lunes con Saul Martin del Campo que las mamas como si introduciendonos al mundo del vino, pero tambien con el temor de que nuestro higado no llegase a la etapa adulta, algo curioso, como amor/odio por el vino. Mi mama diario dice que es abstemio, pero si es un vino de esos dulcecillos que le gustan, si se echa un trago...

    Saludos estimado amigo. Muy interesante lo del Wine Bar...

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