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Cata de copas en el 8º Encuentro Verema

En el 8º Encuentro Verema, como es habitual, se cataron muchos vinos pero en la tarde del sábado, además de vinos, se cataron copas.

Jordi Segura de Euroselecció, la empresa importadora para España de las copas Riedel, dirigió una cata distinta de las habituales. Una cata en la que el objetivo principal no es analizar las particularidades de un vino sino dilucidar cual es la copa en la que un determinado vino expresa mejor todas sus características. Tanto las del varietal utilizado en su elaboración como las propias de la zona o terroir en el que ha crecido como aquellas otras peculiaridades adquiridas a lo largo de su proceso de elaboración y crianza.

En definitiva: todo aquello que el creador de ese vino quiso plasmar en él.

El vino y la copa van indisolublemente unidos. Es cierto que podemos beber un vino "a morro" directamente de la botella, o en botijo, por poner un caso. Pero no podemos negar que la copa es su mejor "contenedor" o recipiente a la hora de beberlo. Pero no basta con que sea un buen contenedor, la copa debe ser un instrumento que añada placer al hecho de beber, que gracias a su diseño, nos facilite el disfrute de un vino en su máxima expresión.

Así pues, en una cata de copas, el vino pierde su papel protagonista.

Da igual el vino que utilicemos para la cata. No buscamos el vino mejor sino la copa en la que el vino sepa mejor, en la que tenga una mayor expresividad. No obstante cuanto mejor sean los vinos utilizados, más fácil será la cata.

En esta ocasión se utilizaron dos vinos: Augustus Chardonnay 2007 y Clos Manyetes 2005.

El Augustus es un Chardonnay 100% elaborado por Cellers Augustus en la D.O. Penedés y más concretamente de la zona del Vendrell en Tarragona. Es un vino que realiza la fermentación alcohólica y la maloláctica en barrica nueva de roble francés de Nevers de 300 litros y que luego permanece 4 meses y medio (incluida la fermentación) en dichas barricas.

El Clos Manyetes está elaborado por René Barbier en Clos Mogador en la D.O.Q. Priorat con un coupage de 65% Cariñena, 25% Garnacha, 6% Cabernet Sauvignon y 4% Syrah y una crianza de 18 meses en barrica de roble francés.

Utilizando estos dos vinos y cinco copas de distintas formas y capacidades realizamos la cata de cada uno de los vinos en cada una de las copas.

El procedimiento es el mismo que el que realizaríamos en una cata de vinos.

Fase Visual: En la fase visual comprobamos si la copa es perfectamente transparente o no. Nos da igual el color o la limpidez del vino, lo que valoramos es que, sea lo que sea, se vea con la máxima claridad. Esto se consigue cuando la copa está elaborada con cristal de calidad y no se consigue cuando la copa es de vidrio grueso e irregular.

Fase Olfativa: El tamaño y la forma de la copa deben estar en función de la variedad de uva para la que queramos la copa. La variedad de la uva es el factor principal para determinar la relación entre fruta, acidez, tanino y alcohol en un vino. Cuando se escancia un vino comienza a evaporarse inmediatamente y sus aromas llenan rápidamente la copa en capas superpuestas en función de su densidad y peso específico. Los aromas de fruta y flores que son los más ligeros y frágiles van a la parte superior de la copa, los aromas herbáceos y minerales se quedan el la parte media y los de madera y alcohol que son más pesados se quedan en la parte baja de la copa.
Asi pues, la forma y el tamaño de la copa nos va a condicionar la mayor o menor presencia de cada una de las capas y con ello, de los aromas de cada vino.

Fase Gustativa: La calidad e intensidad del bouquet que captaremos en esta fase depende de la forma como el vino fluya a la boca, y esto depende por completo de la forma de la copa.
Partiendo de la distribución de las papilas gustativas en la lengua y su capacidad para detectar los sabores básicos (dulce, salado, ácido y amargo), las copas Riedel están diseñadas para dirigir el líquido exactamente hacia las zonas gustativas de la lengua que nos interese.

Al llevar la copa de vino a los labios ponemos en situación de alerta a las papilas gustativas. Cuando la lengua entra en contacto con el vino, transmite al mismo tiempo tres mensajes: temperatura, textura y sabor. El vino fluye en la boca dirigido hacia las zonas gustativas adecuadas de la lengua y, en consecuencia, da lugar a distintos sabores.

El diámetro de apertura de la copa es el que se encarga de dirigir el vino a la zona que nos interesa según el vino que sea, según sus características organolépticas. Así, una copa con la boca ancha hace que el vino se expanda en horizontal por la lengua alcanzando las zonas más sensibles al ácido.

Una copa con la boca estrecha provoca que para beber tengamos que inclinar la cabeza hacia atrás (unos más y otros menos dependiendo del tamaño del apéndice nasal...) y entonces el líquido fluye hacia la parte central de la lengua evitando un pronunciado contacto con las papilas detectoras de los sabores dulces.

Por el contrario, un borde labiado en la copa provocará que el vino fluya hacia la punta de la lengua consiguiendo con ello un mayor contacto con los detectores del dulce.

Así pues, según los aspectos que queramos resaltar en un vino, la copa tendrá una forma u otra. Es decir, cada copa se diseñará en función del vino para el que vaya destinada.

El contenido determina la forma. Basándose en este principio de los diseñadores de la Bauhaus, Riedel diseña las copas pensando no solo en la belleza del objeto como tal sino en su utilidad, en la funcionalidad para la que ha sido creada.
Cada vino tiene su exclusiva mezcla de cualidades (fruta, acidez, taninos y alcohol) dependiendo de la variedad de uva, del clima y del suelo en el que creció. Estudiando las diferentes características de cada uno de los varietales, Riedel diseña la copa para que cada vino exprese su personalidad.

La dinastía del cristal Riedel está construida sobre las energías creativas de una larga línea de cristaleros. La antorcha del cristal ha ido pasando a través de once generaciones de la familia Riedel.

La historia comienza en 1756 en Bohemia y continúa hasta la Europa unida actual, viviendo en su seno algunos de los acontecimientos históricos más dramáticos de la historia europea.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las fábricas de Riedel en Checoslovaquia habían sido nacionalizadas por el régimen comunista, y Claus Josef Riedel tuvo que comenzar todo, nuevamente, en Austria, donde en 1956 compró, con su padre Walter, la fábrica ya existente en Tyrol.

Claus Josef Riedel comenzó su carrera cuando, en los años 60, se alejó de la cristaleria coloreada y decorada habitual en Bohemia, enfocando su atención en las copas funcionales, pensadas para disfrutar un vino. Lo que podríamos llamar "copas enológicas". Sus diseños originales, frescos y creativos ganaron muchos premios y pueden verse en las colecciones de varios museos en el mundo.

Por cierto, las copas que mejor respondieron a los dos vinos utilizados fueron:

Para el Augustus Chardonnay la copa Vinum Chardonnay (Ref.: 6416/97) una copa diseñada para vinos blancos con crianza y más en particular para los elaborados con la variedad Chardonnay ya sean de Montrachet, Corton-Charlemagne, Meursault, Pouilly-Fuissé, o cualquier otra zona geográfica.

Y para el Clos Manyetes la Vinum Sirah (Ref.: 6416/30), una copa diseñada para vinos tintos con una importante potencia aromática ya sean de varietales como la Sirah, Petite Sirah, Malbec, Garnacha, Cariñena, Monastrell, Carmenère, Pinotage, Tannat o de zonas como Hermitage, Chateauneuf du Pape, Priorato y Côte Rôtie entre otras.

Como pudimos comprobar en la cata, estos vinos se expresaban con mayor plenitud en estas copas.

De todos modos hay que tener en cuenta que, una copa aunque sea Riedel, no va a hacer milagros con un vino.

Si el vino es malo seguirá siendo malo por mucha copa que le pongamos.

Pero ante un buen vino, la copa adecuada será la que más posibilite el que ese vino exprese todos sus matices.

Por otro lado, una copa no adecuada sí puede estropear un buen vino y cuando esto ocurre, lo habitual es echar la culpa al vino o al enólogo que lo elaboró, nunca a la copa. Y muchas veces la culpa es de la copa.

Como se comentó entre algunos de los asistentes a la cata, a partir del momento en que haces una cata de copas, se abre un nuevo abanico de posibilidades a la hora de disfrutar un buen vino.

  1. #1

    Ricardof

    Efectivamente, la copa es importante... ¿Cuántas veces no hemos podido disfrutar de un buen vino por culpa de las copas? Así de veces.

    Desde luego, en una buena copa no se le quita nada al vino. Al contrario, queda al descubierto. ¿Será por eso que en muchos sitios ponen malas copas... porque el vino tampoco está a la altura. Me refiero a bares y establecimientos modestos. A veces también te encuentras con sitios que te ponen una "buena copa" (entre comillas") para intentar prestigiar el vino o su precio. También quedan al descubierto, pobres...

    En fin, lamento no haber pododo acudir finalmente al encuentro porque esta era una de mis actividades previstas. Y seguro que ahora no estaria poniendo estas obviedades

  2. #2

    JaimeJ

    Aquí un participante de la cata que descubrió en sus carnes como un Priorato tinto puede ser un vino digno y un líquido salado/ácido a la vez, dependiendo del continente.

  3. #3

    PedroCarroquino

    Duisfruté mucho, la verdad. Bueno, tenía al lado casi al Chano "Cholas" Yanes y eso ya es un must

  4. #4

    Silvia Franconetti

    Yo llegué tarde, pero fue revelador probar un vino en diferentes copas y en cada una sabía diferente. Me encantó. Gracias a Jordi y a Verema.


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