Noticias del Vino

Al límite del Terruño: Terroir al Limit

En un mundo globalizado como el que vivimos, que un alemán y un sudafricano trabajen en un proyecto común en el Priorat no debería ser objeto de especial asombro. Cuando se conoce en persona a estos dos viajeros del vino, Eben Sadie y Dominik A. Huber y se aprecia su devoción hacia las vertiginosas laderas prioratinas (costers) y su respeto reverencial hacia la pizarra que cubre dichas laderas (licorella) no resulta extraño comprobar que sus vinos reflejen como pocos el alma del Priorat, puesto que su lectura del terruño es precisa y meditada.

Esta pareja de ciudadanos del mundo eligieron como centro de operaciones el municipio de Torroja, alí, con apenas diez hectáreas de viñedo, elaboran unas escasas 12.000 botellas de sus cinco vinos, todos ellos tintos (de momento, ya que hay un blanco a punto de salir al mercado).

Trabajan en ecológico incluso con algunos apuntes biodinámicos y han introducido los fudres como elemento central de su proceso de vinificación, de hecho, en una vuelta a los orígenes, están planificando la reconstrucción de los antiguos depósitos de cementos de los que disponía la bodega que adquirieron. Los 24 meses de crianza que dan a sus vinos no interfieren en la expresión de la mineralidad ni en la calidad de la fruta que encontramos en esos vinos del Priorat, que saben aunar la concentración y madurez, con el equilibrio y una excelente presencia.

Así pues y con tan excelentes credenciales, abrimos las puertas de Verema, de par en par, para que un grupo selecto de sumilleres valencianos pudiera conocer con proximidad este atractivo proyecto.

En la cata degustamos, por este orden:

Torroja – Vi de Poble 2006; fruto de un ensamblaje de garnacha y cariñena, viñedos en vaso de entre 60 y 110 años. Con la habitual crianza en fudres usados de 600 y 1800 litros durante 24 meses y con un único trasiego. El vino se embotelló sin filtrar. Este vino “básico” de la bodega al que identifico con el creciente fenómeno de los “vinos de pueblo” que comienzan a jalonar los municipios prioratinos y que forma parte de un prometedor proceso de transición desde los vinos de zonas productivas genéricas (D.O.Q Priorat) hasta el modelo de vino de pago, que cierra una lectura detallada y cuidadosa del terruño.

Arbossar 2006; en este caso un monovarietal de cariñena, un 95% de la cual proviene de viñas de 87 años y con la vinificación, como con el resto de los vinos, que hemos comentado para el caso del Torroja.

Dits del Terra 2006; monovarietal de garnacha con suelos de pizarra negra.

Les Manyes 2007; monovarietal de garnacha de unos 50 años de edad, toda ella procedente de una zona con cierta altura (unos 650 metros) y un suelo ‘diferente’ calcáreo y con abundancia de cuarzo.

Les Tosses 2007; monovarietal de cariñena, también plantada a bastante altura y de la que un 95% tiene en torno a 69 años.

Y tras la cata disfrutamos de un buen rato de charla hasta el momento de despedirse hasta una futura –esperemos que próxima- visita a la bodega en Torroja.


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