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Herederos del Marqués de Riscal, una gran bodega centenaria en La Rioja

El fin de semana del III Encuentro de foreros y peñas había llegado. Como gran aperitivo de todo lo que nos esperaba, una más que interesante visita a una de las bodegas riojanas de mayor tradición y más emblemáticas del panorama vinícola español: Vinos de los Herederos del Marqués de Riscal.

Puntuales con nuestra cita, algunos miembros del equipo de Verema llegamos a media mañana a las instalaciones de la bodega donde nos esperaban Pedro Aznar y Juan Carlos Díaz que, junto al director técnico de la bodega, nos acompañaron durante toda la visita. A pesar de encontrarse todavía en un proceso de remodelación de accesos y nuevas obras en diferentes áreas, pudimos acceder a todos los rincones de la bodega atendiendo a los interesantes comentarios que nos ofrecían nuestros anfitriones sobre su historia y evolución, algunos de los cuales comento a continuación.

Creada en 1860 por Don Camilo Hurtado de Amézaga (Marqués de Riscal), su mayor inquietud desde un primer momento fue adoptar los sistemas de elaboración franceses cuya principal diferencia, con respecto a los existentes hasta ese momento en España, residía en someter al vino a un proceso determinado de crianza en barricas bordelesas. Tal fue la influencia francesa de este proyecto que, como anécdota, cabe resaltar que el propio reloj situado en la parte superior de la entrada de esta primera bodega (conocida coloquialmente como la Bodega del Reloj) muestra inequívocamente su origen: Bordeaux.

El éxito de esta aventura empresarial ya en sus primeros lustros condujo a una primera ampliación de la bodega en el año 1883 en lo que se ha dado en llamar la Bodega del Palomar, hoy en día dedicada básicamente a sala de barricas. A finales del siglo XIX el reconocimiento internacional de los vinos de la bodega dio lugar a la concesión del Diploma de Honor en la XIII Exposition de Bordeaux en 1895, máximo galardón concedido a un vino, y que figura desde entonces en la parte inferior de la etiqueta de las botellas.

A lo largo del siglo XX la Bodega ha ido modificando su estructura accionarial, si bien sin perder su filosofía de empresa familiar, asumiendo nuevos retos y ampliaciones. Todo ello intentando mantener una fidelidad a sus orígenes y apostando por la continua mejora de la calidad, tanto de proceso como de producto. En sus instalaciones de Elciego, el último tercio del pasado siglo ha sido testigo de nuevas ampliaciones: en 1968 se inauguró la Bodega conocida como La Vacada que introdujo un importante número de depósitos de cemento a su capacidad productiva; en 1994 se construyó un nuevo botellero de conservación con capacidad para 4 millones de botellas; en el año 2000, la más reciente ampliación con la Bodega San Vicente supuso un avance espectacular tanto en términos de capacidad de producción como en términos tecnológicos (nuevos depósitos de acero inoxidable en dos alturas –para la fermentación alcohólica y maloláctica respectivamente-, control de temperaturas digitalizado,....); por último, en 2001 se construyó un nuevo botellero de 3,6 millones de botellas donde se encuentran los cimientos de la nueva sede social (aún en construcción) diseñada por Frank O. Gehry.

En todo este proceso de renovación y ampliación también hay que destacar la instalación a principios de los años noventa de dos impresionantes mesas de selección manual por donde pasa toda la uva que entra en la bodega destinada a los vinos de reserva y gran reserva, indispensables para incrementar la calidad de los productos finales.

No cabe ninguna duda que nos encontramos ante una bodega que ha sido pionera en muchos aspectos en el mundo del vino español. Entre los hechos que corroboran esta afirmación, destacaríamos:

- Su dilatada trayectoria en la apertura exterior de sus mercados.

- Sus nuevos proyectos en otras zonas y con nuevos productos. Tal es el caso, por ejemplo, de su ya larga experiencia con vinos blancos (con uvas vedejo y sauvignon blanc) en Rueda y la más reciente con vinos tintos en Toro.

- El modelo de relación con sus proveedores de uva. Es bien sabido en Elciego y alrededores que esta bodega posee unos acuerdos a largo plazo con muchos de los viticultores que le proporcionan la uva no propia y que sus precios de referencia en la compra de la materia prima premian el esfuerzo de los agricultores que mejor siguen los criterios de viticultura expuestos por los técnicos de la bodega. Para hacer un gran vino hay que contar con una gran uva.

- La innovación de producto. Es en los años 80 cuando Herederos del Marqués de Riscal decide crear una nueva marca de vino tinto que reflejara la máxima expresión de su selección, a la que llamarían Barón de Chirel. Se elabora con una selección de las viñas más viejas de los mejores pagos (incorporando como varietal experimental el cabernet sauvignon) y solo en las cosechas con el potencial de calidad y envejecimiento requerido. Para muchos este vino fue el primer y mejor exponente de lo que actualmente se han dado en llamar “Riojas modernos”.

- Difusión comercial de la marca. Destacar en este caso la construcción de una nueva sede social y hotel en Elciego, diseñada por el prestigioso arquitecto Frank O. Gehry (autor del museo Guggenheim en Bilbao), siendo un anexo arquitectónico añadido a la funcional bodega que representará el encuentro entre la historia y la modernidad. Este proyecto, cuya finalización se prevé para el año 2005, permitirá una afluencia de visitantes a la bodega y su entorno que, sin duda, actuará como revitalizador de la economía local. También hay que destacar en esta línea promocional la creación de toda una serie de productos y accesorios de calidad relacionados con el mundo del vino y el turismo enológico con la imagen de marca de la bodega (adquiribles en este momento en la tienda de la propia bodega). Esta estrategia de merchandising, realmente novedosa y curiosa en este tipo de sector, sitúan de nuevo a Herederos del Marqués de Riscal en una posición puntera por sus planteamientos innovadores entre las empresas vitícolas españolas.

Una vez recorridas todos los espacios de la Bodega nos dirigimos a un coqueto comedor situado en la llamada Bodega San Vicente donde procedimos a catar algunos vinos que todavía no están en el mercado y otros con una “mayor historia”. Los vinos que catamos y mis apreciaciones personales de los mismos fueron:

- Marqués de Riscal Reserva 2001: Nariz muy frutal y especiada. En boca es bastante amplio si bien destaca especialmente por su frescura y equilibrio. Una añada con muy buena acidez.
- Marqués de Riscal Reserva 2002: En nariz se muestra como un vino fresco. Aunque es algo más delgado que la añada anterior, tiene un paso por boca bastante agradable.
- Marqués de Riscal Reserva 2003: De color rojo vivo muestra una nariz enormemente frutal y una boca muy carnosa. Apenas se aprecian las notas de la crianza.

- Barón de Chirel 2001: Sin duda un gran vino. Las características de esta añada han aportado un extra de frescura consecuencia de una buenísima acidez. Al igual que ocurría con el Reserva, se muestra como un vino muy equilibrado (100.000 botellas). Sin duda, una buena inversión cuando salgan (ambos) al mercado.
- Barón de Chirel 2002: En nariz predominan los torrefactos y las notas especiadas de la crianza. En boca es ligero pero muy agradable (40.000 botellas) .
- Barón de Chirel 2003: Las notas de fruta muy madura se entremezclan sin fusionarse aún con las notas de crianza. En boca es bastante goloso (40.000 botellas)

- Frank Gehry 2001: Aprovechando la bondad de las uvas de esta añada de un pago de viñas muy antiguas se han elaborado apenas 5.000 botellas de este vino con 22 meses de crianza en barrica que saldrá al mercado coincidiendo con la inauguración de la nueva sede social de la bodega (en el año 2005). Teniendo en cuenta que no tendrá continuidad en las añadas 2002 y 2003, se va a tratar, sin duda alguna, de un auténtico vino de coleccionista. De color picota muy oscuro, muestra una nariz donde destacan los aromas de fruta negra muy madura y confitada. En boca es amplio y corpulento. Muy en la línea de los vinos denominados como de alta expresión.

- Marqués de Riscal Reserva 1950: Increíblemente sutil. Conforme se airea en copa se van desplegando toda una gama de aromas difícilmente descriptibles con pocos vocablos. En boca mantiene una buena acidez y es muy fino al paladar. La nariz de este vino es de las hacen que te enamores de estos grandes vinos clásicos.

- Marqués de Riscal Reserva 1964: Seguramente con la del 36 y el 45, las tres mejores añadas del siglo XX en esta bodega. En nariz destacan inicialmente los aromas de crianza y maderas nobles, como cuando accedes a una sala de barricas nuevas, seguido de notas de sotobosque, musgo y tierra húmeda. En boca es increíblemente amplio y largo para su edad, con un final, curiosamente, muy cálido.

Tras la cata, acompañamos todos los vinos anteriores, además de algunas botellas de Barón de Chirel 99, a unas buenas viandas compuestas por un buen guisado de pochas a la riojana, bacalao y un postre casero que nos permitieron prolongar la velada hasta casi a las seis de la tarde. Cuando salimos de la bodega, La Rioja se veía diferente.


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