Opiniones de Arrayan estela
OPINIONES
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Estela de Arrayán, es un vino que nació con motivo de recordar a quien fue el impulsor y creador de la bodega hasta el 2006, el empresario José María Entrecanales.
Otro vino solidario, como lo fue el conocido María Ramírez de Ganuza. En esta ocasión, parte de las ventas de este vino se destinará a los proyectos de la Fundación Instituto Guttman, especializada en investigación y tratamiento de personas con daño cerebral adquirido.

Maite Sánchez, la enóloga, nos comentaba en enofusión que este vino procede del descube del Arrayán Premium, vino top de la bodega.
Es un vino elaborado con el sangrado procedente del descube de los depósitos seleccionadas para el Premium. Así, es el resultado de un coupage de variedades Syrah (55%), Merlot (20%), Cabernet Sauvignon (15%) y Petit Verdot (10%).
Después, fermentación maloláctica y crianza de 17 meses en barrica de roble francés.

Visualmente tiene un color picota intenso, con ribetes del mismo color y de capa alta y con lágrima.

Una nariz limpia e intensa, aromas a frutos negros, toques especiados, algo de cacao y hojarasca (hojas secas).

En boca tiene una entrada fresca, notas terrosas, potente, con carácter, cuerpo, equilibrado, es largo, con recuerdos a fruta negra y cacao, y bastante persistente.

Un vino que con el tiempo ganará potencial y estará todavía mejor.

En nariz, Fruta y madera, ahumados, destaca el Cabernet, más fruta y caramelos.
Tanino agresivo.
En boca, compota, fruta muy madura, goloso, el tanino es secante, haciéndolo duro. (yo lo soporto, pero mis compañeros de cata protestan un poco). Todo esto hace suponer que seguramente evolucionará, y entiendo que a bien, ya que desde luego, para mi es un vino interesante.

Vista. Rojo guinda bien cubierto de capa, con ribete azulado y denso. Limpio y brillante. Lágrima densa y coloreada que expresa juventud y muchísima extracción.

Nariz de intensidad alta, con predominio de notas de tostados y maderas (café, cacao, cedro y grafito) que tras un primer ataque olfativo van dejando paso a fruta en compota, higos y cerezas en licor. Al oxigenar la copa, predomina el alcohol y tras el reposo la nariz se convierte en una sinfonía de balsámicos (pino, romero, tomillo, jara) acompañados de mas empireumáticos (pan tostado, grafito) que terminan por adueñarse del conjunto.

Boca de entrada algo amable y fresca, con paso ampuloso, denso y glicérico, muy carnoso y casi masticable, dando mucho peso y presencia en boca. El centro se presenta muy de acorde con la nariz, ofreciendo fruta en licor y tostados, tapando éstos la posibilidad de distinguir unos balsámicos por retronasal que sin duda deberían estar presentes y en alta concentración. Posgusto largo y tónico con recuerdo a hollejo muy maduro y un ligero amargor final.

En conclusión se trata de un vino con una enorme concentración de fruta, acidez, alcohol y crianza, que se diferencia menos de los vinos de corte más mediterráneo que el resto de la gama y que pide a gritos dormir el sueño de los grandes durante al menos siete años, para que se revista de una elegancia que se le intuye pero que ahora no exhibe en su totalidad. Tiene el tanino y la garra ácida suficientes para poder disfrutarse ya, pero el alcohol y los tostados de crianza campan todavía por sus fueros. Un gran vino que sólo disfrutarán ya 2.599 personas que sean lo suficientemente previsoras para adquirirlo ahora y tengan la paciencia de dejarlo crecer y madurar.

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