Desprende clasicísmo riojano por todos los costados. Un vino con buena aportación de fruta negra madura en sazón, ligeras notas anisadas, toffes, ligeros aromas de madera fina, torrefacto y un sutíl toque de café en grano.
En boca, al igual que la mayoria de ésta D.O., al menos para mi gusto, presenta una agradable entrada, de medio cuerpo, sabroso, equilibrado, frutal, elegante, correcta acidez, bien conjuntado y de aceptable recorrido.

A veces vamos por la vida con ideas preconcebidas respecto ciertas cosas, ideas que se ven muchas veces desmontadas por la realidad y eso es lo que me ha pasado con este vino. No sé porqué, pero tenía manía a esta Bodega y me regalaron este vino que me ha sorprendido gratamente. Es una elaboración de crianza clásica riojana pero llevada un poco más allá, con un mayor peso de la fruta y más cubierto de capa. La nariz es intensa, elegante con un gran bouqué donde la fruta se funde a la perfección con las notas tan de Rioja como cueros, cera de iglesia, desván, tabaco, clavo, regaliz, pimienta y ciertas notas lácteas y de sotobosque y trufa. La boca es redonda, es un vino con cierto cuerpo, fruto de esa elaboración en la que se manifiesta una mayor extracción, sedoso, con taninos muy suaves y pulidos y un largo postgusto. Muy buen vino, clásico pero con algo más, que lo hace ser muy elegante y agradable de beber.