Rojo cereza y ribete granatoso. Nariz especiada, con aromas de frutillos del bosque maduros de correcta intensidad. Hay notitas de hojarasca y balsámicos, maderas aromáticas y algo de tierra seca. En boca es suave, agradable y fresco, los sabores de fruta roja madurita se entremezclan con los de maderas aromáticas y especiados. Retronasal de media intensidad con tabaco, grosellas, tostados y especias, al igual que el posgusto donde se queda un recuerdo vegetal con una puntita de sequedad. Un vino bajo matices que se pueden interpretar como clásicos, con una frutilla de intenciones exóticas y picantes. Creo que es un buen ejemplo de lo que la globalidad de Rioja puede dar en su conjunto, unos años más en botella lo dotarán de más aromas terciarios y por tanto de complejidad. Algún enólogo famoso comentó una vez que era más difícil elaborar un millón de cajas de una calidad media que 10 mil botellas de un vino excelente. Un vino rico y en su sitio.

Unos meses después y poca sensación de cambios, más allá de que se hace necesario poner en temperatura en el verano porque de lo contrario aparecen sensaciones alcohólicas en nariz y boca.

Mantiene color y aromas primarios con una persistencia media.

En boca es lo que es, un vino fácil sin complicaciones y que cumple bien en su rango de precio. Persistencia media.

Un vino que cumple y no encarece facturas.

Color rojo cereza oscura, menisco granate, capa alta, limpio, brillante, lágrima fina.

En nariz hay aromas con intensidad media a fruta roja madura, especiados (pimienta negra), torrefactos, tostados con una persistencia media.

En boca es ligero, cuerpo medio, destacando la presencia de fruta negra, una acidez muy correcta con taninos bien integrados; no hay complejidad pero sí un buen resultado final. Persistencia media.