Poco apostaba por esta botella; año duro, cálido, pillo por sorpresa a los viticultores y, encima, esta era la primera añada de Digma. Las primeras experiencias fueron buenas sin ser sobresalientes. Ahora, años después, el vino me gusta más. Huele potente, frutoso, tostado, rico y elegante. Sabor graso, complejo, carnoso. No es emocionante pero si cumple con creces las expectativas.
Vista: Rojo picota, con ribete granate algo velado. Limpio y brillante.
Nariz: De intensidad media, destacando la fruta madura (ciruela, cereza, mora), con notas de tostados y especias. La madera con bastante presencia.
Boca: De buen cuerpo, sabroso, estructurado, con una acidez correcta y muy buena carga frutal. Los taninos están casi dulces y tiene un posgusto algo amargo que lo da largura.
Un vino de aproximadamente 30 €, grato y fácil de beber.
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